Jordi Puigneró, vicepresidente del Govern y máximo representante de Junts per Catalunya en el Ejecutivo liderado por Pere Aragonès, ha utilizado el fin de las concesiones de peajes en las autopistas catalanas para denunciar el "expolio" al que considera que Cataluña está sometida. Más de 550 kilómetros de vías rápidas, titularidad tanto del Gobierno como de la Generalitat, quedarán liberadas a medianoche.
El dirigente autonómico ha visitado el peaje de La Roca del Vallès después de que lo hiciera la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, que ha anunciado que la liberalización supondrá un ahorro de 752 millones de euros al año para los conductores catalanes. Una cifra que ha sido utilizada por Puigneró para hablar de "la dimensión del expolio" en las infraestructuras.
Exige unas disculpas
El también consejero de Políticas Digitales y Territorio ha asegurado que el Estado "debería pedir perdón por el expolio de casi 50 años sin prácticamente construir ninguna autovía en Cataluña", que, según él, han tenido que pagar los conductores catalanes en forma de peaje. Lo ha dicho en una rueda de prensa este martes ante el peaje de la AP-7 en La Roca del Vallès (Barcelona), uno de los que levantará barreras a partir de la esta media noche con el fin de las concesiones de esta vía, la AP-2, la C-32 norte y la C-33.
Puigneró ha insistido en pedir el traspaso de la gestión de la AP-7 y la AP-2 en Cataluña, y en que el Estado rescate las cuatro vías que aún quedarán de pago --todas ellas titularidad de la Generalitat--. Así, ha señalado que estos peajes "son la consecuencia del déficit en infraestructuras que el Estado ha realizado en Cataluña" durante estos años.
Reclama más inversiones
Para Puigneró, los peajes han significado "un expolio que ha sido financiado por el bolsillo de los catalanes y que ha afectado a la competitividad de las empresas y la economía catalanas". El vicepresidente autonómico ha anunciado que este miércoles no asistirá a la inauguración del enlace entre la A-2 y la AP-7 en Castellbisbal (Barcelona) "en protesta" por la lentitud en la construcción de esta infraestructura.
Finalmente, ha explicado que el puente es conocido "como el Puente de la Vergüenza" tras estar diez años construido aunque sin accesos, y ha dicho, explícitamente, que el ritmo de construcción ha sido de 200 metros al año. "Las infraestructuras no se pueden construir a este ritmo y no podemos permitir que el Estado invierta a un ritmo tan lento en Cataluña", ha añadido.