Albert Rivera necesitaba arriesgar. Y lo hizo. Consciente de que se juega miles de votos en distintas direcciones, el líder de Ciudadanos buscó este lunes el cuerpo a cuerpo con todos los candidatos, pero especialmente con Pablo Casado. Rivera se enganchó en el debate electoral de este lunes --el único en la campaña entre los cinco principales dirigentes-- al discurso de Vox contra el independentismo catalán. Y también contra el PP, al lanzar una enmienda a la totalidad contra el Estado de las autonomías. Siempre y en todo momento acabó centrando sus palabras en la unidad de España, y en la crítica sistemática contra los secesionistas.
El minuto de oro de Rivera durante el debate del 10N / CG
Rivera sabe que tiene ahora una frontera de votos importante con Vox. Y compitió con Santiago Abascal por presentar un discurso duro contra el independentismo. No dudó para ello en exhibir un adoquín --arrancado de las calles de Barcelona durante los actos de violencia de las últimas semanas-- para pedir la aplicación del artículo 155 de la Constitución. “Hay que aplicar la Constitución en Cataluña, con serenidad, y entre todos”, reclamó, tras insistir en que el Gobierno del PSOE ha permitido “el desorden público, que amenaza el Estado de derecho en Cataluña”. "No se puede permitir que gobierne Torra, el que nos llama bestias con forma humana", reiteró Rivera. El líder de la formación naranja aseguró, sin embargo, que esta vez no contribuirá a bloquear la legislatura. Atribuyó Rivera la repetición de las elecciones a la "incapacidad" de Sánchez por no lograr socios de Gobierno, sin formular una autocrítica sobre su papel en esas negociaciones. De posibles pactos, nada de nada, pero dejó entrever que llegará a acuerdos con quien gane las elecciones, sin mencionar al PSOE.
La denuncia a los acuerdos con los nacionalistas
En un primer bloque centrado en Cataluña, el líder de Ciudadanos exhibió su faceta más dura: “No quiero más fronteras entre compatriotas, ni quiero más cesiones”, aseguró, en la misma línea del líder de Vox, que propuso la “eliminación del Estado de las autonomías”.
Pero con la idea de taponar las fugas de voto a izquierda y derecha, Rivera se enfrascó en un duro duelo con Pablo Casado, hasta el punto de que el líder del PP le pidió que no se equivocara de adversario. La intención de Rivera fue la de acusar al bipartidismo, al PP y al PSOE de “robar”, con alusiones a los casos de corrupción, pero mirando a Casado, que acabó con el rostro fruncido, defendiendo que él mismo ganó las primarias en el PP por enfrentarse a la corrupción de su partido. Rivera mostró dos listas con todos los acuerdos del PP y del PSOE con los nacionalistas catalanes a lo largo de las últimas décadas, como enmienda a la totalidad de esos acuerdos para garantizarse la gobernabilidad en la Moncloa, exactamente lo mismo que apunta en sus intervenciones Santiago Abascal. Y Casado insistía en que Rivera se equivocaba de adversario. Para Rivera era necesario. Necesita Ciudadanos conservar un voto liberal, centrista, combativo con el independentismo, que le deje en una buena posición para lograr acuerdos de gobernabilidad.
España de "libres e iguales"
La estrategia de Rivera fue similar a la que utilizó en el debate de la campaña del 28 de abril. “No se ponga nervioso, señor Abascal”, “no se ponga nervioso, señor Casado”, repetía, justo cuando Abascal o Casado intentaban ofrecer sus argumentos, ante las acusaciones del líder de Ciudadanos. Con Abascal sólo buscó un cara a cara cuando, tras señalar que estaba de acuerdo en “eliminar el gasto superfluo de las duplicidades de las autonomías”, le afeó que hubiera cobrado de un “chiringuito” de la Comunidad de Madrid. Pero ahí acabó la crítica a Vox de Ciudadanos.
En el debate sobre el bloque económico y el de política social, Rivera intentó ofrecer el mensaje más liberal, pero con referencias, de nuevo, a Cataluña, al pedir “una España de libres e iguales”, reclamando una tarjeta sanitaria única, y provocando, de nuevo, que saltara Pablo Casado, al recordar que esa medida la impulsó la exministra Ana Pastor en 2012, se haya o no implementado desde entonces. “No quiero 17 sistemas sanitarios, ni 17 sistemas educativos”, señaló, en línea con lo que defiende Abascal.
Bronca por la memoria histórica
Ofreció un paquete de desgravaciones fiscales para impedir la despoblación en los pueblos con menos de 5.000 habitantes, e insistió en proponer medidas para asegurar “la igualdad de todos los españoles”. En ningún momento entró en un ataque directo contra Abascal, ni cuando éste incidió en uno de los mensajes estrella de Vox: la relación entre la inmigración y la delincuencia y ese latiguillo de "los españoles primero”.
Más seguro, sin embargo, que en el debate del 28 de abril, o sin menos aspavientos, aunque volvió a exhibir gráficos y papeles, Rivera fue consciente de que debía repartir hacia todos lados para detener fugas de votos, pero sabedor de que una frontera importante, como han detectado diversos expertos como Lluís Orriols, es la que le marca Vox. Y trató de taponarla haciendo suyas las medidas más características de la formación de Abascal, como el cuestionamiento del Estado de las autonomías.
La bronca llegó con Abascal sólo al final, y por la cuestión de la memoria histórica, el aspecto en el que Rivera se mueve mejor, al reclamar una mirada hacia delante. “Es usted el que piensa en el pasado”, le espetó al líder de Vox, para dejar claro que Ciudadanos no quiere mezclarse con los más conservadores, aunque haya podido gobernar en Andalucía, junto al PP, con la ayuda de la extrema derecha. También por una foto de Abascal con Salvini, el exministro de Interior italiano, cuando el propio Salvini se fotografió con una estelada. El líder de Vox le exhibió a Rivera un duro comunicado contra Salvini por esa misma cuestión, dejando planchado a líder de Ciudadanos.