Una tregua en el Camp Nou deslucida por Melilla. Así podría resumirse el cónclave político-empresarial celebrado ayer en Barcelona en el marco de la cena de gala de los Premios Pymes de la patronal Pimec. Al evento acudieron tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como el de la Generalitat, Pere Aragonès, que suavizaron sus formas tras las últimas semanas de escalada verbal por el caso Pegasus. Todo ello a la espera de la reunión entre ambos dirigentes que debe producirse en las próximas semanas.
El hecho de que el líder autonómico se centrase en la agenda económica, motivado por las tensiones que viven las empresas y familias, sentó las bases de un tímido acercamiento entre ambas administraciones, necesario por la coyuntura macroeconómica adversa. La ocasión del acto, la entrega de galardones para las pymes catalanas, tampoco era propicia para alardes identitarios por parte del republicano.
Cañete marca el guion
De hecho, en su intervención de apertura, el presidente de Pimec, Antoni Cañete, marcó el contexto de la ceremonia: la preocupación de las empresas por el shock económico provocado por la inflación y la crisis de suministro, agravadas por las hostilidades en el este de Europa.
El dirigente empresarial mandó un recado a los políticos: "Cada vez que no encontramos una solución para implementar una infraestructura, liderar un evento o crear nuevas oportunidades, estamos incrementando las amenazas que nos acechan como sociedad". El discurso caló bien entre los asistentes, donde figuraban invitados como los expresidentes de la Generalitat Artur Mas y José Montilla, y el líder del PSC, Salvador Illa, entre otros. Muchos de ellos, por cierto, tuvieron que guarecerse en las gradas del estadio cuando hacia las ocho de la tarde empezó a llover.
Aragonès busca compromisos
La búsqueda de medidas compartidas entre sector público y privado, así como el consenso entre administraciones, fue la clave de bóveda de un acto que logró rebajar por unas horas la inflamación política entre la Generalitat y el Estado. Los empresarios crearon un marco de realpolitik que obligó a ambos dirigentes, sobre todo a Aragonès, a apearse del marco del procesismo.
Eso sí, Aragonès volvió a enumerar los agravios que, a su juicio, sufre la comunidad respecto a la ejecución de las inversiones presupuestadas por la Administración General del Estado. El president exigió "mecanismos de garantía" para que el dinero incluido en las cuentas públicas se ejecute de forma efectiva sobre el territorio. En esta búsqueda de controles incluyó también las propias inversiones de la Generalitat.
Tragedia de Melilla
El episodio que rompió el clima de entente por la economía fue la tragedia de la valla de Melilla. Los más de 20 muertos en el punto fronterizo planearon sobre el primer encuentro entre ambos dignatarios desde las jornadas del Círculo de Economía. Tanto Aragonès como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, exigieron una investigación a fondo sobre los muertos en el punto fronterizo.
Sánchez prefirió guardar silencio sobre la demanda. Más allá de este momento, en el ambiente flotó un ánimo distinto marcado por las urgencias económicas acentuadas por la guerra de Ucrania, pero también por algunos éxitos colectivos como la consolidación del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona hasta 2030, noticia que se dio a conocer ayer mismo a primera hora de la mañana.
Sánchez no se quedó a cenar
Pese a los discursos centrados en la clave económica y en las llamadas cruzadas al entendimiento, ni Sánchez ni Aragonès entablaron un diálogo a solas. Ambos dignatarios se saludaron al inicio del acto, cuando la lluvia obligó a retrasar el comienzo de la ceremonia, pero estuvieron rodeados de un grupo de invitados.
Además, el presidente del Gobierno abandonó la cena debido a la cumbre de la OTAN que arrancará mañana en Madrid. Sin embargo, se comentó el gesto de Aragonès: acompañó en su salida a Sánchez y ambos volvieron a intercambiar unas breves palabras. Pese a ello, ninguno de los dirigentes se refirió en su intervención a la reunión que mantendrán en las próximas semanas para limar asperezas tras el choque por el caso de espionaje a políticos y personalidades independentistas. Si bien la pasada semana el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, se entrevistaron en Madrid, no pusieron fecha todavía al encuentro entre ambos presidentes.