Carles Puigdemont y Laura Borràs formaron tándem en las elecciones autonómica de 14F. Y lo han sido de nuevo en la consulta celebrada en Junts per Catalunya (JxCat) que se ha saldado con un sí a la salida del Govern. Son los vencedores de una votación que avala una estrategia rupturista y que marcará la oposición del partido en el Parlament.
El fugado de la Justicia tras el 1-O y la procesada por supuesta corrupción asisten al ocaso de su carrera política. Puigdemont mantiene su escaño como eurodiputado, pendiente de una extradición que se resolverá en los próximos meses, mientras preside un gobierno fake cuya finalidad nunca fue otra que erosionar el mandato de Pere Aragonès. Borràs afrontará en breve un juicio por prevaricación y falsedad por fraccionar contratos. Ambos dirigentes, por tanto, están inhabilitados de facto para ejercer cargos públicos en España, no así para demostrar que todavía tienen un gran ascendente en un partido cada vez más dividido donde el procesismo venció ayer en las urnas de Junts.
Los duros, fuera del Govern
“El procés continúa”, proclamaba Joan Canadell tras conocer el resultado de la votación en Junts, favorable a romper con ERC y salir del Govern. El expresidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, hoy diputado raso, forma parte del núcleo de seguidores de Borràs que, desde el grupo parlamentario, se han conjurado para hacer una oposición dura al nuevo Govern en solitario de Aragonès.
Canadell y Borràs fueron vetados por el presidente catalán como posibles miembros de su Govern. La filóloga nunca ha escondido su rencor por ello. En su discurso de investidura como presidenta del Parlament, aseguró que su deseo era formar parte del Ejecutivo catalán. Pero los republicanos tenían muy claro que no querían a dirigentes controvertidos en su Consell Executiu.
Ayer, Borràs hablaba de “Gobierno fracasado” a modo de prefacio de lo que será la acción opositora de Junts. El terreno ya estaba abonado porque, mientras la mayoría de consellers expresaron su lealtad a Aragonès, el grupo parlamentario –sin cargos que perder, porque mantendrán su escaño— se mantuvo fiel a Borràs y a Puigdemont. En su pulso a ERC, ambos dirigentes han ido más allá que Quim Torra en su plan de desgaste del rival, pues a pesar de las disputas entre los socios --que las hubo y muy fuertes-- nunca se planteó expulsar a Esquerra de su Govern.