Vox irrumpe en el Parlament a lo grande. Como cuarta fuerza y 11 escaños, por delante de En Comú Podem, Ciudadanos y PP. ¿Cuáles son las claves de ese auge? Expertos consultados por Crónica Global analizan esos resultados, que atribuyen directamente a un voto de castigo al independentismo, a un discurso de Ciudadanos y PP poco atractivo para el electorado más radicalizado, y a la abstención. Discrepan sobre las similitudes con la extrema derecha europea, pues ven pocas motivaciones económicas.
Uno de los principales expertos en movimientos de ultraderecha y neonazis, Xavier Casals, explica a Crónica Global cuáles son, a su juicio, los principales factores que han permitido a Vox irrumpir como cuarta fuerza en el Parlament. “El voto a Vox supone el castigo al independentismo por excelencia. Ellos ejercieron la acusación en el juicio por el referéndum del 1-O. Su objetivo no es aplicar el artículo 155, como promueven Ciudadanos (Cs) y PP, sino abolir las autonomías”, explica este doctor en Historia por la Universidad de Barcelona.
Al respecto, subraya que "era muy difícil" que la formación naranja y los populares “compitieran” con ese discurso del partido liderado en Cataluña por Ignacio Garriga. “No se puede ir más allá de Vox. El cartel de campaña de Cs era un abrazo y Pablo Casado cuestionó las cargas policiales del 1-O. Y eso no era una opción atractiva para el electorado más belicoso contra el independentismo”. Asimismo, que los presos del 1-O “hicieran campaña facilita la radicalización del voto”. La alta abstención --46,46%-- favoreció a “partidos más nuevos o más capaces de movilizar, como la CUP y Vox”.
Casals también alude al efecto amplificador de los medios de comunicación respecto al boicot a Vox, las llamadas del resto de partidos a frenarlo o el empeño de equiparar a Salvador Illa con esta formación. “Le han hecho la campaña a Vox”, sentencia el experto. Algo que ya ocurrió en las elecciones andaluzas de 2018.
Casals define a Vox como una síntesis de ideologías: la extrema derecha radical española, el trumpismo (erigir un muro en Ceuta y Melilla) o la extrema derecha europea (contra la islamización)”, menciona. Sin embargo, se ha producido un cambio de referentes tradicionales. Con Franco, era Italia y Francia. Ahora es Polonia”. Y aunque el voto siempre es “multifactorial”, considera que no existe una motivación económica, dado que “el programa electoral de Vox en las elecciones catalanas era, literalmente, una hoja donde las medidas están muy centradas en la unidad de España”.
"Defensa del orden constitucional"
¿Pero qué opina Vox de su propio auge? Habla uno de sus fundadores: “Responde a una demanda social de respuesta clara de defensa del orden constitucional y de la integridad de España, sin concesiones ni alianzas coyunturales con quienes lo ponen en peligro, algo que no han hecho en los últimos tiempos los partidos de centro-derecha. No creo que haya que hacer otras lecturas: es el mismo electorado que votó al PP de Aleix Vidal-Cuadras y al Ciudadanos de Albert Rivera, que sigue buscando quien le represente tras los abandonos y ‘bandazos’ de ambas formaciones”.
Oriol Bartomeus, profesor de Ciencia Política de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), ya vaticinó ese crecimiento de Vox, concretamente en el área metropolitana, a costa de Ciudadanos, lo que limitaría la recuperación del PP. Un ejemplo es Mataró, donde el partido logró un 10,7% de los votos, tres puntos más que la media de Cataluña, el 7,69%. No resulta ajeno a ese aumento el hecho de que Mónica Lora, exlíder de Plataforma per Catalunya (PxC) en Mataró, haya sido la número 5 a la llsta de Vox por Barcelona. PxC, que obtuvo buenos resultados en la capital del Maresme en 2011 y 2015, ha sido el embrión del partido de Abascal en Cataluña.
José Pedro Marfil, politólogo y periodista, director del Departamento de Periodismo en la Universidad Camilo José Cela, coincide con Casals en que Vox “coge impulso como consecuencia del procés. A un nacionalismo identitario catalán, se le contrapone un nacionalismo español que se había mantenido latente o inexistente. Todo movimiento populista encuentra su caldo de cultivo en época de crisis: económica y política. Podemos, en 2014 con la crisis económica, y Vox encuentra su caldo de cultivo tanto en la última fase de la crisis como en la crisis política del procés”.
Marfil, miembro de la junta directiva de ACOP, afirma que el partido de Garriga “atrapa a desencantados de la política. Es la versión de extrema derecha del populismo europeo que podemos ver en otros países como Italia o Francia. En España, por nuestra historia e idiosincrasia había más reservas para mostrar determinados planteamientos políticos, pero el altavoz mediático ha generado un importante efecto arrastre”. El politólogo asegura que “el votante de Vox, en parte, no espera utilidad en el voto, es un voto ideológico. Es lo que hace que irrumpa con fuerza y supere a partidos tradicionales que sufren desgaste de gestión: 'me da igual que no vaya a gobernar, pero me van a representar'”.
"No todos son radicales, pero sí desencantados"
Marfil precisa que “no todos los votantes de Vox son radicales, pero sí desencantados. Gente que no comparte o conoce el conjunto del ideario del partido o que se deja llevar por determinados planteamientos aparentemente atractivos. El discurso, al igual que con los populismos de izquierda, es simplista: 'los políticos no valen y hay que cambiarlos'”. No es sólo un discurso contra determinadas políticas, añade, es contra la política en su conjunto. Una enmienda a la totalidad: "Esto tiene sus grietas cuando llegan al poder y su capacidad de acción varía”.
El sociólogo Fidel Oliván discrepa del paralelismo de Vox con la extrema derecha europea. Graduado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Carlos III de Madrid, investigador en Fundación RAIS y editor de Polikracia, Oliván ha coordinado el libro El toro por los cuernos. Vox, la extrema derecha europea y el voto obrero (Editorial Tecnos), una investigación en la que también participan Arturo Regla, Lionel Sebastián Delgado y Tarek Jaziri Arjona.
“El voto de Vox no es obrero, como sí ocurre en otros países europeos como Francia, donde la extrema derecha creció a costa del voto socialista y de la abstención”, afirma Oliván. En este sentido, precisa que este partido “ha recogido el descontento de las desigualdades políticas, no económicas. No funciona el ‘nos quitan el trabajo’ como sí puede suceder en Gran Bretaña, porque en España no hay un sistema liberal". El sindicato de Vox, Solidaridad, fue presentado en Coslada, un municipio del cinturón rojo madrileño gobernado por el PSOE. “Veremos como evoluciona ese apoyo obrero”, añade Oliván.
Cruce de identidad y clase
En el caso de Cataluña, como ocurrió en el País Vasco, Vox “ha recibido el voto contrario al proceso independentista, un cruce de identidad y clase”, mientras que en otros puntos de España, como Murcia o Almería, sí hay un voto más cercano al europeo, contrario a los inmigrantes”.
El sociólogo considera que el programa electoral de este partido “es muy neoliberal. Además, Vox no es un partido populista en el sentido de ir contra el establishment. Al contrario, es muy institucional, mientras que en Francia sí es más contestatario”.