Josep Lago lleva mucho tiempo en el activismo vinculado al constitucionalismo. Empezó su actividad en Societat Civil Catalana (SCC), donde fundó las juventudes con las que organizó multitud de eventos. Tras ciertas desavenencias, muchos de los jóvenes que formaban parte decidieron emanciparse y crear un nuevo actor: S’ha acabat. Dicha asociación fue la responsable de organizar el acto en la Universitat Autónoma de Barcelona que independentistas radicales intentaron impedir por la fuerza y que generó gran revuelo social y mediático. Su presidente acaba de terminar el doble grado de ADE y Derecho en el mismo centro educativo, donde asegura que ha recibido muchos insultos y presiones por su no-independentismo militante. La asociación cuenta, según los datos facilitados, con 103 usuarios activos y más de 350 simpatizantes. Además, comparte sede con Asamblea por una Escuela Bilingüe y con Impulso Ciudadano.
- ¿Por qué dejáis Societat Civil Catalana?
Existe un momento, tras la gran manifestación de octubre de 2017, en el que pensamos que SCC no afronta bien el desafío del procés y que hace falta una asociación que ocupe y salga a la calle. Es importante que la gente dé la cara, con un relato diferente al independentista. Muchos de nosotros teníamos cierta experiencia, y en un par de semanas lo preparamos todo: Una marca, una imagen, una identidad corporativa y unos estatutos.
- ¿Y qué finalidad os marcáis?
Nuestro objetivo parte de la defensa de nuestras libertades. La independencia a corto plazo no es ningún riesgo, pero sí la vulneración de los derechos constitucionales como consecuencia del acoso que sufrimos los no-independentistas. La sociedad catalana está insensibilizada democráticamente ante los abusos, ya no entiende cuál es el ABC democrático. Se producen agresiones a personas y a todos nos parece normal, pues s’ha acabat!
- ¿Te refieres a la sociedad en general o al independentismo?
Principalmente al independentismo, pero hay una parte de los que no lo son que prefieren mirar hacia otro lado. Hay gente que no quiere mojarse, y es legítimo, puesto que dar la cara te puede perjudicar. Están sucediendo cosas que ponen en peligro lo más fundamental de un Estado, que es la destrucción del Estado en sí.
- ¿Os definís con algún perfil ideológico? Más conservadores, progresistas...
Nuestra organización es transversal en este sentido. Nos da absolutamente igual trabajar con perfiles más conservadores, más progresistas o más liberales. Nosotros solo tenemos un objetivo: la defensa de los derechos constitucionales.
- ¿Cuándo empezáis a ganar importancia?
Trabajando en el día a día se consiguen muchas cosas. La asociación tiene ese valor añadido, esa valentía de sus miembros, que le da una gran relevancia. En el caso de que nos boicoteen no tenemos que retroceder. Si aguantamos, si seguimos, ellos se desmoralizan. Tenemos esa relevancia pública y podemos transmitir el mensaje.
- ¿Esperabas reacciones tan duras cuando empezaste en todo esto?
La verdad es que no. Con la primera carpa que pusimos con SCC nos sacaron una navaja, nos arrancaron la bandera de España y nos la rajaron. Desmontamos y nos fuimos. Cuando pones una carpa no te esperas que te saquen un arma. Llegamos a la UAB con mucha fuerza: de 3 ó 4 pasamos a unos 20. Esto les puso nerviosos y reaccionaron así. Eso sí, de esa veintena, unos 15 dejaron de colaborar tras ese incidente.
- ¿Está denunciado?
Lo está, hay cuatro personas imputadas por delitos de odio. Tenemos claro desde el principio que debemos usar la vía judicial contra estos abusos: Si ellos llevan a cabo un acoso permanente, eso no puede quedar así.
- En abril sufristeis un boicot en un acto que organizabais en la UAB. ¿Cómo afrontasteis ese hecho cuando os encontrasteis a tanta gente?
Ese día teníamos dos opciones: si desistíamos y el acto no se hacía, parecería que en Cataluña no pasaba nada; si decidíamos empujar, las cámaras de televisión estaban ahí para que todo el mundo pudiera ver cuál era la situación real. Tomamos la decisión acertada, aunque podría haber ocurrido una desgracia. Fue un momento muy duro, pero a la vez bonito.
- ¿Pudo entrar todo el mundo?
Todos, estuvimos todos empujando. Al final, pudimos realizar el acto que llevábamos meses preparando. Habíamos hablado con la policía, con los Mossos...
- ¿Habláis con frecuencia con los Mossos?
Para cualquier cosa que hacemos avisamos a los Mossos por seguridad. Nos ayudan mucho desde la asociación Politella, formada por policías catalanes de distintos cuerpos, sobre todo con la identificación de personas que participan en escraches contra nosotros. Esto no es libertad, ni es poder disfrutar del derecho a manifestación y educación.
