El vicepresidente del Govern y dirigente de Esquerra, Pere Aragonès, en el Parlament / EFE

El vicepresidente del Govern y dirigente de Esquerra, Pere Aragonès, en el Parlament / EFE

Política

Esquerra se arma de paciencia frente a los desmanes de Puigdemont

Los republicanos encajan los golpes del expresidente a la espera de que el mundo posconvergente se esclarezca y pueda contar con un socio fiable

23 enero, 2019 00:00

Una deslealtad constante. Una voluntad de cercenar un cambio en la hegemonía política en el campo nacionalista. Es lo que entiende la dirección de Esquerra Republicana per Catalunya (ERC) que realiza cada día el entorno de Carles Puigdemont para impedir que los republicanos marquen su agenda política y puedan gobernar la Generalitat con libertad de movimientos. Pero la reacción es clara: esperar, aguantar los golpes, armarse de paciencia y ver hasta qué punto todo ese mundo posconvergente puede transformarse en un socio fiable, según las fuentes consultadas.

La última decisión de Puigdemont ha dejado a los republicanos en un estado de perplejidad. Algunos articulistas de la órbita de Esquerra intentaban ir más lejos, tras el anuncio del expresidente de presentar un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional contra la decisión de la Mesa del Parlament de dejarle sin la delegación de voto. Eso se entendió como un ataque directo al presidente de la cámara parlamentaria, Roger Torrent, que se perfila como uno de los dirigentes de futuro del partido. "Utilizar los tribunales españoles para atacar a las instituciones catalanas. Espero que se desmienta", decía Andreu Pujol Mas, presente en los debates políticos en diferentes medios de comunicación, al conocer la noticia. Y no se desmitió. Era una realidad. 

Esquerra ni comparte ni entiende nada

La medida obedece a un supuesto criterio técnico-jurídico para agotar el proceso de recursos, algo necesario para elevar la cuestión, en el último momento, ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Los consejeros del Gobierno catalán del PDeCAT y el entorno de Puigdemont, así como los miembros de Junts per Catalunya, mantienen esa tesis, que, aunque se respeta públicamente por parte de Esquerra, ni se comparte ni se entiende.

El fondo de la polémica es claro: Puigdemont sabe que no tiene recorrido, ni su investidura telemática ni la posibilidad de que los diputados que se fueron de España, como él mismo, puedan llevar a cabo de forma efectiva sus tareas parlamentarias. Lo que se busca, una y otra vez, es proyectar una imagen con la cual ERC no quiere arriesgarse a iniciar un nuevo proceso de desobediencia.

Carles Puigdemont posa con los miembros de la ejecutiva de PDeCAT reunidos en Waterloo / JUNTS PER CATALUNYA

Carles Puigdemont posa con los miembros de la ejecutiva de PDeCAT reunidos en Waterloo / JUNTS PER CATALUNYA

Puigdemont con los diputados de Junts per Catalunya

Voluntad política

La paradoja es que tampoco lo hace el presidente Quim Torra ni los consejeros de Junts per Catalunya. Después de meses asegurando que el 155 había paralizado el país y de que el nuevo gobierno recuperaría las leyes aprobadas en el Parlament que habían sido suspendidas --como el decreto sobre la pobreza energética-- se decidió adaptarlas a las reglas que marca la Constitución. Es decir, el Ejecutivo catalán no ha traspasado ninguna línea roja, hasta ahora, y deja en evidencia a aquellos dirigentes políticos que reclaman una nueva aplicación del 155, como Pablo Casado y Albert Rivera.

Pero esa retórica no es inocua. Puigdemont recurre ante el TC después de que el propio Parlament hubiera aprobado, en otoño de 2015, una resolución en la que se instaba a no respetar las decisiones del Constitucional, porque no se consideraba "legitimado". El propio expresidente señala que quiere ser candidato a las elecciones europeas, y apunta, otra vez, a Esquerra al afirmar que su investidura sólo depende de la "voluntad política". La que no tiene, según él, el partido republicano.

Esperar a la Crida

La fórmula de ERC se mantiene en el tiempo: gobernar la Generalitat y realizar proclamas sobre la necesidad de que el Gobierno de Pedro Sánchez realice gestos más atrevidos para resolver el problema político en Cataluña, pero con paciencia. Lo más importante es saber en qué quedaránel PDeCAT y la Crida de Puigdemont y cómo esa evolución incidirá en la militancia posconvergente.

Todo eso puede empezar a ocurrir a partir de ese sábado, con la constitución de la Crida. ¿Quién formará parte de ese partido? ¿Qué hará el PDeCAT y sus principales dirigentes? ¿Y cómo actuarán los dos líderes, el propio Puigdemont y Jordi Sànchez, encargado de la ponencia política, que será el secretario general del partido, desde la prisión de Lledoners?

Oriol Junqueras, líder de ERC y uno de los políticos presos por su implicación en el 1-O / EFE

Oriol Junqueras, líder de ERC y uno de los políticos presos por su implicación en el 1-O / EFE

Oriol Junqueras

El juicio a Junqueras

Esquerra tiene un triunfo en la manga. El juicio a los políticos presos se iniciará en los primeros días de febrero y el principal dirigente acusado es Oriol Junqueras. El juicio podría girar alrededor de su figura y en las explicaciones del líder de Esquerra. La proyección será máxima, en vísperas de las elecciones municipales y europeas del 26 de mayo. Precisamente, Junqueras será el cabeza de lista para las elecciones al parlamento europeo.

En eso piensan los republicanos mientras el entorno de Puigdemont busca cómo equilibrar ese peso. Por ello, el expresident señala ahora que no descarta ser él el candidato, pero ¿de quién? ¿Del PDeCAT o de la Crida?

Partido cohesionado

El conflicto de intereses es total. El proceso soberanista unió a los dos partidos, pero ya han trazado todo el camino. Comprobada la imposibilidad de proclamar la república de forma "efectiva y real", los partidos políticos se disponen a gobernar, a ocupar cargos de responsabilidad, a trazar proyectos de futuro, a buscar relaciones en la política española... Y quien lo tiene más claro es Esquerra Republicana.

El partido se muestra más cohesionado que hace unos años, sin divisiones internas, con Junqueras, Torrent y Pere Aragonès como referentes. Lo único que hace ahora es armarse de paciencia y ver en qué momento el espacio posconvergente acabará de explotar. Eso sí, en privado, el cabreo con Puigdemont y los suyos es sideral.