Las caretas caen. Y con toda crudeza los dos socios en el Govern del presidente Quim Torra se reprochan cualquier movimiento. Junts per Catalunya, el partido de Carles Puigdemont ha iniciado su acoso y derribo contra Esquerra Republicana, partido al que acusa de guiarse por sus intereses y de no defender el conjunto del país. La portavoz de JxCAT en el Congreso y candidata por Barcelona, Laura Borràs, ha pedido a Esquerra que actúe “sin deslealtad” hacia Torra, con lo que ya acusa de desleal a sus dirigentes, como Pere Aragonès, por mantener contactos con el Gobierno de Pedro Sánchez.
Borràs utilizará esa cuestión en la campaña electoral, y ya lo hacen también otros dirigentes, como Artur Mas, que ha aprovechado estos días para cargar de forma frontal contra Joan Tardà, por pedir elecciones y señalar que Esquerra es la única fuerza política que puede asegurar la buena marcha del proceso soberanista, siempre que esté al frente del Govern de la Generalitat. “Se le nota demasiado, se le ve que sólo busca los votos, y no piensa en el país”, afirma Mas, sin recordar que él mismo hizo un paso al lado para dejar la agenda política en manos de la CUP, evitando nuevas elecciones en las que Convergència, en 2015, tenía todas las de perder.
Ganar las elecciones
Borràs, por su lado, ha señalado a Aragonès como el culpable de establecer esos contactos con la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. Ese contacto lo ha admitido el propio Ejecutivo español y también el PSC. Borràs, con ironía, ha señalado que está “segura” de que si Aragonès, efectivamente, ha contactado con el presidente Pedro Sánchez, seguro que le diría que “con quien tiene que hablar es con el presidente de la Generalitat”.
Para Borràs, las palabras de Tardà o de Junqueras, expresadas en una entrevista periodísitica, dejan claro que “son una manera indisimulada” de reflejar “esas ganas o ese objetivo que puede tener ERC de ganar las próximas elecciones al Parlament”.