Las cosas van a cambiar. Es una formulación que repiten estos días intelectuales, académicos y empresarios. Lo que puede suponer la crisis del coronavirus, en diferentes ámbitos, será de envergadura, aunque muchos puedan considerar que también se reflexionaba en estos términos con la crisis financiera y económica de 2008. La patronal Foment del Treball, a través de su Instituto de Estudios Estratégicos, que dirige Jordi Alberich, tiene claro que los cambios se producirán y que en el horizonte inmediato se dibujan diferentes tendencias en el terreno político, empresarial y sanitario.
Más allá del corto plazo, de que España pueda paralizar la curva de infectados por el coronavirus, de que se pueda ir normalizado la vida social y económica en los próximos meses, la pandemia dejará un legado, a juicio del servicio de estudios estratégicos de Foment. Hasta diez tendencias ha identificado la patronal catalana.
Mercados y deudas
Proteccionismo. Uno de los aspectos que cambiará es el propio concepto de globalización. Una de las consideraciones que se formula es que se tenderá hacia el proteccionismo, con un mayor vigor por parte de los estados nacionales, que, en Europa, se verá reforzado por la “lejanía” con la que es percibida la Unión Europea. Pero ese fenómeno será mundial. “Una tendencia proteccionista generalizada, que vendrá reforzada por el previsible mayor endurecimiento de la postura de Estados Unidos frente a China, con la perspectiva añadida de las elecciones presidenciales norteamericanas en noviembre. Por ello, por sorprendente que pueda resultar en este contexto, debe prevalecer la voluntad de que el proyecto europeo salga reforzado de esta crisis. Es su gran oportunidad”, señalada el documento que ha elaborado Foment y que ha conocido Crónica Global.
Es decir, no hay nada determinista, todo apunta hacia lo que ha analizado el equipo de Jordi Alberich, a menos que se ponga remedio a alguna de esas tendencias.
Endeudamiento. La segunda derivada es que todas las economías deberán endeudarse de forma notable. Y las políticas públicas deberán asumir una mayor demanda de servicios públicos, para atender el mayor desempleo, la sanidad o a los colectivos más vulnerables. Y ello se producirá sobre las espaldas de países que todavía arrastran la crisis de 2008.
Movimientos sociales
Malestar social. Un tercer elemento que se deberá abordar es el aumento del malestar social, con un añadido que vendrá por parte de las generaciones más jóvenes, que vean su futuro muy condicionado. Prueba de ello fueron las palabras de este sábado de Pedro Sánchez, que asumió que para afrontar el momento de crisis el estado se endeudará y eso complicará las cosas para las “generaciones venideras”. Pero el peligro también resultará para las clases más acomodadas que puedan quedar atrapadas por una caída de ingresos.
Política deteriorada. El cuarto reto es que la propia política se deteriorará. La polarización tan extrema que ha caracterizado a un país como España en los últimos años podría tener consecuencias. Será un riesgo para “el propio régimen de libertades”, porque la ciudadanía podría acercarse a lo que le aporte seguridad, al precio que sea, aunque fueran opciones autoritarias. Sin un diálogo “sincero” entre partidos, no se podrá evitar ese fenómeno, a juicio de Foment.
Sector Público. La quinta consecuencia es que se reforzará el sector público, con un claro reconocimiento hacia el sector sanitario y el que proporciona la seguridad. Ello puede revertir en un fortalecimiento del propio sector público, junto a una mayor colaboración con el sector privado, que ha mostrado experiencias positivas.
Responsabilidad empresarial
Mayor fiscalización a las grandes empresas. La sexta consideración hace mención a un fenómeno de mayor fiscalización de las grandes corporaciones. La crisis constituye una oportunidad para que éstas “lideren la recuperación económica, y, en consonancia con la corriente de pensamiento dominante en el mundo occidental, y sin desatender su función esencial de generar beneficios, orienten su acción hacia empleados, proveedores y sociedad en general”.
Mercado nacional. Respecto a la séptima derivada, Foment considera que habrá una industria más orientada al mercado nacional y europeo. El ahorro de costes, la idea de que la globalización pudiera haber sido excesiva, llevará a buscar la proximidad, con una mejora para las rentas de los trabajadores nacionales.
Transformación productiva. La octava apreciación hace referencia a la “profunda transformación productiva”. Es decir, a una selección de sectores económicos, y que dependerá de los nuevos hábitos sociales que se adquieran. En un momento delicado quedará la restauración y el turismo, por lo que se debería incidir en esos colectivos con planes específicos.
Retos y oportunidades
Sector sanitario. Una novena derivada clara será la apuesta por el sector sanitario, que tendrá un mayor reconocimiento y que centrará los esfuerzos del estado para prestar mejores servicios, debido a la demanda de poblaciones que se sentirán atemorizadas. Para ello se deberá “abordar el diseño de nuestra sanidad para un futuro inmediato”, y que debería ser, por tanto, “una oportunidad para una nueva política industrial en España”.
Formación. En el décimo punto se señala que todo ello obligará a “nuevas necesidades formativas”, para redefinir “prioridades”. Ello tiene relación con el proceso de digitalización. El Instituto de Estudios Estratégicos de Foment señala que se compromete “a abrir y dinamizar un espacio de debate colectivo, plural y abierto, para responder a las acuciantes exigencias del mundo post covid-19, y para contribuir a encauzar ese indispensable reordenamiento de nuestra vida social y productiva”.