En vistas a un posible adelanto electoral que ya nadie descarta y asumido el fracaso de Sumar –que respaldan todas las encuestas–, las izquierdas más allá del PSOE buscan nuevo gurú.
Lo fue Pablo Iglesias en su día, capitalizando en las urnas el descontento generalizado tras la famosa Gran Recesión y forzando el primer Gobierno de coalición de la democracia española.
Lo intentó luego Yolanda Díaz, con una agenda menos revolucionaria que la de Podemos pero con la misma incapacidad para fidelizar a sus socios periféricos; y lo pretende ser ahora Irene Montero, que tampoco hizo demasiados amigos durante su paso por el Ministerio de Igualdad.
Atención mediática
El independentista Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, es quien, no obstante, acapara la atención mediática. Se lo rifan en los platós de la capital, sigue difundiendo con éxito sus intervenciones parlamentarias –exigentes con Pedro Sánchez, muy combativas con la derecha y la ultraderecha, también con Junts, y en un perfecto castellano– y genera simpatías entre las izquierdas de todo el país.
Es el único que podría reunir a EH Bildu, BNG y Podemos en torno a un único proyecto electoral, una fórmula que tratarán de explorar como dique de contención del gobierno especialmente conservador que, todos ellos, temen que llegará más pronto que tarde.
A la espera del 'postsanchismo'
Por ahora, no hay ninguna propuesta concreta sobre la mesa. En tanto que socios del Gobierno, siguen inmersos en una espiral de inestabilidad provocada por un caso Koldo, y luego caso Cerdán, que podría contar con nuevas entregas en cualquier momento y dilapidar definitivamente la legislatura.
No retirarán su apoyo al presidente a menos que la trama le apunte directamente –en palabras del propio Rufián–, pero ya todos calculan su papel en un postsanchismo que dejará al PSOE muy tocado y, a día de hoy, a muchos votantes huérfanos, pues la vicepresidenta segunda tampoco será candidata y su marca rosa tiene las de desaparecer.
Ahora Repúblicas como precedente
Nunca ha sido fácil para la izquierda convivir en torno a unas siglas –como prueba el polvorín en que ha resultado el grupo de Sumar en el Congreso–, pero también es cierto que el epicentro de las distintas propuestas siempre ha estado en Madrid.
Los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos de izquierdas probaron suerte con Ahora Repúblicas en las europeas, que son de circunscripción única, y quedaron satisfechos con un resultado que inspirará a la hipotética intentona en las generales.
Podemos, con quien Rufián mantiene muy buena relación, entraría en la ecuación, dado el caso, con la intención de impulsar a Montero como cabeza de lista. Y lo que quede de Sumar, Más Madrid, IU y demás, no tendrían más remedio que negociar una cuota en las listas.
Correlación de fuerzas "compleja"
Este sería el escenario ideal, pero admiten que la correlación de fuerzas es "compleja" y las diferencias entre partidos regionalistas como la Chunta Aragonesista y EH Bildu, por ejemplo, "muy grandes".
El objetivo, en cualquier caso, pasaría por coordinar una oposición, principalmente desde lo social, al hipotético Gobierno entrante, que de celebrarse hoy elecciones podrían conformar sin ningún tipo de problema PP y Vox.
Para ello, no obstante, nada menos que una marca nueva que movilice al electorado y anime a los decepcionados con el Gobierno actual de seguir apostando por la izquierda, y la articulación de un liderazgo carismático que, en este caso, podría asumir el de Santa Coloma de Gramenet, con o sin el respaldo de su partido.
Menospreciado en Cataluña
El líder de los republicanos en Madrid irrumpió en el ecosistema independentista a partir del convencimiento de algunos impulsores del procés de que había que construir la república también en español.
De la plataforma Súmate dio el salto a ERC, y aterrizó en las Cortes prometiendo marcharse a los dieciocho meses, los que en aquel momento calculó que tardaría Cataluña en ser un Estado.
Empezó con diversos shows inéditos, como el de la fotocopiadora, que hicieron gracia a propios y extraños y pusieron su nombre en circulación, pero en Cataluña no se tardó en identificar a Rufián como un republicano de los que en el Parlament tendrían poco recorrido. Demasiado castellano para algunos, y excesivamente excéntrico para otros, incluidos los suyos.
"Va muy por libre"
Rufián siempre reivindica las figuras tanto de Oriol Junqueras, su valedor, como de Joan Tardà, con quien compartió fatigas en su primera etapa en Madrid. Varios miembros actuales de la formación admiten que "va muy por libre", no obstante, mientras otro líder destacado del secesionismo apunta que "hace mucho tiempo que no vive aquí".
"Se le ha quedado corto el papel de diputado provinciano", añaden desde el Congreso, mientras en el Parlament se rumorea que el presidente de ERC tendría sobre la mesa el nombre de Joan Ignasi Elena como próximo cabeza de lista para las elecciones generales. Desde Junts lamentan que quien fuera su socio dedique "tantos esfuerzos" en "atacar" a los posconvergentes, por otra parte, algo que hace con asiduidad.
Descarta dejar Madrid
En cualquiera de los múltiples e hipotéticos escenarios, el futuro político de Rufián está en la capital. Que tenga todo el día en la boca a la ultraderecha de Aliança Catalana no tiene nada que ver con una hipotética vuelta a Cataluña, con la que también se ha especulado. No será diputado en el Parlament, asegura su entorno.
Con el batacazo de 2023, cuando se presentó a la alcaldía de su ciudad natal, entonces en manos de la consellera Núria Parlon, ya tuvo suficiente. "Le encanta el Congreso", explican otras fuentes de la carrera de San Jerónimo. Allí lleva casi diez años, y allí mismo podría borrar su pasado sedicioso defendiendo a Granada o Jaén, tierra de sus abuelos.
