El exdiputado de la CUP en el Parlament, Antonio Baños, se ha sentado en el banquillo por su negativa a responder a la acusación popular de Vox en el juicio del 1-O. Lejos de rectificar, se ha reafirmado en que se trataba de "un acto político en sede judicial" que considera "poco relevante".
El antisistema ha defendido "aislar a la ultraderecha en cualquier escenario" y ha recordado que se negó a responder a las preguntas de Vox verbalizadas por el juez del Tribunal Supremo (TS), Pablo Llarena. "Si Llarena tiene la afición de ser ventrílocuo del señor Ortega Smith y repetir lo que dicen los fascistas, es una afición particular suya, pero no tenía por qué contestar a una especie de delegado de un partido de ultraderecha, por mucho que fuera el presidente del TS", ha espetado.
Acusados de desobediencia
El miércoles fue el turno de la diputada de la CUP, Eulàlia Reguant, que se enfrentaba al juicio acusada de desobediencia por los mismos hechos. Por su parte, alegó desconocer qué consecuencias tendría el hecho de no contestar a las preguntas de Vox, que tilda de “extrema derecha” y define por su “fascismo machista que no admite derechos fundamentales”.
Los hechos se remontan al 27 de enero de 2019, cuando los cupaires fueron citados a declarar como testigos por el juicio del procés. Allí, ambos se negaron a contestar a Vox para no legitimar “a quienes van en contra de las políticas de género, contra derechos fundamentales” y contra sus valores.