Inés Arrimadas ya lo advirtió. “No a la baronía, sí a una Cataluña Suma”. La primera parte de la frase se ha cumplido y el relevo de Lorena Roldán por Carlos Carrizosa en la candidatura a la presidencia de la Generalitat ha sido ejecutado por un reducido grupo de dirigentes, el núcleo duro de la presidenta de Ciudadanos, sin contar con una agrupación catalana donde ahora se impone el silencio. Una forma de obrar, la del “ordeno y mando” desde la ejecutiva nacional, que se remonta a la época de Albert Rivera y que siempre ha suscitado indignación entre dirigentes, militantes y concejales de la formación naranja.
Sobre la segunda premisa, la de la Cataluña Suma, ha sido uno de los argumentos esgrimidos para propiciar el cese de Roldán que, desde el PP catalán, ha sido encajado con una mezcla de perplejidad y buen humor. “Nos hace gracia que nos intenten usar de coartada. Nos da igual Roldán que Carrizosa”, afirma a Crónica Global un dirigente de los populares catalanes, inmersos en un análisis de las ventajas e inconvenientes de formar parte de una candidatura única con Cs, como se hizo en Navarra y en el País Vasco. El PPC no concibe esa lista constitucionalista sin Alejandro Fernández como cabeza de cartel. El PSC no piensa, ni por asomo, sumarse a esa ecuación.
Carrizosa rompe la DUI (septiembre de 2017) / EP
El partido no quiere díscolos
El mutismo sobre los verdaderos motivos de la destitución de Roldán en ese núcleo duro de Arrimadas es absoluto. Y, de hecho, parece haberse instalado una ley del silencio en algunos diputados del Parlament que no quieren ser tachados de díscolos, pues hay en juego las primeras posiciones en una candidatura que, con o sin aliados, es improbable que repita los resultados de 2017, cuando Cs ganó las elecciones con 37 diputados. Un capital derrochado a fuerza de cambios de estrategia y de liderazgos.
Sin duda, la lucha por ocupar los primeros puestos de la candidatura será ardua. "Callar y que pase el temporal, eso es lo que toca ahora", señalan desde la formación liberal. Ello no ha evitado que dirigentes territoriales se hayan pronunciado a riesgo, dicen, de ser sancionados, tal es el cesarismo existente en Cs desde los tiempos de Rivera. Arrimadas ha sido continuista en ese sentido, aunque desde la ejecutiva se asegura que siempre se ha escuchado a la militancia.
“También se sacó pecho de las primarias como activo del partido, y ahora se lo pasan por el forro”, afirma un miembro del sector crítico, nuevamente revuelto por los cambios que consideran incomprensibles.
Mujer y relevo generacional
Roldán fue elegida candidata a las elecciones catalanas en julio de 2019. Posteriormente, se le atribuyeron cargos orgánicos en el partido que ahora, unidos a su función de senadora, el equipo de Arrimadas ve incompatible con que sea cabeza de lista en los comicios.
La elección de Lorena Roldán, definida por algunos como un trasunto de Arrimadas y cuyo errático perfil --en 2013 participó en un acto independentista de la Diada-- despertó inquietud en parte de la militancia, vino acompañada de un giro de Cs hacia posturas más moderadas. Menos "cartelitos" --Arrimadas, Carrizosa y Roldán habían usado y abusado de los mismos en el Parlament-- y visitas a territorios hostiles y más flexibilidad en los pactos municipales fueron las consignas dadas por la nueva presidenta de Cs.
Vuelta al discurso duro
Roldán (Tarragona, 1981) asumió ese nuevo rol lo que, unido a su condición de mujer, supuso un avance en esa nueva etapa en la que se pretendía dar cabida a una cierta renovación generacional. Por eso, algunos militantes consideran que la elección de Carrizosa (Barcelona, 1964) como candidato supone un paso atrás y no entienden que un dirigente que ya se identifica con la vieja guardia y con un discurso durísimo tenga más posibilidades electorales y de allanar el terreno hacia esa lista conjunta constitucionalista.
¿Cuál es entonces el verdadero motivo de la destitución de Lorena Roldán? “Un ajuste de cuentas. Carrizosa es el hombre de confianza de Arrimadas, mientras que Roldán está identificada con Rivera. Y ya se sabe que las relaciones entre Arrimadas y Rivera no eran precisamente amistosas”, explica un exdirigente de Cs.