El Pleno del Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC), en sesión celebrada el 30 de abril, aprobó un acuerdo según el cual se constata que las expresiones satíricas hechas por el programa Està passant de TV3 sobre el ex delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, más allá de su buen gusto o acierto, se incluyen en el ejercicio del derecho a la libertad de expresión.
Considera este órgano regulador de los contenidos audivisuales que este espacio, dirigido por Toni Soler, no suponen una vulneración de las misiones de servicio público que establece la Ley 22/2005, de la comunicación audiovisual de Cataluña. En el programa emitido el 14 de marzo, dos de los conductores comentaron en tono satírico una entrevista a Millo en el programa Espejo Público de Antena 3 TV, en la que el político hizo referencia a la donación de uno de sus órganos a su mujer, en 2012. La actuación del CAC se inició a raíz de la presentación de una queja por parte del Grupo de Periodistas Pi y Margall.
El CAC alega que la sátira "es expresión de las manifestaciones creativas del ser humano, que lo utiliza como un instrumento de denuncia y de crítica social, y, como tal, es una manifestación más de la libertad de expresión y de creación artística".
Concluye que el objeto del análisis se enmarca en un tema de actualidad -la celebración de un juicio del proceso en el Tribunal Supremo- por lo que, pese a que las locuciones empleadas puedan devenir reprobables tanto desde el punto de vista social como moral, dado que el propósito del fragmento analizado responde a un contenido propio de entretener en un contexto de humor y sátira sobre cuestiones de actualidad política, hay que suscribir las expresiones motivo de queja como una manifestación de la libre opinión de ideas, creencias o juicios de valor, que se utiliza como un instrumento de denuncia o crítica social y, en este sentido, no se puede apreciar la existencia de ningún insulto u ofensa.
El acuerdo ha sido adoptado por cinco votos a favor, dos de los cuales con voto particular concurrente, y un voto en contra con voto particular, el del consejero Daniel Sirera, quien defiende la sátira humorística cuando está relacionada con la actividad pública, pero no respecto a la vida privada, sobre todo cuando se refiere a un tema de salud.