El Comisionado del Gobierno para el Corredor Mediterráneo, Josep Vicent Boira, ha analizado la nueva situación que se abre con la pandemia del coronavirus. Las relaciones comerciales, personales, y el sector turístico cambiarán, pero no se pasará de la noche a la mañana como si fuera una transformación radical o revolucionaria. En ese contexto, Boira entiende que “la crisis debe acelerar el corredor mediterráneo”, porque lo que llega no es tanto una renuncia a la globalización como una apuesta por la “globalización de la media distancia”.
Boira debatió este lunes en el Círculo de Economía con el exalcalde de Barcelona y miembro de la Junta directiva del lobby empresarial, Jordi Hereu. En una sesión telemática, abierta, con la participación de los socios del Círculo, Hereu y Boira analizaron el futuro de las infraestructuras de transportes en los próximos años, con la idea de que la pandemia forzará cambios, pero que, en realidad, los “acelerará”, porque ya estaban presentes en los últimos años.
Mantener los plazos marcados
El catedrático de geografía humana de la Universidad de Valencia, que fue secretario autonómico de vivienda, obras públicas y vertebración del territorio en la Generalitat valenciana, considera que el ferrocarril puede vivir unos nuevos tiempos de oro, porque se han concentrado varios factores: la necesidad de repensar la globalización, la preocupación por el medio ambiente, y la necesidad de inyectar nuevas inversiones para la “reconstrucción” de Europa.
En ese contexto, el plan para vertebrar el corredor mediterráneo no debería variar, a su juicio, con un horizonte que está marcado para 2023: la conexión entre Algeciras y la frontera francesa, y para 2030, cuando debería estar finalizado todo el proyecto transeuropeo. ¿Pero, el corredor para qué?
Funcionar sin red, como acróbatas
En la conversación con Jordi Hereu, y con preguntas de los socios del Círculo, Boira señaló que se abre una “tercera vía”. Los contrarios a la globalización, con proyectos “populistas” –en palabras de Hereu—no podrán imponerse a los que consideran que el proceso económico iniciado hace unas décadas no puede variar. Pero sí pueden abrirse camino los que consideren que se debe defender una “globalización de la media distancia, que tenga en Europa un campo de juego”. Y para ello está el ferrocarril.
Ese proceso lo ejemplifica Boira con su propia experiencia para analizar el actual sistema económico: “Recibo la tinta de mi impresora desde Malasia. Me llega a Valencia vía Frankfurt; y reciclo esos cartuchos vía París, donde los recogen y tratan. Y mi pregunta es si eso debe seguir siendo así”. La idea de Boira es que los países europeos ganen peso en el sector industrial, pero sin recuperar una especie de “autarquía”. Sólo respecto a algunos procesos industriales que se crean necesarios, en determinados ámbitos, como pueda ser el sanitario. La globalización no se debe poner en juego, pero sí ajustarla a la nueva situación, con medidas más acorde con las realidades territoriales. La palabra que utiliza Boira y que hizo suya Jordi Hereu es que se debe pasar del just in time al just in case; es decir, jugar con red. “El problema que hemos tenido es que hemos trabajado todos sin red, como acróbatas, y cuando las cosas van bien es maravilloso, pero hemos visto que puede haber problemas, por lo que, de ahora en adelante, deberíamos contar con alguna red”. Esa red es una mayor producción local en determinados sectores, con alguna capacidad de reserva para tiempos complicados.
Más mercancías por ferrocarril
El corredor mediterráneo debería resolver uno de los grandes problemas del transporte en España, a juicio de Boira, y es que hasta el 94% del transporte de mercancías se realiza por carretera. En el debate en el Círculo se abordó la posibilidad de que el AVE pudiera servir también para el transporte de mercancías, pensando en el ferrocarril del corredor mediterráneo tendrá un carácter mixto, con pasajeros y mercancías. “La inversión es clara, por cada euro invertido, según la propia Comisión Europea, se generan 3,4 euros, y ello debería tenerse en cuenta en esa reconstrucción que se piensa acometer para paliar la pandemia”, señala el Comisionado del Gobierno español, nombrado por el Ejecutivo de Pedro Sánchez en 2018.
El problema también lo tiene Europea, pero desde otra perspectiva. Si un español decide viajar a Bruselas o a Milán, puede hacerlo en coche sin cambiar de vehículo. Nadie le objetará que viaje por diferentes países con su vehículo. Pero en el caso del ferrocarril no hay una “homologación” de las locomotoras, y sólo algunas, entre ellas las alemanas, pueden discurrir por toda Alemania o Francia. Boira señala que ahora se trata de “rematerializar” Europa, con símbolos como la locomotora, con la idea de que el ferrocarril, con las redes transeuropeas, sirva como proyecto de unión de todos los europeos.
Una de las bases para creer que el ferrocarril puede vivir unos buenos momentos es el informe del banco UBS, que concluye que en los próximos años podría ganar de forma rotunda la batalla frente al avión, tanto respecto al sector turístico como a los viajes de negocios. Si el proceso económico va en esa dirección, se abre una buena oportunidad para España y el corredor mediterráneo, siempre que la crisis no provoque el aplazamiento del proyecto.