La guerra soterrada en Junts per Catalunya ha impedido que se consume el relevo de Francesc de Dalmases un año después de su dimisión. La salida de la mano derecha de Laura Borràs dimitió en noviembre de 2022 como vicepresidente de Junts tras saberse que intimidó a una periodista de TV3.
Aunque de acuerdo con los estatutos no era necesario cubrir la vacante de Dalmases --la dirección sigue teniendo tres vicepresidencias, en manos de Aurora Madaula, Anna Erra y Josep Rius--, Borràs decidió, de acuerdo con el secretario general, Jordi Turull, proponer a Jordi Fàbrega para el cargo.
Cargo vacante
Al no estar identificado con ninguna de las familias del partido, la figura del exalcalde de La Seu d'Urgell (Lleida) se presentó como una solución de consenso. Pese a ello, su nombre no aparece en la web de la organización ni tampoco forma parte del nuevo secretariado permanente de los posconvergentes.
En el último congreso se indicó que, en caso de dimisión de un vicepresidente, la persona que lo sustituya deberá ser votada en un plazo máximo de un mes después de la propuesta, aunque en el caso de Fàbrega esta votación no llegó a producirse. Así que en la práctica el puesto sigue vacante.
Borràs se hace notar
El caso Dalmases tensó las costuras internas de JxCat y avivó el enfrentamiento entre borrasistas y pragmáticos, los dos núcleos de poder identificables en el partido. Ahora, con el foco puesto en las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez, estas pugnas han reaflorado aunque siempre tuteladas por la sombra alargada del expresidente prófugo Carles Puigdemont.
En las últimas semanas, el entorno de Borràs ha protagonizado choques con la cúpula del partido. Recientemente, cinco diputados rompieron la disciplina de voto en el Parlament --entre ellos Dalmases--, lo que motivó un enfrentamiento con la dirección parlamentaria.
Bronca interna
El líder del grupo en el hemiciclo, Albert Batet, les llamó al orden en privado, pero dada la falta de unidad interna esta reprimenda no se espera que tenga efectos.
Además, la dirección acordó el pasado lunes la expulsión de cuatro militantes de la comarca del Maresme (Barcelona). Estos afiliados se enfrentaron a la dirección local en las últimas elecciones internas: se autodefinían como borrasistas y algunos de ellos acusaron en la red social X de corrupción a la cúpula comarcal, lo que motivó la denuncia que ha desembocado en su expulsión.