La destitución de Josep Lluís Trapero como mayor de los Mossos d’Esquadra por parte del consejero de Interior, Joan Ignasi Elena (ERC), abre un nuevo modelo en la policía catalana con influencia republicana. La politización de las cúpulas del cuerpo durante las últimas legislaturas en las que el departamento estuvo en manos de JxCat y ahora de ERC, incrementó la tensión entre los agentes y los sindicatos con la Generalitat.
En las etapas anteriores de los consejeros posconvergentes Miquel Buch (JxCat) y Miquel Sàmper (JxCat), el cambio de jefes ha sido constante. Trapero entró como comisario en jefe de la policía catalana cuando Ramon Espadaler (UDC) era consejero de Interior, aunque no llegó a ocupar el puesto de mayor --cargo ostentado anteriormente tan solo por Joan Unió i Gràcia-- hasta la llegada de Jordi Jané a la dirección del departamento. Ferran López, Miquel Esquius y Eduard Sallent cubrieron el vacío de poder, como comisarios jefes, durante el juicio del procés en el que fue encausado --y posteriormente absuelto-- Trapero.
Buch y la depuración de los Mossos
El exmayor aguantó las etapas de Joaquim Forn y Buch como jefe de los Mossos d’Esquadra. De hecho, durante la etapa del primero se produjeron los atentados en Las Ramblas de Barcelona en agosto de 2017, con una oleada de críticas y alabanzas a la actuación policial liderada por Trapero. Pero la politización, palpable en el cuerpo, no llegó a su primer pico hasta la llegada a la Consejería del exalcalde de Premià de Mar (Barcelona).
El expresidente de la Generalitat, Quim Torra, exigió depuraciones en los Mossos d’Esquadra, con la auditoría “más grande de la historia” durante la etapa de Sallent como mayor del cuerpo. Esto provocó la investigación a 50 agentes y la suspensión de empleo y sueldo de uno de ellos, aunque finalmente no se abrieron expedientes porque, según apuntó Buch, “eso ya se realiza cada día” en la policía.
Sàmper y la revisión del modelo de orden público
La caída de Trapero, al ser imputado por el juicio del procés en la etapa de Buch, quedó atrás una vez fue restituido por Sàmper en 2020. El último consejero de Interior postconvergente hasta la llegada de Elena al departamento, estuvo marcada por las críticas de JxCat a las actuaciones policiales y el malestar en el cuerpo.
Sàmper llego a proponer en el Parlament revisar el modelo de orden publico, después de que una joven perdiese un ojo supuestamente por un proyectil de precisión en las protestas contra la prisión del rapero Pablo Hasél a principios de este año. JxCat censuró, entonces, la “inaceptable respuesta policial” de los Mossos d’Esquadra por los disturbios de las manifestaciones del cantante ilerdense. Trapero defendió la actuación de los agentes, ante el silencio del consejero.
La etapa de Sàmper estuvo marcada por la restitución del símbolo policial del 1-O que el independentismo creyó que era Trapero, aunque fue absuelto por el Tribunal Supremo y reveló que había un plan incluso para detener al expresident Carles Puigdemont tras su breve declaración de independencia en el Parlament. Aunque tras su destitución este lunes por parte del actual consejero republicano para crear un nuevo modelo de cúpula policial, que espera cumplir con el pacto de Govern entre ERC y JxCat.