Esta semana hará un año desde que Pere Aragonès tomó posesión como president de la Generalitat. Culmina así sus primeros 12 meses en el cargo con su principal proyecto, la mesa de diálogo, encallado tras el escándalo del espionaje a independentistas mediante el programa Pegasus. Este sábado, el president ha compartido un vídeo en su cuenta de Twitter para valorar este último año en el que, dice, ha "trabajado para poner las instituciones al servicio de Cataluña entera, para que todo el mundo se sienta representado y para que todo el mundo sienta que forma parte".
Aragonès llegó a la presidencia el 14 de febrero de 2021, tras unas elecciones en las que el independentismo amplió su mayoría absoluta hasta un 52%. Sin embargo, esta mayoría no le ha garantizado una legislatura cómoda al Ejecutivo de Aragonès que, tras el distanciamiento de la CUP, ha tenido que buscar nuevos acuerdos con el PSC y los comunes para aprobar algunos de los proyectos.
La fractura con la CUP
Aunque fuentes del Govern mantienen que las medidas sociales que incluía el acuerdo de investidura entre ERC y la CUP se están cumpliendo, la falta de entendimiento entre ambos grupos en los respectivo a la candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno, el proyecto Hard Rock, la relación con el Gobierno o la gestión de las huelgas de profesores, ha ahondado la brecha entre ellos. Algo que se vio reflejado en el rechazo de los cupaires a los Presupuestos de la Generalitat de 2022.
Ante este revés --la CUP insistía hasta hace poco en que Aragonès se sometiera a una cuestión de confianza-- el president se ha apoyado en el PSC y los comunes para sacar adelante varios proyectos y decretos creando una geometría variable con CUP, socialistas y comunes. Aunque esta parece la tónica que seguirá la legislatura en los próximos años --quedó patente en los presupuestos y en la propuesta de reforma de la Ley de Política Lingüística-- ERC por el momento rechaza aprobar grandes proyectos, como las futuras cuentas, con el PSC.
Las tensiones con Junts
La relación con Junts, sus socios de gobierno, también ha sufrido altibajos durante el primer año de legislatura. El roce entre ambas formaciones se dejó ver recientemente en la negociación de un acuerdo sobre el catalán o la gestión de la presidenta del Parlament, Laura Borràs, del escaño del exdiputado de la CUP Pau Juvillà.
Pero el momento de mayor tensión se produjo cuando Aragonès rechazó la delegación propuesta por Junts para la mesa de diálogo al no estar compuesta exclusivamente por miembros del Ejecutivo, lo que provocó que Junts decidiera retirarse de las negociaciones.
La mesa de negociación, encallada
Aragonès llegó a la Presidencia de la Generalitat con la mesa de diálogo y la apuesta por la negociación con el Gobierno central como principal bandera y mantuvo esta vía pese a las reticencias que genera tanto en Junts como en la CUP. Sin embargo, tras el presunto espionaje a independentistas, el president ha dado por congeladas las negociaciones.
Considera que el Gobierno no ha dado las explicaciones necesarias y ha roto la confianza entre ambos ejecutivos. El president solicita que se asuman responsabilidades y amenaza con dejar de dar estabilidad en el Congreso. Aunque Aragonès no ha cerrado completamente la puerta al diálogo, este sábado, en su cuenta oficial de Twitter, ha manifestado que impulsará "la resolución del conflicto político con la defensa de la amnistía y el derecho a la autodeterminación, para que sea la ciudadanía de Cataluña la que decida, sin interferencias, sin violencia del Estado y con toda la libertad cual debe ser el futuro del país".