Antes en francés que en castellano. Esta parece ser la máxima que aplica la Generalitat de Cataluña en su modelo lingüístico escolar. Y es que el curso que viene será posible recibir un tercio del horario lectivo del bachillerato en lengua francesa en 75 centros de Cataluña (61 de ellos públicos) --cuatro más que este año--, tal y como ha anunciado esta semana la Consejería de Enseñanza.

La situación anómala del sistema escolar catalán se hace más patente si esta se compara con el hecho de que ninguno de los 567 institutos de la comunidad (al igual que ningún colegio público de primaria) ofrece ni siquiera el 25% de sus clases en español, pese a que así lo han ordenado los tribunales.

El programa Batxibac

Los centros adscritos al programa Batxibac permiten a los alumnos que lo deseen --y que certifiquen un nivel básico de francés, equivalente al B1 del Marco Europeo de Referencia para las Lenguas-- cursar un currículum mixto de bachillerato español y francés. Un tercio del horario lectivo se instruye en francés, además de las materias de lengua, literatura e historia francesas. El resto, en catalán.

Los alumnos que aprueban todas las materias obtienen el doble bachillerato español y francés (baccalauréat) si superan una prueba externa en lengua francesa.

Una década de discriminación

Pero esta discriminación respecto al castellano no es nueva. El programa Batxibac se puso en marcha en el curso 2010-2011 en cuatro centros (con una treintena de alumnos inscritos) y, desde entonces, no ha dejado de aumentar el número de colegios que se han apuntado al mismo y que han sido autorizados por la Generalitat. Hoy ya cubren casi toda la geografía catalana.

En este tiempo, han pasado por la Consejería de Enseñanza (antes de Educación) dirigentes de diferentes colores políticos, como Ernest Maragall (en aquel momento, del PSC), Irene Rigau (CDC), Meritxell Ruiz (CDC/PDeCAT), Clara Ponsatí (JxCat) y el actual consejero, Josep Bargalló (ERC).

Inmersión en catalán

Este proyecto supone una excepción en el modelo de inmersión lingüística escolar obligatoria exclusivamente en catalán que se aplica en toda Cataluña, en el que la lengua catalana es, de facto, la única lengua vehicular, mientras que el castellano se trata de forma residual.

De hecho, según reveló un reciente informe de la Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB) que analizó el 95,2% de los proyectos lingüísticos de los 2.325 centros públicos de Cataluña, solo un 7,7% de ellos imparte alguna materia o parte de ella en castellano --más allá de la asignatura de lengua española--. Únicamente un centro de ESO o bachillerato utiliza el castellano en alguna asignatura troncal, y lo hace de forma oral y con los materiales didácticos en catalán. Se trata de una realidad muy alejada del 25% del horario lectivo como mínimo en castellano que la justicia exige para hacer efectivo el modelo de conjunción lingüística --o de bilingüismo equilibrado entre catalán y español-- que han establecido las leyes y la jurisprudencia de los tribunales.

Contradicciones

El programa Batxibac contradice, además, algunos de los argumentos esgrimidos por la Generalitat y por los partidos nacionalistas para defender y mantener la inmersión. Por una parte, los valedores del modelo que excluye el castellano como lengua vehicular alegan que este es necesario para conseguir dominar el catalán de forma correcta.

Por otra, aducen que la inmersión es insoslayable porque no se debe separar a los alumnos por razón de lengua. Sin embargo, ninguno de los dos razonamientos parecen haber sido tenidos en cuenta a la hora de implementar el sistema bilingüe en catalán y francés del Batxibac, mientras que se considera un casus belli cuando la alternativa propuesta es un sistema bilingüe en catalán y español.

La lengua como “instrumento del nacionalismo”

Para la presidenta de la AEB, Ana Losada, el impulso de un programa bilingüe en catalán y francés por parte de la Generalitat en paralelo a las trabas a que el español sea lengua vehicular junto al catalán “demuestra que el Govern no trata de defender la lengua catalana sino de obstaculizar, ningunear y marginar el castellano en el sistema educativo”, pese a ser un idioma “cooficial” y “el mayoritario de los catalanes”. “La lengua es un instrumento del nacionalismo que justifica un sistema educativo cerrado, como también se puede constatar en los contenidos que recogen los materiales didácticos”, añade.

Losada advierte de que la inmersión, “además de vulnerar el derecho de los alumnos castellanohablantes a estudiar en su lengua materna, genera un empobrecimiento de los estudiantes, al impedirles alcanzar un nivel culto de castellano”. “Todo esto impide o dificulta la llegada de profesores del resto de España a Cataluña y sirve para imponer a los alumnos una visión de Cataluña y del resto de España sesgada y sectaria que se aleja de la realidad”, concluye.