Cataluña es la única comunidad autónoma española que todavía no ha revertido los recortes. Es más, sigue aplicando el tijeretazo en ámbitos tan sensibles como el de la pobreza. El Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat ha reducido a la mitad las subvenciones concedidas a Banco Farmacéutico, una asociación destinada a ayudar a personas sin subsidio que no pueden sufragar los gastos en fármacos, por lo que se ven obligados a elegir entre comer o medicarse.
Según los datos a los que ha tenido acceso Crónica Global, esta asociación ha pasado de recibir 120.000 euros a los 66.000 euros que recibirá este año.
En paralelo, el Ayuntamiento de Barcelona también ha recortado las partidas destinadas a este proyecto, al pasar de los 60.000 euros a la mitad. Esta reducción afectará a 750 personas que se beneficiaban del Fondo Social de Medicamentos creado por esta asociación.
El informe de Exclusión y Desarrollo Social en Cataluña de la fundación Foessa afirma que un total de 780.000 catalanes, un 10% de la población, dejaron de comprar medicamentos y, por tanto, de seguir sus tratamientos durante 2018 por problemas económicos.
Los argumentos del Departamento de Trabajo y Acción Social para recortar las ayudas son los mismos que aplica en el caso de la Renta Garantizada de Ciudadanía, cuya caótica gestión ha llevado a los afectados a movilizarse y advertir de que la “pobreza mata”. Las arcas del Govern están vacías y el Estado no paga sus deudas.
440 farmacias y 164 CAP colaboran
Desde que impulsó su proyecto, Banco Farmacéutico ha concedido más 4.000 ayudas y ha financiado medicamentos por valor de 550.000 euros. Cuenta con la colaboración de 440 farmacias y está presente en 164 Centros de Atención Primaria, donde una red de trabajadores sociales colabora con la iniciativa, implantada en Barcelona y poblaciones de su área metropolitana, así como en Zaragoza.
El sistema es el siguiente. Los pacientes en situación precaria se entrevistan con el trabajador social del CAP y entregan una serie de documentación requerida por el profesional. El equipo de trabajo social del centro determinará la adecuación del paciente. Una vez aceptado, el trabajador social entrega un comprobante que el paciente deberá mostrar en una de las farmacias que forman parte del proyecto Fondo Social y entregar las recetas del médico junto con el comprobante de Banco Farmacéutico. El farmacéutico entrega los medicamentos al paciente beneficiario sin cargo económico alguno de aquellas medicinas cubiertas por el Fondo Social de Medicamentos. Banco Farmacéutico deberá formalizar posteriormente a la farmacia el coste de los medicamentos dispensados.
La pobreza farmacéutica, posiblemente la más desconocida, provoca un círculo vicioso que acaba incrementando los costes del sistema sanitario. La falta de recursos económicos implica la renuncia a la compra de medicinas, la agravación de las enfermedades y la aparición de nuevas patologías, la salida del mercado laboral y, de nuevo, carencia de recursos.