La humillación es total, pero tampoco puede ahora el PDeCAT plantear muchas objeciones. No tiene tiempo. Carles Puigdemont ha impuesto, sin ningún tipo de miramiento, las listas de Junts per Catalunya para las elecciones del 10 de noviembre. Una de las inclusiones ha sido la de Jaume Alonso Cuevillas, su abogado, que irá en las listas al Congreso. Repite, como el pasado 28 de abril. Pero el PDeCAT había batallado en las últimas semanas para que diera un paso al lado. No lo soportan, porque no ha hecho nada en la Cámara parlamentaria y, además, “se vanagloria de ello”.
Cuevillas, que deseaba un puesto, pero en el Parlamento europeo, donde el sueldo es mucho más alto y las obligaciones menores, se mantiene fiel a Puigdemont. El PDeCAT ha resultado, por tanto, totalmente vencido, con muestras que dejan en una posición delicada a David Bonvehí, el presidente del partido.
Bonvehí, en el Alderdi Eguna
Este domingo, Laura Borràs, otra de las piezas fundamentales de Puigdemont, daba cuenta de la lista de Junts per Catalunya ante la prisión de Lledoners. Media hora antes, y con la previsión de lo que iba a pasar, a las 11.24, el partido enviaba a sus asociados una convocatoria: “La dirección nacional ha decidido proponer, para que sea ratificado por el consejo nacional del día 5, dar continuidad a las listas del 28A”. Es decir, viéndolas venir, dio a entender que el partido había decidido la lista.
En ese momento, el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, se encontraba al frente de una delegación de los exconvergentes en el Alderdi Eguna del PNV. Quien verbalizaba lo que había dictado Puigdemont era Laura Borràs frente a la cárcel de Lledoners, para tragarse sus propias palabras --había defendido que los políticos presos no debían repetir-- y señalar que ahora formarían, de nuevo, parte de las listas al Congreso y al Senado.
Integración en Junts per Catalunya
El PDeCAT se encontró en fuera de juego, y Borràs actuó como portavoz de Puigdemont en Lledoners. Las listas serán las mismas, aunque pueda variar la posición de algún miembro. Puigdemont ahora no quiere negociar ni pactar nada. Y será justo después de las elecciones, y con la previsión de elaborar listas al Parlament de Cataluña, cuando se convoquen comicios, cuando se busque alguna solución.
¿Qué salidas hay? Puigdemont reclama que el PDeCAT se integre por completo en la formación Junts per Catalunya. Bonvehí trata de negociar un cierto margen de maniobra, y pretende una especie de coalición con JxCat. Es la fórmula que defiende Artur Mas. Pero hay una tercera: la ruptura y la creación de dos espacios, con un problema de fondo. Ninguna de las dos partes podrá utilizar contra la otra la marca de Junts per Catalunya, sin acuerdo previo, y además esa marca la tiene registrada el PDeCAT.
La bala que le queda a Puigdemont
Puigdemont es consciente de esa circunstancia, la única que le podría complicar las cosas, porque su creación, La Crida per la República, no ha tenido recorrido. Por ahora impone todos sus nombres, y espera una última jugada que pueda romper el tablero.
La bala que le queda a Puigdemont es que, con una euroorden, si el Gobierno español la reactiva tras la sentencia del 1-O, deba regresar a España para ser juzgado. En ese lapso, y hasta una hipotética sentencia, podría ser candidato a la Generalitat y darle la vuelta a los sondeos electorales, ganando la partida a Esquerra Republicana, que ya no podrá presentar como jefe de filas a Oriol Junqueras, que estará, con toda probabilidad, inhabilitado para cargo público.
Todo eso es lo que está en juego, ante la inoperancia del PDeCAT, que vuelve a ser un mero accesorio en los planes del expresidente, con Cuevillas a la cabeza, que volverá a estar en el Congreso de los Diputados.