Que ERC ceda todo el protagonismo a la CUP en los contactos para formar gobierno tiene muchas lecturas. Un intento de presionar a Junts per Catalunya (JxCat), dar una pátina de progresismo a esa coalición independentista o, incluso, buscar excusas para que esas negociaciones salten por los aires. Pero se trata de una estrategia arriesgada que puede convertir a los republicanos en rehenes de los antisistema. De momento, lo único que ha conseguido el partido de Pere Aragonès es sublevar al cuerpo de los Mossos d’Esquadra, convertido es moneda de cambio en las negociaciones. Y precisamente en una Consejería de Interior que Esquerra ha dicho que dirigirá. “Pero la parte positiva es que los Mossos, particularmente su cúpula, han cerrado filas”, explican fuentes próximas a la policía autonómica.

Esquerra no esconde que cambiar el modelo policial es uno de los temas que hay sobre la mesa de negociaciones. Así lo aseguró ayer el presidente del grupo parlamentario de ERC, Sergi Sabrià, quien incluso explicó que la sintonía con los antisistema es mejor que con JxCat. Pero los neoconvergentes también se han sumado al carro de buscar complicidades con los cupaires. Hasta el punto de que Miquel Sàmper, consejero de Interior y miembro del partido liderado por Carles Puigdemont, ha confesado que no se han condenado de manera contundente los violentos disturbios registrados en las calles tras el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél, para no estropear las negociaciones con la CUP.

Violencia en las calles

Una violencia que ha obligado a los Mossos a cargar y que, el pasado sábado, estuvo a punto de costarle la vida a un agente de la Guardia Urbana, cuando su vehículo fue incendiado por los antisistema. El Govern ha sido muy tibio a la hora de cerrar filas con su policía autonómica. Ésta sí lo ha hecho. Según las citadas fuentes, “los mossos están muy indignados. Que todos los sindicatos actúen a la una, cosa inaudita, denota hasta qué punto están soliviantados por la falta de apoyo del Govern. Les ha molestado mucho el anuncio de la revisión del modelo y el hecho de que se haga al dictado de la CUP. Odian ser moneda de cambio en una negociación política”.

Como ya informó Crónica Global, Josep Lluís Trapero regresó a la jefatura de los Mossos tras ser absuelto de sedición por el referéndum del 1-O, con el propósito de evitar nuevos episodios de politización en un cuerpo. Reconciliado con el comisario Ferran López, quien le sustituyó durante la aplicación del artículo 155 y que ahora ejerce de número dos, Trapero cuenta en esa cúpula policial con Miquel Esquius y Joan Carles Molinero. Todos ellos han cerrado filas con sus agentes ante las reiteradas críticas de la CUP, que quiere eliminar la Brigada Móvil (Brimo), la unidad antidisturbios. Así se visualizó en la reunión que el jefe de los Mossos mantuvo ayer con 200 policías.

 

 

Aragonès plantea llevar al Parlament el debate sobre el modelo policial / EP

Declaraciones hostiles de Sàmper

La restitución de Trapero fue precedida por declaraciones hostiles por parte del nuevo consejero, Miquel Sàmper, quien insinuó que había mentido durante el juicio al asegurar que existía un plan para detener a Puigdemont. Pero es que, además, coincidiendo con el regreso del alto mando policial, Samper afirmó en el Parlament que la Generalitat ultimaba un acuerdo para que sus servicios jurídicos dejen de acusar por atentado a los agentes de la autoridad o por desobediencia a las causas por disturbios, de forma que limitará su acción a un delito de lesiones sólo si hay mossos heridos. Es decir, que en los casos en que los servicios jurídicos de la Generalitat actúen para defender a los mossos heridos en disturbios, rebajarán la petición punitiva hasta el máximo al que están autorizados: el delito de lesiones, descartando los de atentado a la autoridad y desobediencia.

La cúpula policial y los sindicatos, por primera vez en mucho tiempo, han dicho basta al unísono. Y en ese contexto, ERC aspira a asumir la Consejería de Interior.