El conseller de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray, no es conocido, precisamente, por la simpatía que despierta entre los sindicatos del sector. Sin embargo, esta vez ha hecho las paces con los representantes de los trabajadores pocas horas antes del arranque de la campaña electoral. Ha eximido a los profesores catalanes de que trabajen en julio, tal y como anunció el pasado 26 de abril.
Sí que recibirán antes los alumnos en los colegios en septiembre, pero sin que eso les implique tener que cambiar sus planes para los meses de verano. Los docentes no tendrán que ir a sus colegios de referencia durante la primera quincena de ese mes, sino que podrán destinar ese tiempo a su formación personal como es habitual.
Mandato conflictivo
La primera intención de la consejería era que los docentes utilizasen la primera semana de ese mes para preparar el curso 2023-24, que dará el pistoletazo de salida el 6 de septiembre. Pero las quejas sindicales le han obligado a rectificar sin que el conflicto escale, algo inaudito en lo que llevamos de legislatura.
El mandato del de ERC ha estado marcado hasta el momento por la conflictividad con la parte social, que le acusa de aplicar sin negociación alguna cambios de calado en la educación catalana como la decisión de avanzar el curso escolar.
No está dispuesto a perder votos
La cercanía de las elecciones municipales en las que los republicanos se juega su liderazgo en muchos municipios ha hecho que el conseller no quiera arriesgar. Por eso, ha preferido no enfrentarse con los sindicatos y no abrir un conflicto más que se suma a otros ya enquistados y que le han dado muchos dolores de cabeza a raíz del avance del inicio de curso que llevó a huelgas educativas, hace ya más de un año.
Renuncia a que trabajen los primeros cuatro días del mes de julio, como propuso en la última mesa sindical celebrada el 26 de abril. Su intención era que, durante esa semana, preparasen el curso 2023-24, que arrancará el 6 de septiembre. En cambio, los sindicatos mostraron desde un principio su disconformidad con esta orden que supone renunciar a un mes que, tradicionalmente, los profesores destinaban a las formaciones; y además, supone un obstáculo para todos los docentes que se examinarán en las oposiciones, también en julio.
"Era un despropósito. ¿Cómo podemos transformar la educación, como quiere el Departamento, si no tenemos ni espacio ni tiempo de formación permanente?", se preguntan desde UGT en declaraciones a Crónica Global.
Cambray recula
Pero tras varias conversaciones, Cambray se ha achantado y aceptará la moratoria de un año que proponen las organizaciones, informando que el calendario laboral de los docentes finalizará el 30 de junio y se retomará el 1 de septiembre.
De esta forma, los profesores tendrán del 1 al 6 de septiembre para preparar el curso --tres días laborables--. Lo que consideran un triunfo, pero también una medida electoralista. "Busca no incendiar más las aulas", expresan las mismas voces, que recuerdan que Cambray deberá hacer frente a unos meses complicados. Y es que, de nuevo, deberá dar explicaciones sobre "el problema de la climatización en los centros, que es inexistente" y a una eventual falta de plazas en las escuelas para el próximo año.