Los territorios comparten necesidades y tienen objetivos comunes en temas económicos y políticos. Por eso, las relaciones entre presidentes de comunidades autónomas suelen ser básicas para afrontar los retos que se plantean en la gobernabilidad. Quim Torra parece haber batido un récord con eso, aunque sea para mal, puesto que desde que fue nombrado presidente en mayo de 2018 solo ha tenido un único encuentro oficial con un homólogo suyo, según confirman fuentes de Presidencia.
El presidente actual tuvo su única reunión en noviembre de 2018, con el lehendakari Íñigo Urkullu (PNV). Torra se desplazó hasta el palacio de Ajuria Enea –sede del gobierno de Euskadi– donde el presidente vasco le instó a aprovechar la mayoría social en el Congreso, meses después de la moción de censura que había llevado a Pedro Sánchez a la Moncloa, para ampliar el autogobierno. De la misma forma, hizo una apelación al diálogo para resolver la crisis catalana. Una línea que desentona con la estrategia frentista de un president que apuesta por el cuanto peor, mejor.
Huida
Ni siquiera aquellas comunidades autónomas con las que Torra comparte frontera –o lengua–, como la Comunidad Valenciana, las Islas Baleares o Aragón, tienen prevista una reunión. Su homólogo valenciano, Ximo Puig, alejó la posibilidad de un encuentro con Quim Torra porque “no se dan las condiciones”, con el objetivo de evitar que el foco se centrara en un procés que el levantino “no puede resolver”. Tampoco se vería con él el aragonés Javier Lambán, que tachó a Torra de "fascistoide" y "estrafalario" tras afirmar que no aguantaría más de cuatro minutos.
Tampoco ha tenido ninguna reunión oficial con la mallorquina Francina Armengol, aunque ha coincidido con ella en distintos actos sobre intereses compartidos entre las Islas Baleares y Cataluña. Uno de los más icónicos, el entierro de la filóloga catalana Aina Moll. En dicho funeral, la presidenta de la Islas mantuvo un muy breve encuentro con el president que –según publicó el Diario de Mallorca– fue de a penas un minuto y con una actitud muy gélida.
Antecesores
Incluso Carles Puigdemont –que declinó su invitación a la conferencia de presidentes autonómicos para revisar el modelo de financiación en 2017– se reunió con algunos de los líderes regionales que ahora huyen de Torra. En total, el expresidente fugado se llegó a citar con cuatro: el de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig (PSPV-PSOE); la de Baleares, Francina Armengol (PSIB-PSOE); el de Aragón, Javier Lambán (PSOE-Aragón); y el de Euskadi, Íñigo Urkullu (PNV).
Reunión de Ximo Puig y Carles Puigdemont en Valencia (2016), vídeo de la Generalitat Valenciana
Algunos de estos encuentros fueron históricos. El expresidente tuvo dos citas oficiales con su homólogo valenciano, que rompieron la incomunicación entre dos territorios vecinos tras más de 20 años de Partido Popular, puesto que en aquellos años de gobierno conservador ningún homólogo de la Comunitat había visitado Barcelona. La segunda reunión se produjo en Valencia. La última vez que eso había sucedido fue con la visita oficial del presidente José Montilla al entonces ocupante de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps.
Mediterráneo
El primer en encuentro entre Puig y Puigdemont generó gran expectación y se produjo en Barcelona, en el Palau de la Generalitat. La reunión sirvió para emplazarse a trabajar y a hacer presión para conseguir la finalización de las obras del corredor del Mediterráneo, infraestructura estratégica que los empresarios catalanes y valencianos reclaman por el potencial económico, al unir los tres puertos más importantes con una línea de alta velocidad: Algeciras, Barcelona y Valencia.
Una actitud muy distinta a la que tuvo Torra, que se negó a asistir al acto convocado por el mundo empresarial catalán y valenciano en Barcelona para reclamar la necesidad de poner en marcha dicha infraestructura. Paradójicamente, el presidente Ximo Puig estaba presente, y calificó de "triste" la ausencia de su homólogo catalán, más cuando el evento se había producido en la Ciudad Condal.
Fuerza perdida
La soledad de Torra contrasta con los apoyos que han despertado otros presidentes que le han precedido en el cargo. En 2003, una nutrida representación de líderes de ejecutivos regionales socialistas estuvieron presentes en la investidura del socialista Pasqual Maragall, que por primera vez en 23 años rompía la hegemonía del nacionalismo conservador y ponía la Generalitat de Catalunya en manos del PSC. Al acto asistió el secretario general del PSOE, José Luís Rodríguez Zapatero, que fue presidente del gobierno al año siguiente.
Lo mismo pasaba con el controvertido Jordi Pujol. El expresidente de la Generalitat ejerció un hiperliderazgo incontestable –y a la vez polémico– durante su mandato al frente del autogobierno catalán. Sus reuniones con algunos de sus homólogos fueron notorias, así como su influencia sobre ellos en un momento en el que Convergència i Unió era imprescindible tanto para gobiernos del PP como para PSOE. Por ejemplo, fue el artífice del pacto secreto con el expresidente valenciano, el popular Eduardo Zaplana, para la creación de la Acadèmia Valenciana de Llengua (AVL), el ente normativo que debía cerrar el conflicto lingüístico que vivía la Comunidad Valenciana.
En Andalucía, fue recibido con honores en el municipio de Cartaya, donde el pleno se reunió de urgencia para declararlo –también a su mujer, Marta Ferrussola– hijos adoptivos. Ni el expresident ni su esposa tenían ningún vínculo con la localidad, ni tampoco con la comunidad que estaban visitando. Es más, había llegado a definir al "hombre andaluz" como "destruido" y "anárquico" en La immigració, problema i esperança de Catalunya, en el que advertía que si "llegase a gobernar" acabaría por "destruir Cataluña".
Jordi Pujol en su visita oficial a Cartaya, donde fue nombrado hijo predilecto / CANAL SUR