- ¿Creéis que este suceso ha marcado un antes y un después para vosotros?
Sí, por dos cuestiones: Hemos ganado credibilidad ante la UAB, ahora no nos pueden ignorar y, gracias a esas imágenes duras, tienen que actuar. También habíamos ganado frente a los independentistas: pensaban que no les plantaríamos cara y les plantamos cara. Al final, los radicales del SEPC pintan sus murales a la luz del sol y sin que nadie les diga nada.
- Tras eso, tuvisteis un segundo problema con la UAB por las pintadas y simbología en las paredes…
La ley es clara: las administraciones públicas han de ser neutrales. Interpusimos denuncias contra la UAB, UPF, UB, UdG y URV. En estas universidades tenemos gente que nos hizo llegar imágenes. Todas obedecieron menos la Autónoma, que en un primer momento borró unas cuantas pintadas pero dejó el mural más icónico. Insistimos con distintas denuncias a instancias superiores, hasta que la Junta Electoral Provincial obligó a la universidad a quitar la pintada. El rectorado envió un correo a los estudiantes, casi disculpándose, donde se explicaba que habían borrado la pintada porque les habían denunciado. Es como si Hacienda te pidiera perdón por ponerte una multa.
- ¿Pensasteis en hablar con ellos de forma paralela a la vía judicial?
Cuando presentamos la denuncia, la UAB contestó que la universidad no era exactamente administración pública. Para ellos, la Autónoma iba a parte, y usaron unos argumentos bastante infantiles. Tuvimos entonces una reunión con el rectorado y la respuesta era que no les gustaba que fuésemos por la vía judicial: “Estamos trabajando para revertir esta situación que sabemos que va contra vuestros intereses y derechos”. A nosotros no nos gusta la vía judicial, pero es la única vía que tenemos para garantizar nuestra presencia en el espacio público.
- ¿Os habéis presentado a los órganos de representación de las universidades?
Defendemos algo tan elemental que presentarnos desvirtúa el hecho mismo de nuestra protesta. Estaríamos aceptando que la libertad de expresión se consigue en un órgano de estudiantes. La libertad de expresión no se negocia.
- ¿Os han enviado palabras de apoyo desde alguna parte del independentismo?
Ni de los partidos, ni de las asociaciones, ni del gobierno catalán, ni de ninguno de los gobiernos de España [Mariano Rajoy y Pedro Sánchez]. Es triste que se produzcan actuaciones violentas y Laura Borràs diga: "Si van ahí es que buscan problemas". Estoy convencido de que a los partidos independentistas no les gusta que esto suceda, pero sacan un rédito porque así solo se les escucha a ellos, porque los demás quedamos silenciados.
- ¿Y vais a buscar problemas?
En absoluto. Lo que hacemos es usar nuestros derechos, como poner una carpa en nuestras universidades o llevar a cabo un acto. Nunca lo hacemos como algo reactivo. Si esto es ir a provocar, si esto es generar tensión, por esta misma regla de tres no haríamos nada en ningún lugar de Cataluña.
- En el constitucionalismo hay dos discursos: uno que pide diálogo y otro que considera que se debe forzar a la aplicación de la ley. ¿Con cuál os quedáis?
La diferencia entre esos dos relatos es haber sufrido las consecuencias: Si las has sufrido, dudo que puedas ser partidario de afrontar el problema con ese discurso demagógico del diálogo. Es importante hablar para solucionar los problemas, pero no se puede dialogar con aquellos que te atacan o que no quieren que te expreses.
- ¿Tenéis contactos con los partidos no-independentistas?
Nos hemos reunido con todos los que tienen representación. En el trato de tú a tú todos coinciden en que lo que sucede en Cataluña es muy grave y hay que encontrar solución. El apoyo público es diferente. En una comisión en el Parlament, Cs y el PP condenaron los ataques. El PSC nos dijo que ellos apostaban por el diálogo. Es irresponsable usar eso cuando se habla de vulneración de derechos.
- ¿Has sufrido ataques o insultos más allá de los espacios donde llevas a cabo el activismo?
Muchas veces. En diciembre de 2018 montamos una carpa y vino un chico que nos amenazó con que nos pegaría dos tiros en la cabeza. Un mes más tarde fuimos a un bar de Sant Cugat. Nos increpó muy alterado y nos tuvimos que marchar, casi nos estaban persiguiendo. Ese día fue duro, en un bar donde has ido toda la vida, pero más por mi grupo. Pero bueno, te acostumbras, aunque me jode que haya gente que dejaría de hacer activismo por estas cosas.