Harto. Manuel Valls recibió este domingo un correctivo importante. Obtuvo seis concejales, sólo uno más que Ciudadanos en 2015, aunque la batalla ha sido mucho más dura que hace cuatro años, y esos seis regidores, además, pueden valer ahora su peso en oro. El exprimer ministro francés no ha podido protagonizar la campaña que quería, obstaculizada, según fuentes cercanas a la candidatura, por Albert Rivera. La pugna total, absoluta, de Rivera contra los socialistas dejaba a Valls un margen de maniobra muy pequeño para poder luchar por la alcaldía de Barcelona. Y el enojo por ello es total.
Valls quería una lista transversal, con un equipo que pudiera aspirar a la alcaldía, en una ciudad muy plural, con intereses cruzados, y cuyos electores se han movilizado por proyectos de gestión, pero también por la cuestión nacional. En los momentos cruciales, la marca Ciudadanos se imponía, pero, principalmente, lo que ha complicado las cosas a Valls ha sido la imposibilidad de conciliar la necesidad de aproximarse a los socialistas con la dureza en el discurso de Rivera contra Sánchez.
Valls, receptivo al PSC
A Ciudadanos la apuesta de Rivera no le ha funcionado, con dos datos que son ilustrativos: en las elecciones europeas ha obtenido el 8,6% de los votos, sólo algo más de dos puntos más que en 2014, con el 6,3%. Y en las elecciones municipales en Cataluña ha logrado un 5,4%, menos que en 2015, con un 7,4%. Al revés. El gobierno de Sánchez ha sido, precisamente, la palanca principal de los buenos resultados del PSC en Barcelona y en toda el área metropolitana. Ese discurso, por tanto, ha resultado letal para Valls, que ahora busca cómo reorientar su posición.
La idea es mostrarse receptivo, muy receptivo, a las operaciones que pueda impulsar el PSC junto con Ada Colau para impedir que Ernest Maragall sea el alcalde de Barcelona. Hay tiempo, hasta el 15 de junio, cuando se constituyan los consistorios. Si Collboni o Colau llegan ese día con 21 votos bajo el brazo, serán alcaldes. En caso contrario, y aunque Maragall no pueda exhibir los mismos 21 apoyos, será alcalde la lista más votada, es decir, la del alcaldable de Esquerra.
El socialista Jaume Collboni
¿Tres concejales para Collboni?
Los socialistas lo quieren intentar, con dos posibilidades que pueden ser beneficiosas para sus intereses. Si sale, perfecto, con Maragall fuera de la alcaldía. Si no sucede, porque Colau prefiere el acuerdo con el candidato republicano, también será algo positivo, porque el PSC podrá constatar que el espacio de los Comuns ha apostado definitivamente por el independentismo, y el ataque contra ellos será constante.
¿Y Valls? ¿Qué papel puede tener? En varias direcciones. Uno de ellos se basa en la denuncia a Rivera si pacta con Vox para lograr la alcaldía de Madrid y la Comunidad de Madrid. Ya lo ha hecho, con la posibilidad de “romper” con Ciudadanos. “Jugará fuerte, ahora lo que quiere Valls es resituarse y no tendrá complejos en hacerlo”, señalan fuentes próximas al candidato. Esa operación podría pasar por romper el grupo, con tres concejales desgajados, los mismos que permitirían sumar a los diez de Colau y los ocho del socialista Jaume Collboni para llegar a los 21 necesarios para dejar a Maragall en la estaca.
La cena de Sánchez con Macron
El PSOE va a jugar en esa línea, aunque sepa que deberá llegar a acuerdos con Esquerra, en Madrid y en Barcelona. Molesto por el veto de los republicanos a Miquel Iceta, para ser elegido senador autonómico, Pedro Sánchez quiere apretar el acelerador.
Para este mismo lunes tenía prevista una cena con el presidente francés, Emmanuel Macron, en París, para analizar cómo detener a la extrema derecha en Europa y perfilar la posible Comisión Europea tras las elecciones al Parlamento europeo. Y una de las cuestiones centrales era que Macron pudiera influir en Rivera para que facilite acuerdos en las comunidades y en las grandes ciudades con los socialistas, y no se incline por pactos con Vox. Rivera forma parte de la familia liberal europea, como Macron.
Esperando al PSC y Colau
La figura del líder de Ciudadanos se ha convertido en un problema real para Valls. La paradoja es que fue Rivera quien posibilitó que el exprimer ministro francés fuera candidato a la alcaldía, pero también ha sido él quien le ha puesto más barreras. Ni ha acudido a ningún acto en Barcelona, durante la campaña, para apoyar al candidato, ni ha tenido ningún miramiento para suavizar o dejar de lado sus agresivas críticas contra Pedro Sánchez, siendo consciente de que la única posibilidad que tenía Valls de luchar por la alcaldía era una campaña que fuera complementaria de la del PSC, pero sin ver al PSC como un enemigo, algo que sí es para el líder de Ciudadanos.
Ahora la posición es clara: esperar movimientos del PSC y de Ada Colau. Si quieren su concurso, Valls estará ahí. Dispuesto a “defender sus valores” e impedir un alcalde independentista, y dispuesto también a desquitarse de Rivera, dando apoyo a un socialista para la alcaldía de la capital catalana.