El procés ha sido una trituradora de liderazgos y siglas políticas. En algunos casos incluso antes de iniciar la andadura en las instituciones públicas. El caso más célebre de todos es el del filósofo Jordi Graupera, que dejó su vida en Nueva York para colaborar en ese plan rupturista que prometía una república catalana en el seno de la Unión Europea.
Graupera, como muchos otros jóvenes, hipotecó parte de su futuro por una causa fallida. El periodista y doctor en filosofía impulsó el proceso de primarias abiertas para que los partidos independentistas presentaran sus candidatos a las elecciones municipales. Pese a contar con el apoyo de la ANC, tanto JxCat como ERC se cerraron en banda. Finalmente, resultó vencedor de Primàries Barcelona y pudo concurrir a las elecciones en el Ayuntamiento de Barcelona, pero no logró representación.
¿Y ahora qué?
Los que conocen a Graupera no descartan que, si fuera por él, muy probablemente pondría rumbo a la ciudad que le dio la oportunidad de crecer profesionalmente. Personas de su círculo más íntimo, como el también filósofo Bernat Dedéu, han lamentado públicamente que Cataluña no sea una tierra para el talento y que se impongan las lógicas partidistas. De forma velada, Dedéu se refería a la suerte de su amigo, que no pudo obtener un escaño en el consistorio de la capital barcelonesa.
El hecho de que sea un hombre casado y con hijas, no obstante, dificulta que decida marchar otra vez de la región. Fuentes cercanas explican que desde hace poco vive con su familia en su nuevo piso y cruzar el Atlántico es una posibilidad remota. En su momento, su entonces novia, la también periodista y actriz Sara Loscos, pudo combinárselo y acompañarle, pero ahora ella también tiene su vida personal y profesional en la Ciudad Condal.
Cambio en su trayectoria
Graupera quiso tener un currículum inmaculado para probar suerte en el mundo político. Se preparó profesionalmente saltando el charco. Inició un doctorado en la New School for Social Research, compaginándolo con la docencia como profesor de Filosofía, Antropología y de Pensamiento político en el Saint Francis College, y más adelante en la Universidad de Nueva York, donde impartiría clases de pensamiento político y social.
En su vuelta a casa renunció a colaborar con el diario Ara como muestra de su rechazo a la decisión editorial de no publicitar los anuncios sobre el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Asimismo, como acto de coherencia, rechazó las ofertas que tanto ERC como JxCat le habían hecho para que se integrara en las respectivas candidaturas de Barcelona y abandonara así su idea de primarias abiertas y transparentes.
Importar el modelo americano
Este antiguo militante de la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC) y colaborador en el ya extinto Centro Estudis de Jordi Pujol (CEJP) decidió, en un momento dado, salir del camino convencional que siguen los que quieren hacer carrera dentro de un partido y se fue a Estados Unidos tras obtener una beca de La Caixa. Intentó volver imponiendo mecanismos más típicos de la democracia estadounidense, y fracasó.
Desde su círculo ven en su fracaso un síntoma de la política de partidos, más focalizados en no perder cuotas de poder que en lograr la independencia de Cataluña. El hecho de que el mismo candidato a la alcaldía de Barcelona fuera tan beligerante contra algunos dirigentes, acusándoles de intentar evitar el éxito del 1-O, tampoco contribuyó a apaciguar las aguas.
Investigador en Princeton
Los que le conocen aseguran que tendrá paciencia, se quedará en Barcelona hasta que le salga otra oportunidad. Afirman que no tiene prisa porque sigue trabajando como investigador de una tesis post doctoral en la Woodrow Wilson School of Public and International Affairs, investigando conflictos internacionales derivados del derecho de autodeterminación.
Su situación hace que se vea con la libertad de rechazar según qué ofrecimientos de ERC o JxCat, si es que tras la guerra abierta con ellos en las elecciones municipales reconsideran ficharle. Lo más factible es que se postule para trabajar en alguna universidad catalana. Y esperar si la política le brinda otra oportunidad. Eso sí, en primera fila y no en algún cargo intermedio que sea percibido como un premio de consolación.