Marta Pascal, candidata del Partit Nacionalista de Catalunya (PNC) a las autonómicas del 14F, apuesta por asumir en Cataluña el papel que hace el PNV en el País Vasco. La líder de la nueva formación apuesta por el diálogo, pero también insta a Pedro Sánchez a pasar de las buenas palabras a los hechos concretos, lo que se traduciría en aplicar una relación de bilateralidad entre Generalitat y Gobierno, y resolver "los temas económicos pendientes". Así lo señala en una entrevista para Crónica Global.
Pregunta: Este discurso de centrarse en la gestión del día a día coincide con el PSC y con ERC. ¿Cuál de ellos será su rival? ¿En qué ámbito pretende captar votos el PNC?
Respuesta: El nuestro es un proyecto nacionalista, catalanista, que pretende que este país avance desde el punto de vista económico y nacional. Nosotros no vamos a renunciar a nuestros ideales, pero creemos que la solución ahora mismo pasa por el pacto, por la exigencia y por la bilateralidad. Por tanto, le vamos exigir al Gobierno español, no solo que pague lo que nos debe, sino que sea eficiente en sus decisiones y que no perjudique a los ciudadanos de Cataluña, como está haciendo ahora mismo en muchos ámbitos. Pero el nuestro no es un proyecto de izquierdas, como puede ser el del PSC o el de ERC. Nosotros somos un proyecto centrado que va mucho más allá de las etiquetas y que lo que quiere es aportar soluciones.
P: ¿Cómo ve la Barcelona de Colau?
R: La ciudad está sufriendo un liderazgo de la señora Colau que es sectario en muchos ámbitos, como se ha demostrado en las políticas de vivienda o de movilidad, absolutamente improvisadas. Solo hay que pasearse un poco por las calles de Barcelona para ver cómo ha quedado el mobiliario urbano, cómo se están quejando los restauradores, que explican que en estas condiciones es muy difícil trabajar. Es una ciudad que tiene que brillar otra vez, a la que hay que darle la vuelta. Y nuestra propuesta política es acorde a una ciudad en la que se vive mejor que en muchas otras europeas, que quiere ser polo de atracción de inversiones internacionales. Una ciudad que sea amable, favorable a la actividad económica y en la que la administración municipal y las empresas colaboren.
P: Estrenan una sede nueva en breve. ¿El PNC está bien respaldado financieramente?
R: El PNC es un proyecto que primero tuvo la solidez programática --el trabajo hecho en El País de Demà--, la solidez política --saber que hay gente en todo el territorio dispuesta a dar la cara por el partido-- y finalmente la solidez económica de un proyecto que es nuevo que quería hacer las cosas bien y que, vista la experiencia de algunas formaciones políticas, también quiere hacerlas de forma muy honesta. Nosotros hemos dado siempre pasos firmes y proyectos muy concretos. Y ahora estamos a disposición de establecer un espacio de trabajo, de tener un punto de encuentro con la ciudadanía. Esta es una señal más de que este no es un proyecto coyuntural, sino que mira a medio plazo de forma ambiciosa.
P: ¿Con quién tiene más afinidad el PNV, con el PNC o con el PDECat?
R: El PNV es el que tiene que responder a esta pregunta. Nosotros tenemos unas siglas muy claras y quien ha tenido desde el principio la vocación de hacer de PNV en Cataluña es el PNC, no solo porque nos llamamos así sino porque el nuestro es un proyecto político netamente nacionalista que no excluye y que va desde el catalanismo al independentismo, y que sobre todo hacemos política útil y miramos hacia delante. Tenemos buena relación con el PNV, y yo personalmente la tengo con el lendakari Urkullu, que además fue muy amable y me prorrogó el libro. Hemos tenido conversaciones con ellos en los últimos días y seguiremos teniéndolas. Somos un partido de estricta obediencia catalana --trabajamos en Cataluña y pretendemos gobernar Cataluña-- pero para nosotros, evidentemente, el PNV es un referente.
P: ¿El PNC pretende participar en la gobernabilidad de España?
R: Nosotros queremos ser útiles, no al Gobierno español de turno, sino a los ciudadanos de Cataluña. Por ello, nuestros escaños en el Parlament, en el Congreso, en el Senado, en el Parlamento Europeo, en los ayuntamientos estarán en función de los intereses de la mayoría de los catalanes. Esto es algo que hasta ahora no ha sido así por parte de algunas formaciones políticas, lo que es novedoso. Sin complejos. Nosotros nos debemos a los ciudadanos de Cataluña y vamos a poner sus intereses por delante. Y vamos a subir el nivel de exigencia al Gobierno español: Pedro Sánchez tiene que pasar de las buenas palabras a los hechos concretos. Y no solo están los temas de la resolución del conflicto político y de los presos, también está todo lo que hace referencia a la bilateralidad entre la Generalitat y el Gobierno español, los temas pendientes a nivel económico que se tienen que solventar y todos aquellos proyectos que este país merece porque tiene capacidad económica y talento suficiente para sacarlos adelantes pero que ahora mismo la Administración del Estado, por inoperancia, por incapacidad o por falta de voluntad, está frenando. Y esto no lo podemos permitir.
