La maquinaria de la nueva legislatura ya se ha puesto en marcha y no precisamente envuelta en armonía. Si se esperaban tensiones en este arranque de curso, las hostilidades que entre unos y otros se han producido este martes en el Congreso de los Diputados han superado con creces las expectativas y han abierto las puertas a un escenario en el que la brega está servida: así de broncos serán los cuatro años próximos, en los que, afortunadamente, no habrá elecciones. Habrá riñas, como se vio ayer, pero no nuevas campañas.
Los políticos catalanes que están en la cárcel han acaparado toda la atención que cabría esperar y que ellos mismos se han encargado de condimentar con una interminable sesión de fotos y vídeos en el hemiciclo que, de inmediato, ya copaban sus cuentas de Twitter y circulaban por las redes. Imágenes monopolizadas por las sonrisas y los abrazos con los que el líder de ERC, Oriol Junqueras, quería dejar patente que había cumplido su objetivo, ese que se ha convertido en la fotografía más buscada de la constitución de las Cortes: saludar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y emplazarle “a hablar”.
Beligerancia en el hemiciclo
La algarabía ha sido una constante desde primera hora de la mañana en la Carrera de San Jerónimo. A las afueras de la Cámara baja, una multitud de fotógrafos y periodistas aguardaban la llegada de los protagonistas para abordarles micrófono en mano. Dentro, los pasillos eran un ir y venir incesante hasta que ha dado inicio la sesión. En ese instante, han sido los ocupantes de los escaños quienes han hecho suyo el alboroto para, poco a poco, convertirlo en beligerancia.
Ya desde el primer momento, el presidente de la mesa de edad, el socialista Agustín Zamarrón, de 73 años y cuya imagen no ha tardado en ser viralizada a modo de un Valle-Inclán resucitado --ante su evidente semejanza con Don Ramón-- presto a poner orden en el esperpento de la sala, se ha visto impelido a instaurar la disciplina frente al jolgorio. Y también a emplear la ironía ante la lentitud con la que se desarrollaba la votación de la presidencia del Congreso: “Hemos creado una cola más larga que el pan cuando la carestía”.
Pronto se han hecho ostensibles las animadversiones y el portavoz de Ciudadanos, Albert Rivera, ha sido el primero en dejar clara su posición respecto a la presencia de los cuatro diputados presos elegidos: Junqueras por ERC y Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sànchez por JxCat. Primero ha eludido mirarles cuando han accedido al hemiciclo y ha sido tras pasar a su lado cuando Turull y el líder de la formación naranja se han acechado de soslayo. No han faltado a la cita los abogados defensores, Jordi Pina y Francesc Homs.
Proclamas políticas de los presos
Pero la fuerte crispación entre las fuerzas políticas se ha hecho más que patente cuando, una vez constituida la Mesa del Congreso y designada presidenta Meritxell Batet, les ha tocado tomar posesión a los 350 miembros de la Cámara. En una jornada que no será fácil de olvidar, los presos han aprovechado su presencia en el salón para lanzar sus proclamas, como ya hicieran al inicio del juicio que, desde el pasado 12 de febrero, se celebra en el Tribunal Supremo.
Santiago Abascal dedica una curiosa mirada a Oriol Junqueras
Cual déjà vu, los procesados erigidos parlamentarios --aunque todo apunta a que de forma efímera a tenor de lo dispuesto por los reglamento de ambas cámaras y la Ley de Enjuiciamiento Criminal-- han vuelto a propagar su consigna, la de exhibirse como presos políticos que, “por imperativo legal”, acatarán la Constitución. La misma Carta Magna cuyo quebrantamiento les llevó a sentarse en el banquillo de los acusados por presuntos delitos de rebelión y malversación y les mantiene en prisión provisional por riesgo de fuga.
Han encontrado a quienes les apoyaban desde sus filas, entre ellos Gabriel Rufián, quien se han enfrascado en conversaciones interminables con los acusados. Pero también tenían al enemigo enfrente, que ha intentado bloquear y hacer inaudibles sus palabras al tomar posesión del cargo. Los diputados de Vox y Ciudadanos han abroncado a los electos de ERC y JxCat cada vez que estos hacían su promesa. Golpes en los pupitres, abucheos y hasta alguna voz más elevada de tono impedían que se les escuchase.
Rivera, la voz de la oposición
Un beligerante Rivera, quien se ha alzado con la batuta de la oposición, ha buscado una y otra vez interrumpir la sesión en protesta por las arengas de los independentistas, pero se ha topado con una Batet fuerte en su recién estrenada posición que ha hecho caso omiso a las peticiones del portavoz de C’s hasta que todos los han terminado de jurar o prometer sus cargos. “Se ha insultado al decoro y pisoteado la unidad de España permitiendo que se hable de presos políticos”, ha denunciado el parlamentario.
La presidenta del Congreso le ha dejado claro, sin embargo, que “todas las formas han sido respetuosas con el reglamento de la Cámara y con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”. Se lo tyenía estudiado. La refriega, que podría haber ido a más sin los ánimos apaciguadores de Batet, presagia una legislatura que no será fácil. La fragmentación de la Cámara y las desavenencias que entre unos y otros se han dejado traslucir en la sesión constitutiva, tan sólo a cinco días de las elecciones autonómicas y municipales, auguran un caldeado curso político a la vista.