Las encuestas han comenzado a marcar una tendencia clara: Esquerra Republicana ganaría las elecciones al Parlament, con casi un 25% de los votos, y unos 37 escaños. Eso le permitiría liderar una mayoría independentista, que, por primera vez, podría superar el 50% de los votos.
Se trata de una encuesta de GAD3 para La Vanguardia, que deja en primer lugar a Esquerra, y con el PSC en segunda posición, con hasta el 20% de los votos. La ley electoral, que ha perjudicado históricamente a los socialistas, traduciría ese porcentaje en 27 diputados, diez más que los 17 actuales. Sin embargo, Junts per Catalunya, con el 19,5% de los votos, obtendría hasta 31 diputados.
Ciudadanos, de 36 a 12 diputados
Esa nueva situación permitiría a Esquerra liderar un Gobierno con una nueva mayoría independentista. Con la suma con JxCat lograría 68 escaños, justos los necesarios para alcanzar esa mayoría absoluta en el Parlament, sin contar con los seis diputados que le otorga la encuesta a la CUP.
El sondeo, realizado entre los días 3 y 6 de febrero, deja algunas cuestiones en el aire: en el bloque independentista no todo está jugado, y el partido de Carles Puigdemont no se hunde, --con esos 31 diputados-- mientras que el bloque llamado constitucionalista sufre un verdadero varapalo. Y es que Ciudadanos pasa de los actuales 36 diputados a sólo 12, mientras que el PP sube, hasta los ocho escaños, y entraría en el Parlament Vox, con cuatro representantes.
Menor participación
El hecho es que la idea de Cataluña Suma, que pretende impulsar el PP, junto con Ciudadanos, sería del todo insuficiente, y tendría menos apoyos que por separado, si se tiene en cuenta el actual peso de la formación naranja en el Parlament, y los cuatro escaños del PP, la formación que lidera en Cataluña Alejandro Fernández.
La participación, según esta encuesta, bajaría 12 puntos, del 82% al 70%, un porcentaje, este último, que se corresponde con la mayoría de comicios al Parlament en las últimas décadas, incluso algo superior a la media. Ese descenso en la participación explicaría, en parte, el tropiezo de Ciudadanos, que se nutrió en 2017 de abstencionistas que consideraron que había mucho en juego y era necesario votar para frenar al independentismo.