“Hace tiempo que la ANC pasó de una idea positiva a una propuesta negativa y poco constructiva”. Habla un alto cargo republicano, tras conocer que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) pretende movilizar a 48.000 personas en la Diada, a pesar del riesgo de contagio de coronavirus que ello supone. La reflexión responde, tanto a los riesgos para la salud que ello implica, como a la encerrona política que esa movilización puede suponer para los republicanos, cuya presencia en todo caso será de perfil bajo.
Como se sabe, ERC dirige la Consejería de Salud de la Generalitat, cuyo secretario de Salud Pública, Josep Maria Argimon, advirtió el pasado lunes que no es oportuno hacer manifestaciones dado que aunque se adopten "todas las medidas de seguridad", como el uso de mascarillas y el mantenimiento de las distancias de seguridad, "también hay que evitar toda la movilidad que comportan", dijo el experto.
Actos contra el diálogo de ERC
Pero es que, además, la ANC quiere rodear instituciones que considera “unionistas”, como la Universitat de Barcelona, o que directamente dependen del Estado, como las delegaciones del Gobierno en Cataluña. La finalidad no es otra que denunciar, de nuevo, “la represión” que sufre la causa independentista, sino también criticar el diálogo que defiende ERC.
El propio Quim Torra puso en bandeja a la ANC esa vía de desgaste del contrincante. Tras admitir en una rueda de prensa que "el derecho legítimo de manifestación choca con la reducción de la interacción social" por lo que "una manifestación no sería posible", Torra emitió después un comunicado en el que precisaba que "la prohibición en toda Cataluña de hacer encuentros sociales de más de 10 personas en el espacio público y privado no afecta el derecho a la manifestación". La Diada estaba a salvo.
“Si somos coherentes, no podemos acudir masivamente a esas concentraciones”, explican dirigentes de ERC. A nivel de partido, no hay todavía una decisión tomada. “Estamos pendientes de conocer bien los detalles de cómo irá todo y una vez lo sepamos, acudiremos como siempre”, explica un portavoz de la formación liderada por Oriol Junqueras.
Los plantes de 2019
El año pasado, ya hubo plantes significativos por parte de ERC el 11 de septiembre. Los dos exconsejeros de la Generalitat, Josep Huguet y Anna Simó, rechazaron acudir ante la previsión de que la concentración de la ANC se convirtiera “en un aquelarre purificador contra los traidores”.
Las relaciones entre Junts per Catalunya y ERC no han mejorado, las guerra se ha recrudecido debido al ambiente preelectoral y la ANC ya no esconde que sus únicas complicidades son con Carles Puigdemont y su estrategia de “confrontación inteligente”. Por el contrario, la mesa de diálogo que defienden los republicanos, a juicio de la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, debilita las expectativas independentistas.
Junqueras ha sido muy claro a la hora de desmarcarse de esa confrontación con el Estado y de subrayar la falta de ideas que hay detrás de esa consigna de Waterloo. Es evidente que la pugna entre los socios no cesa. Ayer, el entorno de Puigdemont se sumó a un intento de linchamiento del presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC) mediante la distribución de un fake sobre la celebración del 40 aniversario de la restitución de la Cámara catalana. Altos cargos del Govern también participaron en la mentira.
Anulación de actos en Berga
Ante este escenario, y la espera de que se perfilen los detalles, ERC no muestra entusiasmo por unas concentraciones que, como se ve, entrañan un doble riesgo. El sanitario comienza a hacer mella en algunas sectoriales de la ANC, como la de Berga, que ha anunciado que no hará ningún acto "por responsabilidad con la salud pública".
Y es que quedan ocho días para que se celebre la Diada más dividida, desde el punto de vista independentista, de todos los tiempos. Y eso va también por la guerra entre PDECat y el nuevo partido de Carles Puigdemont, que se ha saldado con un goteo de bajas en el partido heredero de CDC.