Quim Torra, Felix von Gründberg y carles Puigdemont en la casa de este último en Waterloo

Quim Torra, Felix von Gründberg y carles Puigdemont en la casa de este último en Waterloo

Política

Las defensas del 1-O buscan oxígeno entre los observadores pero colisionan con los Mossos

Los testimonios de algunos policías autonómicos confirman la agresividad y violencia que los agentes de la Guardia Civil habían descrito ante el Tribunal Supremo

28 marzo, 2019 00:00

Tras varios días de duros enfrentamientos con los responsables de la Guardia Civil que durante las últimas sesiones, en el juicio del procés, han puesto sobre la mesa el clima de tensión que se vivió durante los días previos a la celebración del 1-O y a lo largo de la jornada del referéndum, las defensas han intentado descerrajar el discurso hilvanado por el instituto armado en torno a los presuntos episodios de rebelión a los que se habrían visto sometidos apoyando su maniobra de contraataque en varios expertos que esas semanas estuvieron presentes en Cataluña y que, según la Fiscalía, fueron contratados con fondos procedentes de la Generalitat como observadores internacionales.

Parecía que iba a ser la primera jornada aparentemente de respiro para los abogados de los 12 líderes independentistas que se sientan en el banquillo. Aparentemente porque la jornada ha comenzado optimista para los letrados, con un exparlamentario socialdemócrata alemán, Felix Von Gründberg, que ha asegurado que no vio policías heridos en el referéndum “sino ciudadanos heridos”. Tras él, la responsable del grupo de supuestos observadores que se desplazaron a Cataluña durante aquellas semanas, Helena Catt, ha calificado de “festivo” el tono con el que se desarrolló el 1-O, pero ha admitido que los expertos cobraron del Diplocat. Y ahí ha comenzado a torcerse la estrategia de las defensas preparada para este miércoles, al menos en lo que se refiere a la presunta comisión de un delito de malversación.

Observadores-Guardia Civil

Para satisfacción inicial de los abogados, que durante los últimos días lo han tenido crudo a la hora de quebrar el panorama de violencia dibujado al alimón por los agentes de la Benemérita, los observadores --que han rechazado este papel-- han ofrecido un discurso completamente distinto al de los efectivos de los cuerpos de seguridad que intervinieron en los centros donde tuvieron lugar las votaciones.

Si en los últimos días ha sido habitual escuchar expresiones como “clima de insurrección”, “miradas de odio” o “insultos y amenazas” por parte de los ciudadanos que acudieron a depositar su voto, los expertos internacionales han interpretado partituras diferentes a las de los brigadas. Según los expertos internacionales, los ciudadanos no ejercieron ningún tipo de violencia pese a la situación de “intimidación” a la que se hallaban expuestos, versión absolutamente contraria a la relatada por la Guardia Civil y a la tesis manejada por la Fiscalía.

Los rostros más serios del juicio

Pero el panorama ha vuelto a ensombrecerse para los letrados cuando ha tomado asiento ante el tribunal un cabo primero que intervino, en Sabadell, en el registro del domicilio de Joan Ignasi Sánchez, quien fuese asesor de gabinete de la exconsejera de Gobernación Meritxell Borràs. De nuevo el Instituto Armado en el salón de plenos del Tribunal Supremo. En la última fila, la propia Borràs, el exconsejero de Empresa Santiago Vila y el de Justicia Carles Mundó son los rostros más serios de la sesión. En la segunda, el exresponsable de Presidencia Jordi Turull toma notas de forma incesante.

La declaración del agente ha sido una retahíla continua de frases sin terminar que, pese a quedarse en el aire, permitían visualizar las vivencias del testigo durante el registro, llevado a cabo el 20 de septiembre de 2017. “Si le cuento cómo salí…”, “fueron tres horas en las que no pudimos salir. Todavía me da…, en fin”. Suspira. El fiscal Javier Zaragoza, que de vez en cuando observa su reloj, le mira atentamente mientras busca hacerse un esquema de la situación. El testigo narra cómo decenas de vecinos fueron concentrándose a las afueras de la vivienda: “Se complicó la cosa exponencialmente. Me dijeron que lo íbamos a tener muy complicado porque se iba a liar”.

Ante la aglomeración, el cabo explica que tuvieron que esconderse “literalmente en el garaje”. “Aquello fue dantesco. Nos quitamos los chalecos para que no nos vieran y nos escondimos el detenido, los cuatro guardias, la letrada de la administración de justicia. Todos allí. Nos dijeron: salid corriendo, que os comen, así que salimos corriendo y nos metimos en un Focus camuflado”. Y ha alabado la labor de los Mossos: “Actuaron muy bien, se la jugaron, ¿eh? Cortaron las vías con furgonetas y contuvieron a la masa”.

Generación espontánea

Cuando el fiscal le pregunta si llegaron a agredirles, el guardia civil vuelve a responder de forma entrecortada: “no lo consiguieron. No porque… no, no”. Y deja hueco a la ironía cuando Zaragoza le interpela sobre si la protesta parecía organizada: “por generación espontánea no aparecieron”.

Los dos siguientes testigos de la jornada han sido efectivos de la policía autonómica catalana que se han visto las caras con los abogados de los procesados. Y no es para menos. Los agentes del cuerpo acusado por la Fiscalía de facilitar la celebración del referéndum y garantizar que los ciudadanos pudieran acudir a las urnas han hecho suyos los alegatos del instituto armado, llegando a narrar agresiones e insultos contra ellos. “Hubo un momento en el que la masa nos acometió y tuvimos que hacer fuerza. En ese forcejeo, en el que nos pisoteaban, perdimos el equilibrio y unos cuantos mossos d'esquadra caímos y nos hicimos daño”, ha explicado el primero de los inspectores, que también participó en el registro de Sabadell.

El testigo ha relatado con rotundidad cómo tuvieron que hacer frente a “patadas”, “empujones” y “golpes con un casco de moto” y no ha dudado en lavar la imagen del cuerpo policial: "nos pusimos a disposición de la Guardia Civil. Nos explicaron que era una entrada con actuación judicial y que si les podíamos prestar apoyo. Les dije que sin ninguna duda estábamos allí". Para sorpresa de los presentes en la sala, era la primera vez que un mosso narraba en primera persona haber sufrido en su propia piel episodios de violencia durante el 1-O.

Las defensas acorralan a un mosso

El otro de los mossos que ha comparecido ante el tribunal tampoco ha dejado indiferentes a las partes. "Parte de la masa tiene una actitud de resistencia pasiva, sentada en el suelo, pero otra parte, unas 70 personas, muestra una actitud muy agresiva y violenta hacia los Mossos y la Guardia Civil". “Había insultos cuando menos: patadas, puñetazos y empujones, sobre todo en la parte inferior”, ha relatado el agente al igual que el compañero que le ha precedido. El agente terminó la jornada con lesiones leves entre luxaciones y torceduras.

Algunas de las defensas, acaloradas ante la disertación de los dos mossos, han aprovechado su turno de pregunta para intentar minimizar el discurso de estos. Jordi Pina, letrado de Turull, del exconsejero de Territorio Josep Rull y del expresidente de la ANC Jordi Sànchez se ha encargado con el segundo de los agentes: "Usted habla de una actitud de los manifestantes muy agresiva y violenta y usted solo sufrió una lesión en el dedo meñique de la mano izquierda…”. “Fue al frenar a un manifestante”, ha replicado finalmente el testigo. Tras un breve embate entre Marchena y Pina, el magistrado ha dado por concluida la sesión.