En el momento en el que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está decidiendo la prórroga del estado de alarma, para alargar el confinamiento de la población por 15 días más, un grupo de economistas mayores, de más de 70 años, que se sienten concernidos por la idea de que la población mayor puede quedar estigmatizada por el coronavirus, ha elaborado un manifiesto contrario a la medida. La consideran contraproducente, “fascista, ineficaz y destructiva”.
El manifiesto es contundente y lo firman Juan José R. Calaza, economista y matemático; Andrés Fernández Díaz, catedrático emérito de Política Económica de la UAM; Joaquín Leguina, estadístico superior del Estado; y Guillermo de la Dehesa, economista del Estado. El escrito, con el título de Contra el confinamiento de la población se señala que “sorprende la visión cortoplacista y chapucera de medidas draconianas, tomadas en España, cuyos impactos económicos, familiares, penales, intelectuales, laborales, afectivos, físicos, psíquicos, etc, debidos al confinamiento obligatorio, serán sin duda devastadores”.
Culpar a los viejos
Un argumento es de carácter político, a partir de un confinamiento que para los economistas promotores de la iniciativa puede resultar un “arresto domiciliario, sin que en este caso previamente haya habido juicio ni sentencia, y es, por ende, una medida de dudosa legalidad adoptada brutal e irracionalmente, sin ningún tipo de base científica”.
El confinamiento "no salva vidas"
La iniciativa rompe el consenso sobre el confinamiento. El Gobierno de Pedro Sánchez tiene previsto aprobar la prórroga el próximo martes en el Consejo de Ministros, y necesitará el aval del Congreso, que celebrará el pleno entre el miércoles y el jueves de la próxima semana. Los economistas que han firmado el manifiesto reclaman que se replantee la medida, con criterios económicos, para no parar el país, y para no estigmatizar a la población mayor.
La mejor medida, a juicio de los firmantes, sería proteger a la gente mayor y permitir al resto hacer vida normal, protegidos con mascarillas, y provocando que la mayoría se infecte y logre una inmunidad para el conjunto. Según este grupo de economistas, “el confinamiento no salva vidas, salva la descongestión de urgencias. Lo que salva vidas es la prevención y utilización masiva de mascarillas cuando aún no se ha alcanzado un umbral crítico de contagio y protegiendo, desde un principio, a ancianos que difícilmente pueden asumir su propia protección en residencias y otros lugares”.