Pere Aragonès ya es presidente de la Generalitat. Lo es al tercer intento y con los votos de su partido, ERC, Junts per Catalunya (JxCat) y la CUP (74), mientras que PSC, En Comú Podem, Ciudadanos, PP y Vox han votado en contra (61). Arranca oficialmente un nuevo mandato cuya finalidad, lo dijo ayer el republicano, es implementar la independencia y hacer inevitable la amnistía y la autodeterminación. Ya investido presidente, Aragonès se ha referido a Oriol Junqueras --presente en el hemiciclo-- "al que agradezco el apoyo y el aprendizaje”, y también a quien ha calificado como su "referente personal y político", el primer concejal republicano en el Ayuntamiento de Pineda de Mar, Pere Horta, ya fallecido.
"Me comprometo a ejercer el cargo con humildad personal y ambición colectiva, con espíritu servicio y valores republicanos", ha dicho. ERC accede a la presidencia de la Generalitat 41 años después --el último fue Josep Tarradellas--, tras cuatro décadas de presidentes de la antigua CDC, del PSC y del actual espacio de Junts. "Visca Catalunya lliure!", ha exclamado Aragonès.
Finaliza así un tortuoso proceso de negociación que comenzó el día después de las elecciones catalanas, hace ya tres meses, y que se ha saldado con dos investiduras fallidas, ultimátums por parte de ERC, plantes de dirigentes llamados a participar en la nueva “Generalitat republicana”, pues este es el calificativo utilizado por Aragonès y un acuerdo de gobierno de coalición que, finalmente, cerró el candidato con Jordi Sànchez, secretario general de JxCat.
Equilibrios entre ERC y JxCat
Un acuerdo que evita una repetición electoral a costa de grandes concesiones por parte de estos dos socios que, tras cinco años de tormentosa convivencia en el Govern, afrontan una reválida. Esquerra cede toda la gestión –el 60% del presupuesto de la Generalitat, recordaba la dirigente de los comunes, Jessica Albiach--, a JxCat, mientras que los neoconvergentes renuncian a poner fechas a un referéndum "a la escocesa" y diluyen el liderazgo de Carles Puigdemont sobre el futuro ejecutivo a través del Consejo para la República. Conscientes de la frustración que generó la traumática legislatura anterior --declaración unilateral de independencia, aplicación del artículo 155 y encarcelamiento de los líderes independentistas--, ERC y JxCat afrontan el reto que supone cumplir con "el mandato del 52% de los votos independentistas" obtenidos el 14F aún siendo conscientes de que el diálogo con el Estado nunca se traducirá en la implementación de la república catalana. "Repite un error en base a una gran mentira del procés", advirtió el socialista Salvador Illa en su discurso.
Por ello, Aragonès ha adoptado en esta sensión de investidura un tono más identitario, mientras que JxCat, a través de Albert Batet, prometía lealtad, no sin antes advertir de que es presidente gracias a la unidad independentista, no porque haya ganado las elecciones. Lo hizo PSC-Units.
Queda inaugurada, por tanto, una nueva legislatura que la oposición augura corta y fiscalizada por la CUP. El Govern tiene dos años de tregua por delante antes de asumir un nuevo ciclo electoral: municipales y quizá nuevo adelanto electoral.