P: ¿La mesa de diálogo servirá para algo?
R: Después de diez años de cada uno tirando para un lado, una mesa de diálogo era necesaria y yo creo en ella. Hay que confiar en que nadie esté haciendo teatro. Les pido a los que están sentados en ella que tomen decisiones valientes porque, al final, ya sabemos que a algunos les interesa que en Cataluña las cosas no vayan bien, que la decepción se extienda. Nosotros creemos que podemos modificar algunos temas que hagan que la ciudadanía en Cataluña esté mucho mejor de lo que está ahora.
R: Además de desproporcionado, me parece un sinsentido más en este proceso de judicialización de la política. Creo que un Parlament es un espacio donde se tiene y se debe poder hablar de todo. Y me parece una mala noticia ver a gente como Lluís Corominas o Anna Simó sentada en el banquillo de los acusados por permitir un debate político. Hay que volver a la política y dejar los tribunales para lo que corresponda.
P: ¿Pero cómo se podía parar el procés?
R: Es evidente que hubo errores por todas partes, pero en un Parlament hay que poder hablar de todo. Puedo aceptar --como yo misma dije-- que la declaración de independencia, si no estamos en condiciones de aplicarla y además no tenemos a la mayoría del país al lado, pues no podemos proseguir y hay que convocar unas elecciones; la ley de transitoriedad del 6 y 7 de septiembre… pues es una fecha que no es bonita… es evidente que tuvimos muchos errores. Pero tampoco me gusta cómo se comportaron la Policía Nacional y la Guardia Civil el 1 de octubre, ni la incapacidad del Gobierno de Mariano Rajoy en aquel momento para ofrecer soluciones y para sentarse a una mesa y aceptar que en Cataluña hay un problema político. Ha habido errores por ambas partes, pero con una desproporción en la aplicación del código penal esto no lo arreglamos. Por eso hay que intentar dar un paso adelante.
P: ¿Pero cree que el independentismo cometió ilegalidades en el procés?
R: Es evidente que el independentismo tuvo errores --he citado el 6 y 7 de septiembre como momento difícil, complicado-- pero tampoco me parece que sea muy legal por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado dar porrazos a la gente el 1-O. Con lo cual, no voy a entrar en esta batalla dialéctica porque la cuestión es que en esta última década ha habido errores por ambas partes, pero este país no se puede permitir de ninguna de las maneras seguir en esta línea. ¿A mí qué me gustaría como nacionalista, como independentista? Pues que la solución política en Cataluña viniera de una votación. ¿Esto ahora no es posible por una coyuntura económica complicada o porque hay que reformar la Constitución o porque hay que seguir trabajando en la línea de las grandes mayorías? Bueno, pues nos damos tiempo para trabajar en esta línea. Mientras tanto, la gestión del día a día debe tener ambición para hacer de este país un espacio económico potente.
P: Ante la polarización actual, ¿no cree que su independentismo paciente y pragmático es difícil que convenza tanto al independentismo radical --que sigue teniendo prisa-- como al catalanismo no independentista --que les ven demasiado separatistas--? ¿Es posible que su posición haya pasado de moda, o que se hayan adelantado demasiado en el tiempo?
R: Me gusta la pregunta porque reconoce que no había nada semejante al PNC y ahora ya lo hay. Creo que el nacionalismo catalán ha sido capaz de transformar la sociedad catalana --incluso desde finales del siglo XIX-- cuando ha lanzado un mensaje inclusivo. Nosotros estamos en esa línea. Hemos venido a romper la polarización, los dos bloques, las dos trincheras, ese “eres independentista o no lo eres”. En el PNC hay independentistas, como es mi caso, y hay personas catalanistas que en un referéndum votarían que sí, con lo que están en la línea de que Cataluña tenga algún día un estado independiente, pero la forma en la que se han hecho las cosas no acompaña a una mayoría social amplia. Este nacionalismo, este catalanismo, ahora declinado en forma de “los del referéndum acordado”, tiene los deberes de intentar sumar en este espacio central a todas las personas catalanistas y soberanistas que estamos cómodos en el derecho a decidir pero que mientras tanto queremos construir el país. Soy consciente de que hay pendiente mucha pedagogía pero, a nivel privado, muchísimas personas están pidiendo una iniciativa política en esta línea. Y como no somos de quedarnos sentados en una silla, hemos decidido tirar adelante con ella.
P: ¿Qué pasaría con el partido si el PNC no obtuviese ningún escaño el 14F?
R: Nosotros nos presentamos con la ambición de entrar en el Parlament, pero nuestro proyecto es a medio plazo. Tras las catalanas vendrán las elecciones al Congreso, las municipales, las europeas… Estamos convencidos de que este proyecto político ahora mismo en Cataluña no existe, que hay que estructurarlo, que hay que crear este espacio político y de ideas, y vamos a seguir. Creo que esto irá bien y que estaremos en el Parlament. Estoy convencida de que en este momento la sociedad necesita un discurso de exigencia pero también de diálogo y de entendimiento.