“Si todos recordamos la llamada trama civil del 23F, ahora tendríamos un libro sobre la trama internacional del procés”. Lo relata a Crónica Global de este modo Ignacio Torreblanca, que fue, hasta el último cambio en la dirección de El País, el jefe de Opinión del periódico. Y se refiere a La Teleraña, el trabajo del periodista y escritor Juan Pablo Cardenal, que tras años de corresponsal en Asia, ha querido reflejar lo ocurrido en el ámbito de la opinión internacional con relación al proceso independentista. Un golpe civil que Mariano Rajoy, de forma deliberada, ignoró. “No te digo yo que no”, contestó al propio Torreblanca, cuando éste le reprochó que estaba perdiendo la batalla internacional.
La implicación del Gobierno de la Generalitat con diversas entidades, con dinero público, con la influencia de sus oficinas en el exterior y servicios como el Diplocat provocaron una paradoja: si bien el Gobierno del PP consiguió que ningún país reconociera la independencia de Cataluña, con un trabajo previo en el mundo diplomático, en las embajadas, descuidó, al entender que no podía ganar y que llegaba tarde, el ámbito de la opinión pública internacional. El de los medios de comunicación y de las entidades cívicas internacionales que todavía mantienen la “comprensión”, como señala Torreblanca, con el “eslabón más débil que, en relación con el Estado español, lo representa el independentismo catalán”.
¿Éxito diplomático?
Cardenal ha elaborado un trabajo que es, en realidad, un gran reportaje, con entrevistas a responsables del Gobierno catalán, y del Gobierno de Rajoy, con contactos también con entidades internacionales y medios de comunicación. El resultado muestra que en los primeros años del movimiento, ya en 2012 y 2013, se había establecido una red para explorar la posible acogida de la independencia de Cataluña en el terreno internacional, todo regado con dinero público.
Lo explica Torreblanca y se refleja en el libro. El propio responsable de opinión de El País, en febrero de 2018, estaba presente en la reunión con Rajoy que se había organizado con motivo del Consejo Editorial del Grupo Prisa, que presidía en ese momento Juan Luis Cebrián. Torreblanca le expuso que, sin bien en el campo diplomático se había hecho “un magnífico trabajo, cerrando el paso a cualquier posible tentación de algún Estado miembro de la UE o de otros países de secundar públicamente su causa --la independentista--, ya fuera ofreciendo una mediación, presionando en favor de una negociación bilateral, apoyando la convocatoria de un referéndum o insinuando un posible reconocimiento tras una declaración unilateral de independencia”, en el ámbito internacional la cosa tenía un color muy diferente. “Sin embargo, tendrá que reconocer que la batalla de la opinión pública internacional y de los medios de comunicación la hemos perdido por completo”, le espetó al presidente del Gobierno.
"No te digo yo que no"
Con Carmen Martínez Castro, secretaria de Estado de Comunicación, presente en la reunión, Rajoy asumía la interpelación de Torreblanca y se disponía a contestar, relajado tras una comida que había sido “tan cordial como franca”. La respuesta provocó la perplejidad de todos, también de la propia Martínez Castro: “No te digo yo que no", contestó Rajoy. El Gobierno, de forma consciente, como demuestra Juan Pablo Cardenal en La telaraña, no quiso dedicar esfuerzos a esa tarea. Pero sí lo hizo el independentismo, con el objeto de "vender" la mercancía independentista a diputados británicos, a ONGs vinculadas con Naciones Unidas, a periodistas inclinados a la causa, en particular los del New York Times, o a entidades cívicas en Suiza.
Eso hubiera sido, para Rajoy, entrar en el mismo terreno que el independentismo y, por tanto, “internacionalizar” la causa catalana, según Cardenal, que era, precisamente, lo que pretendía el gobierno de Artur Mas y, después, de Carles Puigdemont.
Simpatía por el 'procés'
Torreblanca no tiene duda. “Se ha empleado mucho dinero público para esa causa, de forma impune, y lo que tenemos, con el trabajo de Cardenal, es claramente la trama civil del golpe independentista, con muchas entidades y recursos humanos a disposición”. Según el informe 1.319 del Tribunal de Cuentas, la Generalitat gastó en acción exterior al menos 417 millones de euros entre 2011 y 2017, “una parte de los cuales se destinaron en exclusiva a impulsar en el extranjero la secesión de Cataluña”, según Cardenal.
El investigador del Real Instituto Elcano, Ignacio Molina, encargado, precisamente, de analizar la cuestión catalana, señala que la influencia en el ámbito de la opinión pública internacional ha sido importante, pero la relativiza: “Hay una simpatía por el procés, porque, en general, se tiene más protección por el más débil. Eso ha existido y las opiniones públicas en Europa, y en los países anglosajones en concreto, han tenido una visión comprensiva con el movimiento independentista, pero por varias causas".
Lo que despertó el 1-O
Ese es el hecho, ¿pero por qué ha ocurrido? Molina establece tres factores: “Primero, hay una simpatía natural por el que se considera débil, combinado con la poca información. Y ahí si hay una habilidad genérica del nacionalismo catalán por haber sabido presentarse como de izquierda y aparentar menos autogobierno del que tiene, lo que se une a la torpeza de España de proyectarse como más autoritario y centralista de lo que es”. El investigador del Real Instituto Elcano añade “la creencia de que el independentismo es hegemónico y que no hay una Cataluña dividida por razones identitarias. Y a eso ayuda que la diáspora catalana (profesionales o estudiantes que hacen de embajadores de Cataluña) es muy mayoritariamente nacionalista”. Y el tercer factor es que “El 1-O reforzó los dos anteriores motivos aunque, de forma paralela, también ayudó a arrojar luz sobre el asunto y acabó dando mucha más información en el exterior”.
En La Telaraña, Juan Pablo Cardenal no olvida el referéndum, al considerar como “incomprensible” que el Gobierno de Rajoy tardara “horas” en ofrecer una explicación, justo a la hora de los noticiarios televisivos, cuando el Gobierno catalán había ofrecido distintas ruedas de prensa, en las horas previas, y el independentismo había enviado “por todo el mundo” las imágenes de las cargas policiales.
El Gobierno de Rajoy intentó enmendar el error con el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, que comenzó a ofrecer entrevistas en medios extranjeros. Ya era tarde. La simpatía internacional se había centrado en el movimiento independentista. Cardenal reacciona ante eso y lo expone en La Telaraña: “No le digo yo que no”. Palabra de Rajoy.