Los estudios del Govern para preparar la celebración de los Juegos Olímpicos (JJOO) de invierno en Cataluña existían, pero ¿habrá nieve? Esta es la incógnita que surge en cualquier escenario de los 16 documentos que ha hecho públicos el Ejecutivo catalán este miércoles. Con un coste total de todos los análisis de 173.748 euros, tan solo 100 euros han ido a parar al trabajo de Taiko Meteorologia SL sobre si la materia prima por la que se deslizarán centenares de deportistas será suficiente o no. Cuestión clave si se tiene en cuenta el incremento de las temperaturas medias en la zona mediterránea.
La consejera de Presidencia, Laura Vilagrà (ERC), ha sido la portavoz de la gestión de la candidatura olímpica, incluida la convocatoria de la doble consulta. E, incluso, llegó a afirmar el 31 de marzo desde la estación de La Molina que “la decisión de celebrar las pruebas en Cataluña se tomó después de reuniones técnicas” que avalaron que las estaciones catalanas “eran las mejores para acogerlas”. Pero esa idoneidad de las pistas entre Alp y Toses (Girona), donde se celebrarían las pruebas reina como el esquí alpino, choca con la realidad meteorológica. ¿Tendrán en 2030 la cantidad de nieve necesaria durante la celebración de la competición internacional? Esta duda ha sido recurrente y se ha despachado con las tesis recogidas en un documento de medio folio.
Baqueira-Beret, la más estable
“Si bien el Vall d’Aran, zonas de Andorra y el alto Pallars Sobirà se ven influidas por las perturbaciones atlánticas, gran parte de los Pirineos está sometida a las influencias del clima mediterráneo”, reza el estudio encargado por el Departamento de Presidencia. Estas tres áreas serían las más propicias para acoger los deportes de invierno ya que no sufren “el aumento de la temperatura del mar”, sino que se rigen por el océano Atlántico.
Esta descripción no desalienta al Govern para que La Molina sea la estación propuesta para acoger las pruebas de esquí alpino. El análisis asegura que los efectos del cambio climático que se produzcan hasta 2030 “podrán implicar la formación de perturbaciones profundas que aportarán nevadas especialmente en el sector oriental, serán fenómenos puntuales, pero notablemente intensos”. Es decir, podrán darse olas de calor fuera de temporada y romper el manto blanco de los Pirineos mediterráneos. Esto supone que tan solo una gran estación de la cordillera podría ser un valor seguro por estar enfocada en su totalidad a la vertiente atlántica: Baqueira-Beret, en el Vall d’Aran.
Media página de informe
La Generalitat encargó estos análisis entre 2018 y 2021, aunque sus resultados no se han conocido hasta que el Comité Olímpico Español (COE) ha anunciado que presentará en Lausanne la propuesta olímpica. Los estudios de presupuestos para infraestructuras, movilidad o reformas de estadios para diferentes disciplinas olímpicas discurren a lo largo de entre 30 y 150 folios, y tienen un coste que oscila entre 6.000 y 14.000 euros por su complejidad. Estas cifras contrastan con el dispendio y la profundidad de la proyección que firma Taiko Meteorologia. Asegura que puede que haya nieve en la zona, pero que no coincida con la temporada en la que se desarrollen las competiciones.
Los 16 documentos que han salido a la luz pública forman parte del dossier informativo en el que descansa la candidatura para atraer los Juegos Olímpicos de Invierno hasta los Pirineos en 2030. A este trabajo de prospección se le deben sumar 26 actuaciones complementarias que han sido encargadas por Presidencia para dar forma al proyecto deportivo. Aun así, su futuro está vinculado al resultado de la doble consulta que tendrá lugar el 24 de julio y con la que el Govern quiere superar las dudas sobre el evento. La mayoría de ellas ligadas a la viabilidad y sostenibilidad para el territorio.
Según las primeras estimaciones de los estudios facilitados por el Ejecutivo catalán, el evento costaría alrededor de 1.391 millones de euros e ingresaría 1.504 millones. Eso si, si el COI avala la candidatura primero y el frío y las nevadas de 2030 lo permiten.