El líder de Podemos, Pablo Iglesias, no abandona su diseño teórico --alejado de la actual monarquía parlamentaria--, aunque como vicepresidente del Gobierno haya asumido un papel subsidiario de los socialistas. Iglesias, de viaje oficial en Bolivia para asistir a la toma de posesión de su nuevo presidente, Luis Arce, y acompañando al jefe del Estado, el rey Felipe VI, defiende que el horizonte de Podemos no es otro que “la República”, entendida como la mejor palanca para la defensa de los “servicios públicos, la modernización económica”, o “una vinculación con la tradición democrática histórica de una España concebida en términos diversos”. Todo ello, a su juicio, se puede “convertir en una pregunta electoral” --en un hipotético referéndum--, al relacionar esas cuestiones con el modelo de Estado republicano. Con ello vincula la apuesta por la República en términos como los que defiende el filósofo político Philip Petit, que asesoró al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.
El diseño político está en la cabeza de Iglesias, que ahora asume el papel menor de Podemos en un Gobierno en el que el PSOE es preponderante, y con el socialista Pedro Sánchez a la cabeza. Lo sostiene en una larga entrevista en una publicación latinoamericana con sede en Buenos Aires, en Argentina, con el nombre de Jacobin América Latina. El propio Iglesias se hace algunas preguntas y las contesta ante el entrevistador, Eoghan Gilmartín, escritor y traductor que reside en Madrid.
Iglesias fija como "tarea fundamental" de Podemos avanzar hacia la República / EUROPA PRESS
Asumir ser el socio minoritario
Poco antes de viajar a Bolivia, Iglesias se prestó a esas reflexiones en una publicación del socialismo alternativo con un mensaje central: Podemos era consciente de que, con el apoyo a la moción de censura que protagonizó Sánchez contra Mariano Rajoy, iba a ofrecer el poder al PSOE, y que este, en unas elecciones, podría beneficiarse. Pero tomó esa decisión con el objetivo de formar parte del Gobierno a toda costa, como segundo partido, y sin plantear una larga batalla para intentar el sorpaso a los socialistas. Lo más importante es “formar cuadros, desde dentro del Gobierno”, y afrontar ahora, por circunstancias que nadie esperaba y con Podemos como participante directo en el Ejecutivo, la dirección y gestión de 140.000 millones de euros procedentes de las ayudas del fondo europeo. Eso es, a su juicio, lo que la “derecha” no soporta. “Que el adversario se haya encontrado a los que define permanentemente como peligrosos bolcheviques dentro de un gobierno cuando llega un momento keynesiano… Yo comprendo que se estén tirando de los pelos y arañándose las mejillas, es normal. Me pongo en su lugar y lo comprendo”, señala Iglesias.
El líder de Podemos asume que todo puede salir mal, pero cree que su partido debía intentar esa vía, a la que se prestó Pedro Sánchez para poder ser investido y formar gobierno. La posición de Iglesias se debe a una profunda reflexión interna, asegura, y lo señala de forma directa en la publicación hispanoamericana: “Es mucho más difícil obtener réditos electorales cuando eres el socio minoritario de la coalición. Pero, al menos, presenta una posibilidad inédita. Esto nos permite formar parte de la dirección del Estado, nos permite formar cuadros de gobierno que no tenemos, nos permite un conocimiento y una praxis de Estado (que no se adquiere estando en gobiernos municipales y en gobiernos autonómicos) y nos permite participar, aunque sea desde una posición modesta, en decisiones cruciales sobre la dirección del país”.
El papel del rey Juan Carlos
Las cartas de Iglesias están sobre la mesa. Son diáfanas. En la actual coyuntura económica y social, el líder de Podemos defiende sus aportaciones, el empuje a medidas como el ingreso mínimo vital, reclama que el poder público sea determinante en la transición energética y ecológica, y admite que en el seno del Gobierno hubo una “discusión grande” sobre la privatización de Bankia, absorbida por Caixabank. Asimismo, apunta que peleará por dirigir esos fondos europeos en la línea que defiende Podemos, desde la asunción de que la experiencia socialista es otra, marcada por los ministros de Economía como Solchaga, Solbes y Sebastián.
Es lo que le lleva a defender la República, después de razonar el papel del rey emérito Juan Carlos I. Valora que se identificara con la democracia, como forma para que la monarquía “siguiera existiendo”. Pero que todo eso tuvo una contrapartida: “Ser condición de posibilidad de los avances democráticos. No está mal pensado como solución. Y al mismo tiempo conseguir que en España no haya transición económica, conseguir que los mismos apellidos que se hicieron ricos por su cercanía al Estado franquista se puedan reconvertir en nuevos empresarios democráticos”.
Un cajón con todas las peticiones
Aquella operación, y lo señala el líder de un partido que cogobierna España, ya no sería posible ahora, a juicio de Iglesias, porque no se dan los consensos necesarios, al entender que el PP está siendo muy presionado por la “ultraderecha” de Vox. Iglesias entiende que él mismo puede quedar fuera de juego, y que la derecha gane “y convierta a España en Brasil”, pero insiste en que mantendrá su apuesta.
Mientras ha acompañado al Rey en ese primer viaje oficial a Bolivia, Iglesias persiste en el horizonte de Podemos, que, como “fuerza republicana de implantación estatal”, puede defender mejor que ninguna otra formación política esa "República". Y ahí lo abraza todo, con preguntas que él mismo se formula:
“Entonces, ¿cuál es el espacio de crecimiento de Unidas Podemos en el futuro? ¿O cuál es el significante? La República. La República puede convertirse en el horizonte, en el significante vacío que sirva para que la defensa de los servicios públicos, la modernización económica, los derechos de las mujeres, los derechos de colectivos subalternos, el desarrollo del derecho del trabajo en el posfordismo, identidades de país, plurinacionales, laicas, abiertas, cívicas, una vinculación con la tradición democrática histórica de una España concebida en términos diversos, se conviertan en una pregunta electoral”.