Activismo independentista menguante. Apenas una cincuentena de ciudadanos ha acudido a acompañar al presidente de la Generalitat, Quim Torra, en su comparecencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), donde había sido citado a declarar como imputado por negarse a retirar lazos amarillos de la Generalitat. Si la movilización secesionista se mide por la agitación callejera, Torra fue ninguneado.
Atrás quedan aquellas comparecencias judiciales de exdirigentes como Artur Mas o incluso Carles Puigdemont, en las que era necesario cortar las calzadas laterales del paseo Lluís Companys, donde está situada la sede del TSJC. Ni siquiera la citación del presidente ante una institución como la Justicia española, objeto de las iras secesionistas por la situación de prisión preventiva y enjuiciamiento de los organizadores del 1-O, han logrado que el votante soberanista se vuelque en esta declaración, que irá seguida de otra: la que Torra hará en el Palau de la Generalitat cuando finalice su cita con el juez.
Mucho periodista y mucho dirigente político, eso así, ha asistido a ese paseíllo nada triunfal ante el Arc del Triomf. Todo ha estado perfectamente cronometrado para que Torra y la cúpula de Junts per Catalunya y ERC recorrieran juntos los escasos metros que separan el monumento del Palacio de Justicia. Algún que otro turista despistado se hacía selfies, mientras que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) se encargaba de una seguridad que nunca ha estado en peligro.
Un puesto a las puertas del TSJC, donde comparece Quim Torra / CG
De hecho, apenas dos furgonetas de los Mossos d'Esquadra estaban apostadas en el cruce donde el passeig de Sant Joan pierde su nombre y se convierte en Lluís Companys. Pura rutina. Por lo demás, algún cántico del tipo “president”, un nostálgico de la canción protesta cantando L’estaca de Lluís Llach guitarra en mano y un tenderete de souvenirs independentista.
Eso sí, los jubilados no faltaron a la cita.