Júlia Calvet, la diputada más joven del Parlament de Cataluña, sigue escalando en el seno de Vox. Esta vez, a costa de Javier Ortega Smith, que pierde el último cargo orgánico que le quedaba, el de vocal en el Comité Ejecutivo Nacional, tras serle retirada la portavocía adjunta del grupo parlamentario en el Congreso hace menos de dos meses. De este modo, se queda con un pie y medio fuera del partido quien en su día llegó a ser secretario general.
El pulso entre el todavía diputado y el presidente de Vox, Santiago Abascal, se remonta a la designación de Ignacio Garriga como número dos en 2022. Ortega no se habla con el líder catalán desde entonces; y la crisis se agravó con la salida de la formación de Iván Espinosa de los Monteros, con quien mantiene una relación de amistad hasta el punto de, en contra de los criterios de la dirección, apoyar de forma pública su think tank, Atenea. Una organización que la cúpula de Vox ve como una amenaza.
Más allá de que la disidencia se paga cara en Vox –también la ha habido desde el punto de vista ideológico–, la apuesta de la dirección del partido por perfiles jóvenes no es nueva. Pepa Millán, actual portavoz en el Congreso, o Carlos Hernández Quero, el hombre de Abascal en materia de vivienda, son dos ejemplos. A ellos se suman, entre otros, el mediático José María Figaredo; Alberto Tarradas, diputado e impulsor del partido en Girona durante el procés; o la propia Calvet, fichaje estrella para las elecciones catalanas de 2024.
Entre el Parlament y Bambú
Tras incorporarse como portavoz de Juventud del partido a nivel nacional, a sus 25 años, Calvet logra colarse ahora en el núcleo duro de la sede de la calle Bambú, integrado por 20 personas de la máxima confianza del presidente. Entre ellos, los catalanes Jorge Buxadé, líder de Vox en el Parlamento Europeo, o Montserrat Lluís, una de las figuras más relevantes en la sombra dentro de la ejecutiva.
Los lunes esperarán a Calvet en Madrid, junto a Ignacio Garriga, en la que será su nueva responsabilidad. Un trabajo que compaginará con su rol de diputada en el Parlament, donde se ha consolidado hasta el punto de ser la favorita, junto a Sergio Macián, como hipotético relevo de Ignacio Garriga al frente del partido en la Cámara catalana. Aunque, por ahora, el cambio no está previsto.
Pasado rebelde
Antes de darse a conocer como presidenta de la organización universitaria S'ha Acabat!, que defendía en los distintos campus catalanes una educación bilingüe con carpas informativas, actos y manifestaciones, Calvet fue en su día independentista, como sus padres. Especialmente, antes del estallido del procés en 2017, cuando se produjo el cambio y conoció a su prometido Iván Cánovas, concejal de Vox en Cornellà.
Desde el partido relatan esta historia a menudo como ejemplo de su capacidad de seducción y como modelo de éxito de sus múltiples campañas destinadas al voto joven, una estrategia que la formación sigue impulsando con éxito, también en Cataluña. Las encuestas le funcionan bien, en este sentido, pese al auge de Aliança Catalana, con perspectivas de mejorar sus 11 diputados actuales en los próximos comicios autonómicos hasta llegar a los 15, según el último barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió.
De camino al Gobierno
Tres cuartos de lo mismo en el resto de España, como se constató el pasado domingo en las elecciones extremeñas, cuando Vox duplicó sus diputados, pasando de 5 a 11 en la Asamblea. Y, especialmente, en clave nacional, donde la mayoría de las derechas doblegaría al actual bloque de investidura, y el PP necesitaría al partido de Abascal para gobernar. Implicando esto una probable llegada a la Moncloa de Vox.
