Ciudadanos dio ayer una vuelta de tuerca en su estrategia de tierra quemada en Cataluña. Esto es, agotar sus cartuchos en beneficio de Albert Rivera. En esta ocasión, lo ha hecho en forma de moción de censura contra el presidente Quim Torra, aún a sabiendas de que no podía prosperar. Como telón de fondo, unas encuestas muy adversas para la formación naranja ante las elecciones generales del 10N.
Imágenes de la sesión en la que el Parlament ha rechazado este lunes la moción de censura
De hecho, el debate que se celebró ayer en el Parlament tuvo más de pulso entre Ciudadanos y socialistas que de reproche al independentismo unilateral de Torra. ¿Por qué ahora y no hace un año, cuando Inés Arrimadas había subido enteros, tanto en el terreno político como en el social? Pues porque, según Cs, el Govern ha vuelto a hacer de las suyas, en este caso a aplaudir la violencia de los radicales independentistas encarcelados por presuntos delitos de terrorismo. Y porque hay elecciones dentro de un mes.
"Cartelitos y confrontación"
Las cosas han cambiado mucho desde que Arrimadas renunció a presentar candidatura contra Torra. Sobre todo porque todos los líderes catalanes de Cs han desembarcado en Madrid, dejando la plaza catalana en manos de una estrategia bronca donde predomina “el cartelito y la confrontación”.
Lo dijo el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, objeto de buena parte de las embestidas de Roldán por abstenerse en la votación. Pero también el líder del PPC, Alejandro Fernández, quien sí apoyó a Cs. Lo cortés no quita lo valiente pues, a pesar de respaldar la moción, la formación de Rivera ha rechazado la propuesta de crear una España Suma con el PP, al estilo navarro.
Cayetana Álvarez de Toledo se ofreció incluso a renunciar a ser cabeza de lista por Barcelona y ceder ese puesto a Arrimadas si prosperaba la coalición preelectoral. Pero no. Álvarez y Arrimadas coincidieron en el palco de invitados de la Cámara catalana, donde también recalaron Albert Rivera y la candidata de Junts per Catalunya al 10N, Laura Borràs, contribuyendo así a ese ambiente preelectoral.
Lo que dicen las encuestas
En efecto, la moción de censura trascendió ayer la política catalana en plena resaca de sondeos preelectorales. Tres de ellos, los publicados por El Español, así como los diarios El Mundo y ABC, otorgan la victoria a Pedro Sánchez, aunque se mantiene e incluso baja; mientras que el PP remonta y se desploma de Ciudadanos. Los continuos cambios de estrategia de Rivera --acaba de levantar su cordón sanitario contra el PSOE-- le han pasado factura. Pero es en Cataluña donde Cs sufre, y de qué manera. Si hubiera elecciones autonómicas en esta comunidad, según la encuesta de La Razón, el PSC daría el sorpasso a Cs, formación que ganó los comicios en 2017.
Parece que el tándem formado por Sánchez-Iceta beneficia más al segundo que al primero. Cataluña grita desinflamación --de ahí el auge de socialistas y ERC--, mientras que en el resto de España el procés no ha finalizado. O al menos eso es lo que parecen querer visualizar el PP y Cs.
El artículo 155
Ciudadanos ganó hace dos años en una circunstancias especiales, es cierto, ya que fueron convocadas tras la aplicación del artículo 155. Una medida ésta que, curiosamente, Cs no mencionó ayer durante el debate, aunque sí referenció Iceta para asegurar, sin complejos, que la apoyará junto a Sánchez si se demuestra que el Gobierno de Torra ha incumplido de nuevo la ley. Pero la fuga de dirigentes de Cs ha dilapidado el capital acumulado, sustituyendo lo que pudo ser una alternativa de gobierno por un discurso bronco y crispante.
Roldán echó mano de esas formas y logró enfadar a Iceta, quien no tiene rival en eso de la dialéctica parlamentaria. “Estrategia de terciopelo”, lo llama Fernández, que también quiso pescar en río revuelto. Los comunes, con Jéssica Albiach al frente, ni lo intentaron, tal es la confusión existente entre una confluencia de izquierdas que tiene a Pablo Iglesias como referente en Madrid, pero deben obediencia a Ada Colau, cuya formación se ve amenazada ahora por el posible desembarco de Iñigo Errejón en Barcelona. En esa herida hurgó Roldán, cuya moción recibió el voto en contra de Catalunya en Comú-Podem.