¿Cómo va el partido? La democracia liberal quiere jugarlo, con ganas, con deseos de ganar o, por lo menos, quiere demostrar que tiene capacidad para competir. Pero lo tiene difícil. “La democracia liberal está perdiendo frente al Ciberleviatán”. Lo afirma José María Lassalle en un encuentro organizado por el Círculo de Economía junto a Pipo Serrano, director de Estrategia Digital y Contenidos de Broadcaster and Bas. ¿Pero quién juega a su lado, y quién no parece temer que el partido se acabe perdiendo?

Lassalle lo señaló en conversación con Serrano: “La democracia está perdiendo frente a la economía de las plataformas, frente a un modelo basado en los algoritmos, que pretende maximizar los beneficios, y el problema es que la sociedad no expresa con el suficiente dramatismo el peligro. Y más en estas circunstancias, en las que la atención está puesta en el cuidado de la salud”.

¿Cómo se defiende la democracia liberal?

¿Es una exageración? Las reflexiones de Lassalle, intelectual, exsecretario de Estado de Cultura con los gobiernos de Mariano Rajoy y miembro de la Junta del Círculo de Economía, ha impulsado un conjunto de debates sobre el humanismo digital. Frente la revolución de las tecnologías de la información, todo quedará afectado y, en primer lugar, la propia relación del ciudadano con el sistema político que se conoce en Occidente como la democracia liberal.

Serrano destacó esa cuestión, al preguntar a Lassalle, en un encuentro telemático, sobre las consecuencias prácticas de ese posible control social. “Será necesario que la democracia liberal se defienda, reclamando que se respete un marco de justicia que hasta ahora se consideraba esencial: y eso hace referencia a la higiene en el trabajo, los derechos laborales, y las distintas injusticias entre colectivos que nos podemos encontrar”.

El dueño de los datos que generan los ciudadanos

Justo el mismo día en el que en el Congreso se aprobaba la cuarta prórroga del estado de alarma, lo que supone restricciones en el derecho de circulación y de reunión, Lassalle pedía que se reaccione ante la imposición de unas normas tecnológicas que van a intentar controlarlo todo. “Se sabe quién es el dueño de un robot, por ejemplo, de una determinada tecnología, pero ¿quién es el dueño de los datos que generamos? ¿Nosotros? Eso es lo que está en juego”.

Es decir, y como apuntó Serrano, el periodo de reclusión social “puede ser un momento de hibernación para la sociedad, ¿pero todos están en esa misma situación? A juicio de Lassalle hay muchas empresas que “están aprovechando el tiempo”, con todos los datos que se están generando. Eso provocará, posteriormente, un alud de nuevos servicios que el conjunto de ciudadanos elegirá, sin saber que se pueden adaptar como un guante a sus supuestas peticiones a partir de la información que se ha ofrecido sin saberlo.

El modelo: ¿Trump como el CEO con éxito?

¿Hay posibilidades en algún rincón del mundo para hacer frente a esa revolución? A juicio de Lassalle es en Europa donde se debería presentar batalla, por la enorme riqueza que aún mantiene, y por el marco jurídico que se ha desarrollado. La tentación, sin embargo, puede ser otra: “Tenemos el modelo de Donald Trump, que es una especie de CEO que procura maximizar beneficios”, o el que sigue China, que lo pone todo "al servicio de la supuesta seguridad del ciudadano”.

La democracia liberal no está muerta, pero va perdiendo ese partido, a no ser que reaccione con una mayor “regulación”, y haciendo respetar lo que se ha conseguido. Pero para ello, Lassalle entiende que debe ser la mayoría de la sociedad la que tome consciencia de ello y trabaje con esquemas de solidaridad y justicia. Debe ser “la fe humana en la libertad y el progreso” la que consiga esa reacción. En caso contrario, las cosas para esa democracia de raíz liberal, anglosajona, de Stuart Mill y Bentham, desarrollada después con la Constitución de Estados Unidos, y perfeccionada con elementos de mayor participación en la Europa continental, podría tener los días contados.

“Después de 2001 y, sobre todo, desde el inicio de la crisis económica de 2008, el liberalismo vive en retirada, asediado por la compleja hostilidad de una posmodernidad que no le da tregua. Esta circunstancia, asociada al fenómeno del data tsunami y al desarrollo de una economía de plataformas monopolísticas, arrastran al liberalismo hacia el abismo si no reacciona y asume que tiene que renovarse ante un tiempo que hace prescindibles las respuestas que ofrece”, señala Lassalle en su libro titulado, precisamente como Ciberleviatán, el colapso de la democracia liberal frente a la revolución digital.