Todas las decisiones del independentismo en los últimos años comportan la división. La decisión de Manuel Valls de ofrecer los votos de su plataforma, integrada por Ciudadanos y Lliures, a Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona ha comportado una discusión interna en el partido catalanista que impulsó Antoni Fernández Teixidó. Se trata de una verdadera cuña que, además, puede tener otras repercusiones de futuro, porque Valls ha logrado atraer a una parte de Lliures, que ve en el ex primer ministro francés a un líder que puede tener otras responsabilidades a medio plazo.
Valls ofreció sus seis concejales a Colau, para impedir la elección como alcalde del ahora republicano e independentista Ernest Maragall. Ciudadanos ha ido aceptando el reto, aunque con muchas dudas. Preferiría “como mal menor” la elección del socialista Jaume Collboni, pero eso ni es posible ni está sobre la mesa. En el último instante, Valls podría escindir el grupo municipal, y aprovechar tres votos, los tres concejales independientes en la lista: él mismo, Celestino Corbacho y Eva Parera. Serían suficientes para sumar con Barcelona en Comú y con el PSC para elegir a Ada Colau el próximo 15 de junio en el plenario del Ayuntamiento.
Lliures con Valls
¿Pero qué pasa en Lliures? Fernández Teixidó, que dimitió como presidente de Lliures para responsabilizarse por el mal trato recibido y el incumplimiento de los acuerdos --el número tres y siete de la lista, con la previsión de ser elegidos-- expresa ahora, junto a otros dirigentes del partido, su malestar por esa entrega “gratis” de los votos de la candidatura de Valls a Colau, una dirigente a la que se ha tachado de populista. Precisamente, el acuerdo de Lliures con Valls se justificaba para impedir que una “populista” pudiera seguir al frente del Ayuntamiento, aunque también para frenar a un alcalde independentista.
A la hora de la verdad, la división aparece de nuevo. En Lliures, un partido constituido para ayudar a conformar una alternativa “catalanista, no independentista” al independentismo, esperando que otros grupos acaben aflorando --los críticos del PDeCAT, Convergents, Units per Avançar, Portes Obertes al Catalanisme-- la disyuntiva es la misma: Maragall o Colau.
Dirigentes catalanistas
Esa división, que se ha expresado en reuniones y en la creación de distintos grupos de reflexión, y en las redes sociales internas, deja constancia del problema nuclear de la política catalana: frenar, como un bloque constitucionalista contundente, al independentismo o buscar un aterrizaje ayudando a los que renuncien a posiciones maximalistas.
Algunos dirigentes buscan rehacer el espíritu catalanista de Lliures, después de su paso accidentado por la lista de Valls. Se trata del propio Teixidó, del economista Josep Soler, de Roger Montañola o de Montserrat Nebrera, no adscrita a Lliures, pero afín desde el primer día. Lo que defienden es que no se puede votar a Colau sin presentar alguna petición. Entienden que ha sido una mala gestora, y que ha llevado el populismo al ayuntamiento.
Respetar la decisión de Valls
Pero se han creado otros grupos, más cercanos a la propia figura de Valls. No se trata de que apoyen a Colau, sino que defienden las acciones de Valls, al que ven con liderazgo y llamado, a medio plazo, a tener una voz propia en la política catalana. Se trata de otros dirigentes de Lliures, como Óscar Benítez, según las fuentes consultadas, que fue como número siete en la lista de Valls, y no salió elegido, o de Albert Guivernau. Son nuevos militantes también, que se han visto seducidos por ese acuerdo con Valls en Barcelona y que, curiosamente, están provocando una reacción de la primigenia dirección para preservar los postulados catalanistas del partido.
¿Podría Valls utilizar en algún momento Lliures como plataforma? Eso queda lejos, más allá, sin embargo, de la complicidad que ha logrado entre algunos miembros del partido catalanista. Pero la cuña existe. Ha conseguido penetrar con algunos de sus argumentos.
¿Un partido para Valls?
Su entorno más inmediato coloca a Valls en el Ayuntamiento, pero con un perfil propio para estar presente en los debates de la política catalana y española. Valls no está relacionado, por ahora, según las fuentes consultadas, con ninguna plataforma catalanista que persiga una candidatura propia en las elecciones autonómicas. Sí lo está Eva Parera, la número tres de su lista, conectada también con Josep Ramon Bosch, presidente de Societat Civil Catalana.
Hay vasos comunicantes entre todas las plataformas, movimientos y partidos, pero nada ha cuajado todavía. Lliures prepara un congreso, con la ambición de que se anime todo ese sector de la sociedad catalana, huérfana de una fuerza catalanista. Pero, por el momento, el debate se centra en esos votos que irán a Colau, con Valls como protagonista de... Lliures.
Las dos posiciones, como se han expresado con claridad, se pueden ilustrar con dos ideas: se debería impedir que el independentismo tenga los dos lados de la plaza Sant Jaume; o, si uno se considera catalanista y liberal, es preferible Ernest Maragall a Ada Colau. Una cuña en toda regla.