Marta Rovira está informada de todos los pasos de Esquerra, pero es sensible a la presión de Carles Puigdemont. Es la secretaria general de ERC, vive en Suiza, y conecta con la parte más dura de los republicanos. Por ello, no ha dudado en entender los comentarios de la exconsejera Clara Ponsatí, que calificó de “engañifa” la mesa de diálogo con el Gobierno español de Pedro Sánchez. Su posición es clara, más cerca de Puigdemont que de ERC: “Si tenemos que hablar de presupuestos, el Gobierno español debe dar pasos asumiendo el conflicto político y su resolución”, ha señalado Rovira.
La dirección de Esquerra considera que Marta Rovira puede y debe ejercer ese papel, más cercano a las posiciones más duras del partido, pero sus pronunciamientos públicos chocan con la voluntad del vicepresidente del Govern y candidato a la Generalitat, Pere Aragonès, de buscar un acuerdo con el Gobierno que permita, también, más ingresos para la Generalitat.
Al lado de Ponsatí
Rovira no ha tenido problemas es posicionarse al lado de Ponsatí, muy criticada, sin embargo, por los dirigentes de ERC esta semana: “Cuando alguien nos dice que es una engañifa (Ponsatí lo dijo en el cónclave de Perpiñán al lado de Puigdemont), le decimos que probablemente lo sea”.
Sin embargo, la secretaria general cree que se puede intentar ese diálogo: “Somos escépticos respecto a que realmente un gobierno español tenga suficiente margen de maniobra para cambiar sus posiciones políticas de la noche a la mañana”, ha afirmado en una entrevista en Catalunya Ràdio.
Embates del Estado
La posición de Rovira es la de mantener el pulso con el Estado. Y para ello no ha dudado en criticar al presidente Quim Torra por anunciar elecciones anticipadas, cuando es la dirección de Esquerra la más interesada en que se convoquen esos comicios cuanto antes.
Considera Rovira que no es un buen argumento llamar a la ciudadanía a las urnas, únicamente, a su juicio, porque los partidos son “incapaces de ponerse de acuerdo”. Eso no casa, a su juicio, con una situación en la que el independentismo sigue recibiendo “embates” del Estado.