Corren malos tiempos para la unidad independentista. Las tensiones entre Junts per Catalunya y ERC van en aumento y la Assemblea Nacional Catalana (ANC) acaba de anunciar que no cederán a las formaciones secesionistas un lugar preferente en la manifestación de la Diada del 11 de septiembre. De ahí que exdirigentes de ERC hayan planteado no acudir a ese acto, convencidos de que se puede convertir en un “aquelarre contra traidores”, en referencia a su propia partido.
Especialmente contundente se ha mostrado el exconsejero de la Generalitat Josep Huguet, quien ha asegurado que “no iré a una manifestación que por primera vez un grupo de exaltados quiere convertir en un aquelarre purificador contra los traidores. O bien antes del 11 esta música antipartidos y especialmente anti ERC se para o bon vent. Y llevo manifestándome desde los inicios de los 70”.
Se ha sumado a la polémica la exconsejera y exvicepresidenta del Parlament, Anna Simó, quien asegura que “hace días ha tomado la misma decisión, después de más de 30 años”.
De esta forma, los republicanos respondían a la decisión, sin precedentes, de la ANC de no reservará un lugar destacado para los partidos independentistas en el acto que ha organizado para el 11 de septiembre. De esta forma, la entidad soberanista expresa su malestar ante la desunión de las formaciones secesionistas y su resistencia a impulsar una nueva declaración unilateral de independencia. La diputada de Junts per Catalunya, Aurora Madaula, se ha mostrado conforme con la decisión de la ANC.
Este anuncio tiene lugar en un clima de profunda tensión entre Junts per Catalunya y ERC, cuya estrategia pactista ha sido duramente criticada por el independentismo más irredento. Precisamente ayer, Carles Puigdemont sorprendió con su predisposición a apoyar la investidura de Pedro Sánchez, aunque se trata de una propuesta envenenada que enmarca en la necesidad de una táctica común del independentismo catalán.