Manuel Valls tiene las manos libres. Cuenta con tres concejales en el Ayuntamiento de Barcelona, tras la decisión de Ciudadanos de romper el grupo municipal por su apuesta por Ada Colau. Esos tres ediles son los que pueden sumar la mayoría absoluta para aprobar, por ejemplo, los presupuestos del consistorio. Valls quiere jugar al máximo sus posibilidades en Barcelona, y la decisión del partido de Albert Rivera abre una nueva situación, con más poder e influencia para Valls.
La voluntad de la ejecutiva de Ciudadanos de marcar un punto de inflexión en Barcelona, rompiendo con Valls, dejó a los tres concejales de su lista con una cara de sorpresa. No porque no estuviera escrito, sino por la celeridad de esa decisión. Lo que no quería en ningún caso Valls era escindir el grupo municipal. Y es que él es el presidente del grupo y el que tiene la potestad de marcar el rumbo. Ese era el acuerdo con Ciudadanos. Lo que ha ocurrido, por tanto, es que el partido de Rivera ha roto de forma unilateral.
"Impedir un alcalde independentista"
Los tres concejales, Manuel Valls, Celestino Corbacho y Eva Parera, no pudieron reunirse este lunes, y no han tomado una decisión oficial sobre cómo reorganizarán el grupo. Pero la ruptura tiene consecuencias prácticas: los consejeros de distritos se dividirán al “50%”, como se apunta desde el entorno de Valls. Eso quiere decir que Ciudadanos perderá poder, porque los ediles de Valls se habían comprometido a no tocar nada. Los 20 consejeros de distritos de Ciudadanos se iban a mantener, y también los asesores. Ahora el grupo municipal tendrá 27 consejeros, y los ediles de Valls reclamarán la mitad, por lo menos 13 consejeros, repartidos en distritos de la ciudad.
Valls ha establecido una relación de complicidad con el grupo socialista. Las conversaciones con los miembros de la lista del PSC han sido numerosas en las últimas semanas, especialmente con Jaume Collboni. Y la idea estaba clara: si Ada Colau presentaba su candidatura y llegaba a un acuerdo previo con los socialistas, Valls la apoyaría, en detrimento del republicano Ernest Maragall. Y ahora, la relación con los socialistas se estrechará todavía más. Aunque Valls no se ha pronunciado todavía, su plataforma electoral difundió un comunicado en el que aseguraba que analizaría la nueva situación, pero que él y sus otros dos concejales habían impedido "el avance del independentismo con un alcalde independentista".
Valls, ¿a corto y medio plazo?
La decisión de Ciudadanos comporta otra cuestión. Para la alcaldesa Ada Colau no debería suponer un trauma votar cuestiones junto a los tres ediles de Valls. No se trata ya de Ciudadanos, la marca política que suponía pactar “con la derecha”. Se trata de llegar a acuerdos con Valls, Corbacho y Eva Parera. Y lo más importante que se aborda cada año son las cuentas municipales. ¿Hay políticas insalvables entre Colau, Collboni y Valls, por ejemplo, en materia de vivienda social?
Para Eva Parera, además, se trata de una plataforma que puede facilitar el conocimiento del movimiento político que impulsa: un partido catalanista, que podría mostrar sus primeros pasos tras el verano. Valls vería bien ese proyecto, aunque no se sumará desde la primera línea. Lo que desea Manuel Valls, según las fuentes consultadas, es que se visualice su papel relevante en el ayuntamiento, a corto y medio plazo. Luego, ya se verá.
"Habla con Villegas"
Otra cuestión es la que pueda afectar a Corbacho, que podría obtener un puesto en la Diputación de Barcelona. Ahora está por ver cómo quedará el grupo de Ciudadanos en ese organismo supramunicipal. Y cómo llegan a un acuerdo los comunes y el PSC, y quién ostenta la presidencia. Hasta ahora se han producido algunos tímidos movimientos, con los ojos puestos en Núria Marín, la alcaldesa de L’Hospitalet. Corbacho tiene algunas dudas, que se podrían disipar en los próximos días. Se siente cercano a Valls, pero también a Ciudadanos.
Valls sabía que iba a llegar este momento. Lo sabía desde la campaña electoral, cuando sus advertencias a Albert Rivera caían en saco roto. Primero era el acercamiento de Rivera a Vox, con los pactos con el PP, y, luego, la disyuntiva que se podía crear entre un apoyo a Colau o permitir la investidura de Ernest Maragall como alcalde y líder de la lista más votada, la de ERC. En vez de escuchar sus argumentos, Rivera se limitó a emplazar a Valls a reunirse con José Manuel Villegas: “Habla con Villegas”, le dijo en varias ocasiones.
El viaje de Ciudadanos
Es el fin de una relación que ha salido mal para todas las partes. Valls accedió a liderar un proyecto, con el apoyo de Ciudadanos, que quería ser transversal. Ni lo ha sido como quería Valls, ni ha sido el candidato que necesitaba Ciudadanos. Y ahora el grupo se ha escindido en dos mitades: Valls, Corbacho y Parera, por un lado; y Guilarte, Sierra y Barceló por otro.
El viaje de Ciudadanos ha acabado en un peso mucho menor de su grupo municipal, de los cinco obtenidos en 2015 a los tres en 2019, pasando por un grupo de seis, que lideraba, porque así lo quiso Albert Rivera, Manuel Valls.