Junts per Catalunya (JxCat) es consciente de que el preacuerdo entre ERC y la CUP, a su juicio cerrado de forma unilateral, tiene como finalidad presionar a los neoconvergentes. Por ello, dirigentes de esta formación amagan ahora con alargar las negociaciones, incluso más allá de este viernes, fecha elegida para celebrar el pleno de investidura del republicano Pere Aragonès. La presidenta del Parlament, Laura Borràs, comienza mañana la ronda de contactos con los grupos para constatar si Aragonès y Salvador Illa (PSC), quienes se postulan como candidatos a la investidura, reúnen la mayoría suficiente. Pero JxCat no tiene ninguna prisa.
Si este viernes el candidato no lograra ser elegido, se abriría un plazo de dos meses, tiempo en el que podría haber más debates de investidura. Si se mantiene el bloqueo, al cabo de este tiempo, el Parlament quedaría automáticamente disuelto y se convocarían nuevas elecciones en Cataluña, a celebrar al cabo de 54 días, es decir, aproximadamente a mediados de julio.
JxCat enfría el pacto con ERC y CUP / CG
Presión a JxCat
Republicanos y antisistema cerraron el domingo un preacuerdo que JxCat asegura desconocer. El objetivo de ERC no es otro que presionar al partido de Carles Puigdemont para sumarse ya a ese tripartito independentista, que ya se plasmó el pasado día 12 con la constitución de la Mesa del Parlament, donde por primera vez conviven los tres partidos. Pero queda por concretar la composición de un futuro gobierno que, en principio, no incluirá a la CUP.
"A veces, las prisas son malas consejeras", ha asegurado hoy la portavoz del Govern, Meritxell Budó, quien ha abogado por que los equipos negociadores de Junts y ERC se tomen "el tiempo que haga falta" para garantizar un "acuerdo sólido" que dé "estabilidad" al futuro gobierno catalán.
"No es tan importante los días que tardemos en alcanzar un acuerdo como que sea un buen acuerdo. Que se tomen el tiempo necesario, pero que el acuerdo sea sólido y que dé estabilidad", ha agregado en una entrevista en Catalunya Ràdio.
La consejera en funciones, de JxCat, ha explicado que se enteró del preacuerdo entre los republicanos y la CUP para investir a Aragonès a través de los medios de comunicación. Sin embargo, le ha restado importancia, porque las negociaciones "se tienen que hacer de forma discreta".
Solidez y estabilidad
Para Budó, lo más importante es que el eventual acuerdo independentista dote de solidez y estabilidad al futuro Govern, que tendrá que afrontar dos grandes retos: la lucha contra la crisis derivada del Covid y el avance en el plano "nacional". Por su parte, el consejero de Interior, Miquel Sàmper, también ha asegurado que ni él ni el resto de miembros del ejecutivo de JxCat conocían el preacuerdo entre ERC y la CUP y ha añadido que no le ve "eficacia" a este preacuerdo.
Uno de los escollos de las negociaciones es el peso que el Consejo para la República debe tener en el futuro Gobierno. Se trata de una especie de “gobierno en el exilio” que, con el tiempo, se ha revelado como un órgano controlado exclusivamente por el fugado Carles Puigdemont. En este sentido, la diputada electa de ERC Laura Vilagrà ha asegurado que la figura del expresidente es importante y "debe tener su papel" en la próxima legislatura, pero ha precisado que ni ERC ni la CUP ven al Consejo para la República "el órgano de dirección colegiada" para llevar la estrategia del proceso independentista, como propone Junts.