El gobierno municipal liderado por Ada Colau sigue adelante para poner trabas a la circulación de vehículos en Barcelona. En esta ocasión, además, dividirá en dos la capital catalana, entre el Eixample y el puerto, zonas que quedaron integradas con dos grandes arterías que atraviesan Ciutat Vella: Via Laietana y La Rambla.
En concreto, el consistorio eliminará cinco carriles entre ambas avenidas; uno de subida de Via Laietana y dos intermitentes en La Rambla. Las obras de la primera arteria se iniciaron en marzo, con una gran oposición de los inquilinos de la zona entre los que se encuentra Foment del Treball; mientras que las de la segunda comenzarán en septiembre tras la Fiesta Mayor de La Mercè.
Reforma de La Rambla
Las obras de La Rambla se iniciarán tras el 24 de septiembre en el tramo comprendido entre el monumento a Cristóbal Colón y Portal de Santa Madrona, en un ámbito de unos 20.000 metros cuadrados que conecta la ciudad con el mar. En esta primera fase se invertirán alrededor de 10 millones de euros --44,5 millones en total-- y se prevé que esté finalizado al cabo de 18 meses, según ha asegurado el consistorio barcelonés.
La actuación, además, modificará el trazado de la avenida de las Drassanes para “alargar La Rambla y abrirla al mar” con una nueva plaza que pretende incentivar los usos sociales y renovar el encuentro entre el paseo las Drassanes y Colón. Así lo ha explicado la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, que ha asegurado que “no se trata solo de remodelar, sino de cambiar las actividades que se hacen”.
Críticas en La Rambla
El presidente de Amics de la Rambla, Fermín Villar, ha cargado contra el anuncio del inicio de la reforma de la avenida de la ciudad porque “no llegue acompañado de una ambición de modificar el calendario de ejecución es ofensivo”. Ha criticado que, pese a ser una actuación trabajada y consensuada, sea “la última” y que se prioricen transformaciones como la de la “supermanzana” del Eixample.
Villar confía, no obstante, en que finalmente se reforme esta vía y que el próximo gobierno tras las elecciones municipales de 2023 “acepte el reto y la ambición de modificar el calendario”. Un hecho que podría producirse al estar en las encuestas los comunes de Colau en tercera posición en intención de voto.