Adolfo Suárez tuvo a Enrique Fuentes Quintana, un profesor católico, que trabajaba en los servicios de estudios de las cajas de ahorro y que se plantó. O se aprobaba su plan económico, que comportaba un acuerdo político de primer orden, o se iba. Tras las elecciones de 1977, Suárez formaba su gobierno, con Fuentes Quintana como ministro de economía. Y él fue quien dio pie a los Pactos de la Moncloa y a la posibilidad de acordar una Constitución y llevar a España hacia las democracias europeas. Pero justo antes, Fuentes Quintana apareció en TVE con un discurso de 16 minutos (se puede ver a continuación) de pura crudeza y realismo para preparar a la ciudadanía de lo que sería necesario acometer. ¿Tiene Pedro Sánchez ahora a un economista similar? ¿Puede concitar un nuevo consenso para superar lo que vendrá tras la crisis sanitaria del coronavirus?
Discurso de Fuentes Quintana 1977 / YOUTUBE
¿Unidad con el PP?
El parón económico provocado por el coronavirus, y a falta de que la Unión Europea asuma un plan que realmente pueda paliar la situación, puede llevar a la economía española a caídas trimestrales por encima del 10% del PIB. Y, aunque todas las esperanzas están puestas en que se trate de una cuestión coyuntural, muchos sectores productivos quedarán muy tocados. Sánchez ha apelado a la unidad en todas sus intervenciones, y, por ahora, ha contado con el apoyo del líder de la oposición, el presidente del PP, Pablo Casado. Sin embargo, Casado mantiene una clara distancia con la forma en la que está gestionando el presidente del Gobierno toda la crisis sanitaria.
Sánchez gobierna en coalición con Unidas Podemos, y, aunque la idea es, en todo momento, la de ofrecer un mensaje como Gobierno de “todos los españoles”, la elección de un ‘Fuentes Quintana’ de consenso podría torpedear ese acuerdo entre Sánchez y Pablo Iglesias. El Jefe del Ejecutivo, sin embargo, ha señalado que quiere “a todos los partidos” involucrados en unos presupuestos de “reconstrucción”.
Mitificar la unidad
Si eso se lograra, implicaría también un acuerdo político de largo alcance. El economista liberal, cercano en los últimos años a Mariano Rajoy, Lorenzo Bernaldo de Quirós, marca distancias sobre esa posible unidad. Pese a las graves circunstancias, cre que “siempre se mitifican los gobiernos de unidad o de concentración. Pero no existen las condiciones en España para proceder a un gobierno de esas características ni creo que pudiese llegarse a un consenso mínimo dadas las diferencias de visión entre el PSOE y el PP”.
Pese a todo, en esos círculos liberales se ofrece un nombre que pudiera ser importante para España: Luis de Guindos, que ahora es el vicepresidente del Banco Central Europeo, y un economista muy cercano a la presidenta del BCE, Christine Lagarde. Los socialistas, no obstante, no tienen una buena imagen de De Guindos. El exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, considera que contribuyó negativamente en la crisis de 2008, cuando reclamaba que no se inyectara dinero a los bancos, aunque él, posteriormente, sí lo hiciera como ministro de Economía. Pero De Guindos sí puede colaborar de forma estrecha desde su posición en el BCE, y ser receptivo al propio llamamiento de este domingo de Pedro Sánchez, para que todas las instituciones europeas pongan en marcha un gigantesco plan, que pudiera pasar, incluso, por una pseudo mutualización de la deuda.
La ayuda a las "clases populares"
Lo que expuso Fuentes Quintana en 1977, con un plan que no quería suscribir Manuel Fraga, y sí obtuvo la colaboración de Julio Segura, miembro del comité central del PCE, como el mismo profesor destacara con posterioridad, fue un punto de inflexión: una inflación disparada por encima del 30%, un déficit exterior enorme y un modelo productivo desfasado, con el precio del petróleo por las nubes –en poco tiempo se había pasado de dos dólares el barril a 30 dólares por la guerra del Yom Kippur--, todo ello obligaba a un sacrifico sin parangón.
Se explicó, se ofreció transparencia y se insistió en que se buscaría ayudar a todos los colectivos, y, especialmente, a las clases populares. Fuentes Quintana incidió en que no renunciaría a intervenir en el mercado, y que buscaría el máximo consenso con todos los partidos. Sin aquella determinación no se habrían logrado los Pactos de la Moncloa –una dieta económica posibilista—ni el acuerdo posterior para sacar adelante la Constitución en 1978.
Nadie se acordará de la crisis
Es lo que ha planteado Sánchez, que, según las fuentes consultadas, insistirá en esa dirección en las próximas semanas, una vez se supere la crisis sanitaria. Eso es ahora la prioridad. Pero llegará el momento para reconstruir económicamente el país. Y el modelo que se tiene a mano es la transición y el papel de un Fuentes Quintana. La ministra de Economía, Nadia Calviño, bien conectada con las instancias europeas, busca aparecer como un denominador común entre las diferentes sensibilidades en el Gobierno, pero ha adquirido, según las mismas fuentes, un papel ortodoxo que no casa con las exigencias del momento.
El politólogo Manuel Arias Maldonado es escéptico sobre la unidad exigida por Sánchez. “Al terminar la epidemia, el congreso será el mismo y quizá ocurra que el trauma se olvide rápidamente y nada sustancial cambie”.
¿Y en Cataluña?
Pero, el electorado ¿no castigará a quién no desee esa unidad, tras superar –cuando ocurra— la grave situación? Arias Maldonado cree que se producirán algunos cambios, pero no en esa dirección precisa: “En el mejor de los casos, se producirá una nueva percepción ciudadana de las virtudes del gobierno central en situaciones de crisis. Pero, al tiempo, la vanguardia que han sido algunas comunidades en la gestión de la crisis darán cierto prestigio a la estructura autonómica”.
Esa idea tendrá una traducción precisa en Cataluña, donde las encuestas ya señalan una mayor receptividad respecto a la actuación del Gobierno central que el autonómico, tras las salidas de tono del presidente Torra. Arias Maldonado responde respecto a otras realidades, de otras comunidades que van gestionando mejor la crisis. En el caso de Cataluña “habrá que esperar y ver cómo sigue la crisis y de qué manera modula el nacionalismo su discurso. Ojalá el cambio sea para mejor, como nos dicta la lógica”.
El precedente, en todo caso, en el conjunto de España, existe y se llama Enrique Fuentes Quintana, con el presidente que apostó por él y asumió sus recetas, Adolfo Suárez.