Primero fue la causa judicial del proceso independentista. Ahora, la ejecución de la ley del solo sí es sí. Y como trasfondo, el bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Jueces y fiscales llevan años en el punto de mira político. Y pese a ello, los jóvenes siguen queriendo ser jueces y fiscales. Así lo demuestra el número de aspirantes a opositar, que se sitúa en unos 4.000 al año. Una cifra que apenas ha quedado alterada por todas esas circunstancias convulsas. Juristas consultados por Crónica Global defienden esta profesión, absolutamente vocacional, aseguran, y valoran el acceso de los jóvenes a la judicatura como un síntoma de buena salud democrática.
A tenor de la evolución del número de aspirantes, es decir, personas que se presentan a las oposiciones para juez y fiscal desde 2013, las cifras no solo se mantienen, sino que además aumentan. Fuentes del CGPJ precisan que se trata de personas que solicitan hacer el examen, “aunque no todos pueden presentarse finalmente, porque suele haber gente que no cumple requisitos. Por ejemplo, no han presentado la documentación a tiempo o carecen de alguno.
Convocados | 2021 | 2020 | 2019 | 2018 | 2017 | 2016 | 2015 | 2014 | 2013 |
Total | 4.013 | 4.300 | 4.195 | 4.532 | 4.193 | 3.898 | 3.983 | 3.817 | 3.926 |
No hay, por tanto, un descenso significativo, pues siempre rondan las 4.000 solicitudes. “Se debe tener en cuenta también que, normalmente, cuando se ofertan muchas plazas hay más solicitudes, la gente se anima; mientras que cuando baja el número de plazas ofertadas, hay menos solicitudes, porque ven más difícil aprobar”, añaden las mismas fuentes.
Así, en 2013 hubo 3.926 solicitudes, cifra que se redujo mínimamente en los tres años sucesivos. Sin embargo, la cifra subió en los años álgidos del proceso independentista hasta los 4.193 (en 2017) y 4.532 (en 2018). Desde entonces, no se ha bajado de los 4.000 solicitantes. El año pasado se llegó a 4.013.
¿Un complemento retributivo?
La Justicia ha pasado, por tanto, de los momentos convulsos del referéndum catalán, que se saldaron con graves situaciones de acoso a los jueces del 1-O --incluso en sus domicilios particulares--, a las acusaciones de falta de sensibilidad de magistrados en la ejecución de la nueva ley del solo sí es sí tras el goteo de rebajas de condena. Y como trasfondo, el bloqueo en la renovación del CGPJ. Precisamente ayer, el fiscal superior de Cataluña, Francisco Bañeres, reclamó un complemento retributivo para los fiscales que ejerzan en Cataluña, pese a reconocer que ha remitido la "tensión" que soportaban durante los años del procés.
¿Qué lleva a un juez o un fiscal a resistir determinadas campañas de desprestigio? ¿Vocación? ¿Espíritu de servicio público?
La juez Natalia Velilla explica a Crónica Global que “la gente que oposita a juez lo hace por vocación de servicio, lo que genera un problema”, porque les lleva a trabajar por encima de sus posibilidades: “Si fuéramos menos vocacionales, se irían muchos más a la empresa privada. Quizá seamos de los funcionarios que menos migración tenemos. Hay muy pocos jueces en excedencia”.
Asegura que quien oposita a juez “suele tener bastante conciencia democrática, de separación de poderes. Es gente muy respetuosa con el orden y el sistema político que nos hemos dado”: “Yo, personalmente, me hice juez por mi sentido de la justicia, porque buscaba una profesión con un volcado directo en la sociedad. Es decir, devolver a la sociedad las oportunidades que me había dado. Un trabajo que te permitiera hacer algo por los demás, un trabajo muy social”.
Trabajo independiente
La judicatura es un trabajo muy independiente, añade la magistrada: “No rindes cuentas a un superior jerárquico y te permite organizar muy bien tu tiempo. Además, los jueces son personas a las que les gusta mucho el Derecho en toda su dimensión. A quien le apasiona, es la mejor profesión jurídica. Ni un fiscal, que ve más casos penales o de derechos fundamentales; ni letrado de la administración de Justicia, que ve más Derecho Procesal; ni abogado del Estado, más enfocado a lo Contencioso-Administrativo, o un notario que es más de Civil. El juez es más omnicomprensivo del Derecho”.
Cuando un juez o fiscal oposita, puede ser destinado a cualquier punto de España –son cuerpos nacionales—, lo cual “implica un sacrificio, un cambio en su situación personal y familiar. Hay muchos años que pasan por un período de bagaje y peregrinaje por juzgados de todo el territorio nacional. Eso lo hace una persona que tiene mucha voluntad de trabajar o tenga vocación”, indica Natalia Velilla.
"Salud democrática"
El catedrático de Derecho Constitucional y miembro de la Junta Electoral Central (JEC) Carlos Vidal considera “un buen síntoma que no se reduzca el número de opositores. La Escuela Judicial hace además una gran labor de formación. Es una muestra de salud democrática de nuestro país, y de que sigue habiendo personas jóvenes bien formadas, que tienen ilusión por aportar sus conocimientos y profesionalidad a una tarea tan relevante como es la que realiza el juez”.
Vidal asegura que “hay muchos jueces en España que actúan con plena independencia, a pesar de los intentos de algunos responsables políticos por condicionar su tarea”. “Y confiemos en que los siga habiendo”, sentencia.
Para la fiscal Cristina Dexeus, su carrera "es vocación porque requiere pasión, entrega y dedicación, muchas veces con medios escasos y dificultades que precisamente se superan por ese espíritu de dedicación y servicio público que nos guía. Es una profesión, obviamente, vivimos de ello, pero eso no significa que esté exenta de vocación, no la entiendo de otra manera".