'Lo que me gusta de Rubén Viñuales', por Andrea Rodés
Me gusta que Rubén Viñuales piense en grande. Está convencido de que Tarragona puede ser "uno de los puntos del Mediterráneo y del conjunto de Europa donde mejor se viva". "Si los romanos se quedaron ahí y llegaron a hacer de Tarraco, incluso durante unos años, la capital del Imperio es que lo tenemos todo para triunfar desde siempre", dijo en una entrevista con Catalunya Press.
Me gusta que tras su paso por Ciutadans, donde lo apodaban "el rojillo", se haya pasado al PSC, y que Salvador Illa lo haya convertido en su niño "protegido", nombrándolo conseller de Justícia del "gobierno alternativo" de la oposición.
Me gusta que diga que él quiere ser alcalde de Tarragona y no le importa si los tarraconenses son o no independentistas. "Seguro que todos quieren una ciudad mejor. Esto no va de esteladas...", dijo al diario La República Checa. También me gusta que no se considere un "Tarragoní de Tota la Vida" (TTV). Es un término que no le acaba de gustar, porque tiene un punto excluyente. "Tarraconense es cualquiera que viva y se sienta de Tarragona. Hay gente que ha venido de fuera y quiere y cuida a nuestra ciudad como nadie", explicó al mismo medio.
'Lo que no me gusta de Rubén Viñuales', por Joaquín Romero
Lo que menos me gusta de Rubén Viñuales es que no ha sabido leer las consecuencias del turismo masificado en ciudades tan cercanas como Salou, Peñíscola o Sitges. Procede del núcleo socialdemócrata de Ciudadanos --ha sido concejal por este partido dos legislaturas en Tarragona--, probablemente el sector más sólido de lo que fue un proyecto centrista. Y tuvo --tiene-- su propio bufete jurídico especializado en penal y extranjería.
Puede que le venga de ahí --de su vis de emprendedor-- su afán por arañar más de la economía del visitante. Hace poco ha dicho: "Estoy harto de ir por el mundo y que nadie conozca Tarragona". Mal, muy mal, señor Viñuales, no sabe usted la suerte que tienen sus conciudadanos; pregunte, si no, a los barceloneses. Es turismo es ingobernable: no llame al mal tiempo.
Otro aspecto que no acaba de encajarme es que su elección como cabeza de lista por Tarragona responde básicamente a una calculada operación de marketing del PSC para conseguir que el bloque constitucionalista --que en 2019 obtuvo 13 concejales, frente a los 14 de los independentistas-- recupere la mayoría.