En política, dicen, no existen las casualidades y que Oriol Junqueras hiciera autocrítica procesista el mismo día en que Pedro Sánchez y Pere Aragonès asistían a un acto de Foment del Treball estuvo cargado de simbolismo. Diálogo pidieron los empresarios y diálogo prometieron los presidentes de la Generalitat y del Gobierno en su contacto telefónico de la semana pasada, previo a este cónclave empresarial en el que coincidieron. Una promesa que hoy han explicitado en sendos discursos conciliadores, en los que apostaron por dejar atrás el conflicto y el enfrentamiento.
Previamente, el líder de ERC, que cumple condena por la organización del referéndum del 1-O, había publicado una carta en la que rechazaba la via unilateral y aceptaba la concesión de los indultos. "El gesto que esperaba Moncloa", comentó un miembro de la dirección de la patronal, presente en el cónclave empresarial.
La necesidad de un 'quid pro quo'
En efecto, Sánchez necesitaba de una señal que avalara su arriesgada apuesta personal por la medida de gracia, muy criticada por la derecha política y también por algunos barones socialistas. De ahí la necesidad de un quid pro quo desde el independentismo pragmático que dice representar Aragonès. Y ese gesto vino de la mano de Junqueras, quien puso negro sobre blanco su reivindicación de la Mesa de Diálogo defendida por ERC y el reconocimiento de que la vía unilateral no solo fracasó, sino que no es viable. Creíble o no, la tribuna de Junqueras fue muy bien recibida por los empresarios, ávidos de estabilidad política y seguridad jurídica. "A lo mejor solo es una tregua, pero es un respiro", aseguraba un empresario en los pasillos.
Los discursos de ambos mandatarios, entendieron los asistentes, fue toda una declaración de intenciones. No hubo reunión a solas entre Aragonès y Sánchez, pues el encuentro previo al acto --entrega de la medalla de Foment al editor Javier Godó-- tuvo lugar junto al resto de representantes empresariales. "Querido Pere", fue el arranque de la intervención de Sánchez.