La firmeza de Pedro Sánchez frente al independentismo, con apelaciones a la aplicación del 155 y a la Ley de Seguridad, no ha surgido como un intento del PSOE de disciplinar al PSC. Está "acordado". Los socialistas, en su conjunto, se han coordinado con el objetivo de vaciar de votos a Ciudadanos y conseguir una fuerza parlamentaria que permita formar un Gobierno en España. No hay fisuras. Aunque éstas pueden llegar si, tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre los dirigentes independentistas presos, la presión de PP y Ciudadanos acaban ahogando a Sánchez, y éste a Miquel Iceta.
El PSOE ha “consensuado” su posición con el PSC, que se ha mostrado inflexible con el independentismo. Lo que ocurre es que Iceta tampoco se ha lanzado, y los socialistas lo comparten, en manos del llamado constitucionalismo, esa unión que reclaman Ciudadanos y PP, como se manifestó en la moción de censura contra el presidente de la Generalitat, Quim Torra, este lunes en el Parlament. Por ello, en los últimos días, Pedro Sánchez ha precisado que no se han producido todavía las condiciones para aplicar esas medidas drásticas, como la Ley de Seguridad.
Contra los independentistas
El problema, que nadie sabe contestar ahora, es si ese equilibrio se podrá mantener en las próximas semanas, y quién saldrá perjudicado o beneficiado. Al margen de las convicciones, nadie deja de lado la demoscopia. Y en el momento en el que Sánchez compruebe que al PSOE esta apuesta no le sirve, tomará una determinación. Sin embargo, la consigna de que Sánchez es la “estabilidad”, y el resto un caos, el que genera el independentismo, pero también el que provoca el apego a ultranza de Ciudadanos al 155, la comparte plenamente el PSC.
Los socialistas catalanes no tienen ningún interés en aproximarse a los independentistas. Hicieron una apuesta, junto a Sánchez, y consideran que fue el bloque soberanista el que se equivocó y rompió los puentes: la negativa a aprobar los Presupuestos del Estado. Eso hubiera posibilitado “comprar tiempo”, el que ya no hay en estos momentos. "No es verdad que Sánchez no los quisiera para ir a elecciones, fueron los independentistas los que los rechazaron", recuerdan las mismas fuentes.
El espacio de Iceta
La moción de censura de este lunes en el Parlament dejó a Miquel Iceta en el centro del tablero. Según las fuentes consultadas, fue “una oportunidad que Iceta supo aprovechar”. Frente al independentismo de Torra y el constitucionalismo de Ciudadanos y PP, que se tomaron la moción como una censura al PSC, Iceta reivindicó un espacio que sabe que puede tener premio electoral. Su abstención fue un grito para mantener un espacio propio, para poder erigirse en Cataluña como alternativa de gobierno.
Como si fuera un partido de ida y de vuelta, es ahora el PSOE el que debe asumir esa capacidad de maniobra del PSC. Sánchez, según las mismas fuentes, asume esa actitud porque, de hecho, ha decidido cargar sin complejos contra Ciudadanos, y se mantendrá en esa posición hasta el final de la campaña electoral.
¿Movilizaciones violentas?
Pero el peligro puede ser inminente. Por eso Sánchez ha tratado de curarse en salud. Si la sentencia del Supremo provoca una situación muy compleja en Cataluña, con movilizaciones que puedan tener algún carácter violento, la presión de Ciudadanos y PP al Gobierno será total. Y Sánchez deberá actuar. Las consecuencias electorales para el PSOE y para el PSC, en ese caso, son ahora una “incógnita”.
El PSC, sin embargo, está dispuesto a asumir el reto. Pero no a votar una moción de censura de Ciudadanos, como señaló Iceta, al entender que la iniciativa de Cs, a la que se sumó el PP y su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, se había preparado, en realidad, contra los socialistas catalanes.